“El movimiento sindical necesita organizar para asegurar la vacunación de todos los trabajadores, es la única vía para detener la COVID-19 de una vez por todas”, dijo Róger Calero, candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para alcalde de Nueva York, al Militante el 14 de junio. “Debería dirigir programas de vacunación organizados por los sindicatos en cada ciudad y explicar por qué es importante que la clase trabajadora lleve esto a cabo. Cuando estoy haciendo campaña, insto a todos a que se vacunen.
“El punto de partida de los patrones y su gobierno es maximizar las ganancias de las empresas farmacéuticas, los hospitales y compañías de seguros”, dijo Calero. “Para ellos las vacunas son propiedad privada, no una conquista científica que debe ponerse al servicio de toda la humanidad. Esto significa que la población de los países capitalistas más débiles, y especialmente en los países semicoloniales en África, América Latina y Asia, no contarán con una tasa de vacunación sustancial durante años, o quizás nunca. Esto es un ultraje y demuestra una vez más que las familias capitalistas no están calificadas desde el punto de vista moral para gobernar”.
La empresa Pfizer informó en mayo que esperan obtener al menos 26 mil millones de dólares de su vacuna este año. Los patrones de Pfizer esperan que el margen de ganancia por las ventas de la vacuna estará por arriba del 20 por ciento.
Pfizer ya posee la patente exclusiva del medicamento más vendido hasta la fecha, la droga Lipitor para reducir el colesterol, la cual ha generado para la compañía unos 125 mil millones de dólares desde que se comenzó a vender. Durante años Pfizer bloqueó la producción de versiones genéricas y menos costosas del medicamento. Cuando finalmente se lanzó la versión genérica de Watson Pharmaceuticals, Pfizer obtuvo una parte de las ganancias por cada píldora que se vendió.
Pfizer, Moderna y las demás empresas farmacéuticas capitalistas han patentado sus vacunas, impidiendo su fabricación y distribución en todo el mundo. Si bien esto asegura las ganancias de los monopolios, condena a millones de personas a enfermarse y morir.
En el desarrollo de vacunas contra flagelos pasados, algunos investigadores se han negado a patentar sus descubrimientos, poniéndolos a la disposición de todos. Jonas Salk desarrolló la primera vacuna contra la polio. Cuando le preguntaron quién era el propietario de la patente, respondió: “Bueno, yo diría que la humanidad. No hay patente. ¿Podrías patentar el sol?”
El gobierno de Estados Unidos ayuda a los patrones a obtener las máximas ganancias, aún cuando pone a las personas en riesgo. El lanzamiento de la vacuna de Johnson & Johnson ha estado manchada por negligencia en el cuidado y la seguridad en la producción, que ha obligado a la empresa a destruir millones de dosis. A principios de junio, cuando millones de dosis iban a expirar y tendrían que ser destruidas, el gobierno de Estados Unidos intervino y simplemente extendió la fecha de vencimiento de las vacunas por seis semanas.
“Nuestros sindicatos deben luchar por el control obrero de la producción. Esta es la única forma en que podemos adquirir el poder para evitar las consecuencias del desprecio de los patrones hacia nuestra seguridad, exponer sus secretos comerciales y hacernos cargo de la producción de las cosas”, dijo Calero. “Nada es más importante en la pandemia de hoy”.
El director ejecutivo de Pfizer, Albert Bourla, afirma que están haciendo todo lo posible para que su vacuna esté disponible en todo el mundo. “Compartimos la misión de COVAX y estamos orgullosos de trabajar juntos para que los países en desarrollo tengan el mismo acceso que el resto del mundo”, dijo en enero.
Pero lo que realmente han hecho demuestra que esto es una mentira. Han concentrado sus esfuerzos en impulsar acuerdos muy lucrativos con los gobernantes de Estados Unidos, el Reino Unido, otros gobiernos imperialistas y con funcionarios de la Unión Europea. Su reclamo de humanitarismo mundial es “uno de los grandes éxitos de relaciones públicas en la historia empresarial reciente”, dijo al New York Times Richard Kozul-Wright, director de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarrollo.
COVAX es un proyecto de la Organización Mundial de la Salud, respaldado por la Fundación Bill y Melinda Gates y fondos de varios gobiernos imperialistas. Promete entregar vacunas a 190 países, incluidos 92 que, según dice, son de “ingresos más bajos”. Sin embargo, han tenido dificultades en encontrar suficientes dosis disponibles para tener un efecto real. La mayoría de las vacunas aprobadas disponibles ya han sido compradas, incluso grandes proporciones de la producción futura. En marzo, por ejemplo, los gobernantes de Washington, habían comprado dosis para 750 millones de personas, tres veces la población adulta del país. COVAX dice que espera distribuir 1,300 millones de dosis a los 92 países en desarrollo para fines de 2021, pero esto aún dejará desprotegida a la gran mayoría de las personas.
Washington ha exigido tener la última palabra sobre que países podrían recibir vacunas de sus donaciones a COVAX, reflejando que están más preocupados por su influencia política y económica que por detener la pandemia.
Para mediados de febrero, el 75 por ciento de todas las vacunas se habían administrado en solo 10 países, con una gran proporción de ellas en Estados Unidos, mientras que 2,500 millones de personas en 130 países de todo el mundo no habían recibido una sola dosis.
Dos enfoques de clase diferentes
“Hay dos enfoques de clase diferentes en el esfuerzo de vacunación hoy”, dijo Calero. “Uno está basado en asegurar las ganancias de las familias capitalistas dominantes en los países imperialistas. El otro es el del pueblo cubano y su revolución socialista, que está concentrando los recursos sociales del país para desarrollar y administrar vacunas a toda la población del país y a la población de cualquier país que lo solicite.
“A pesar de que los gobernantes estadounidenses han llevado a cabo una guerra económica brutal contra el pueblo cubano, ellos han desarrollado su propia vacuna”, dijo. “Para el 13 de junio, más de 2 millones de cubanos habían recibido al menos su primera inyección.
“Los logros médicos y científicos de Cuba solo son posibles porque los trabajadores allí hicieron una revolución, arrebatando el poder de manos de los gobernantes capitalistas y sus partidarios imperialistas en Washington”, dijo Calero. “Nos dan un ejemplo a los trabajadores de todo el mundo, del camino que es necesario seguir”.