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Vol. 70/No. 1410 de abril de 2006
 

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‘Somos trabajadores, no criminales’
Medio millón en L.A. fustiga ley antiinmigrante
Marchas, paros escolares se esparcen por EE.UU.
 
Reuters/Lucas Jackson
Los ángeles: Más de medio millón protesta el 25 de marzo el proyecto de ley aprobado por la Cámara de Representantes que haría un crimen estar en el país sin documentación.

POR NAOMI CRAINE  
LOS áNGELES—“Somos trabajadores, no criminales”, se leía en los carteles que portaba un mar de manifestantes el 25 de marzo aquí. Los trabajadores, en su inmensa mayoría inmigrantes, comenzaron a llegar para la marcha a tempranas horas de la mañana. Decenas de miles marchaban aún bien entrada la tarde.

Fue la manifestación más grande en Estados Unidos hasta la fecha en oposición al HR 4437, el proyecto de ley Sensenbrenner, aprobado en diciembre pasado por la Cámara de Representantes. La ley convertiría en delito grave estar en Estados Unidos sin la documentación debida y en crimen el que alguien “ayude” a un trabajador indocumentado. Hoy día viven unos 12 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, un 5 por ciento de la fuerza laboral.

Según la policía, más de medio millón de personas se volcaron a las calles aquí para expresar su indignación por el proyecto de ley: la protesta más grande jamás realizada en esta ciudad. Los organizadores dijeron que participó cerca de un millón.

Durante el mes de marzo, cientos de miles de inmigrantes y otros trabajadores se han movilizado por todo el país para oponerse al HR 4437 y otras medidas antiinmigrantes.

La marcha aquí fue ampliamente anunciada en los medios de prensa hispanos. Si bien hubo contingentes de grupos pro derechos de inmigrantes, sindicatos y demás, la inmensa mayoría eran trabajadores y jóvenes que llegaron por su propia cuenta. Programada para ir por la Broadway hasta la alcaldía, la protesta no solo colmó esa arteria, sino que avanzó también a lo largo de tres calles adyacentes.

“Estamos luchando por todos”, dijo Federico ángel Simón, un trabajador agrícola originario de México, quien llegó con compañeros de trabajo desde el valle de San Joaquín. “Espero que allá en la Casa Blanca escuchen la voz del pueblo”.

“Solo queremos trabajar y salir adelante”, dijo Arely Díaz, quien trabaja en un restaurante y nació en El Salvador, al explicar por qué ella y su familia marchaban por primera vez.

Los trabajadores de una clínica dental cerca de la Broadway y la 5a. Calle corrían a la ventana y coreaban, “¡Sí se puede!”, a la vez que ponían carteles en la ventana con esa consigna para expresar su respaldo.

“La mañana de la marcha, en el taller donde trabajo, los compañeros cosieron camisas para los que se habían olvidado ir de blanco”, que fue lo que habían pedido los organizadores, dijo Arlene Rubinstein. “Una trabajadora fue con sus hijos, otro con su hermana y su novia. Desde la ventana, veíamos a los trabajadores del Distrito de la Moda ir hacia el punto de concentración. Y no nos pudimos esperar, dejamos de coser y nos fuimos”.

El día anterior, cientos de estudiantes se salieron de las escuelas secundarias de Huntington Park, Garfield, Roosevelt y Montebello para oponerse a la HR4437. En otras escuelas con grandes números de estudiantes latinos, la administración impuso un “cierre” para impedir que los estudiantes se fueran. Durante la marcha del sábado, Christian Aguilar, estudiante de la secundaria Bell, describió cómo los maestros trataron de retenerlos adentro. A la postre, unos 200 se saltaron la cerca y marcharon a la escuela South Gate, donde los estudiantes estaban siendo retenidos. “Mucha gente se nos unió en el camino, incluso madres que llevaban banderas mexicanas”, dijo Aguilar. “Estamos protestando esta ley antiinmigrante: es injusta”.  
 
Debate sobre ‘reforma de inmigración’
Los organizadores del mitin, incluidos grupos pro derechos de inmigrantes, sindicatos y políticos demócratas, convocaron acciones contra la ley Sensenbrenner y para promover variantes, como la Ley de Inmigración Ordenada y de una América Segura, que se conoce como la ley McCain-Kennedy, debido a sus patrocinadores, los senadores John McCain, republicano, y Edward Kennedy, demócrata.

En el mitin, el alcalde de Los ángeles, Antonio Villaraigosa, instó a los participantes a “unirnos a McCain y a Kennedy para una verdadera reforma de inmigración”. Después de la marcha Villaraigosa dijo a CNN que ese otro proyecto de ley “aborda el tema de seguridad fronteriza y de hacer cumplir nuestras leyes migratorias”. Añadió, “También le da a estos 11 millones —si han trabajado aquí, si han seguido las reglas— una vía para ganarse la legalización”.

El proyecto de ley McCain-Kennedy permitiría que el gobierno controle el flujo de una reserva de trabajadores —llamados “trabajadores huéspedes”— quienes tendrán menos protecciones que otros trabajadores. Bajo esa ley, los trabajadores indocumentados que ya están en el país tendrían que pagar una multa y una cuota de solicitud para poder obtener una visa temporal de trabajo para seis años. Los trabajadores en el programa calificarían para solicitar la residencia permanente después de trabajar como “trabajadores huéspedes” por seis años y pagar una segunda multa. Durante todo el período como “huéspedes”, se les exigiría que mantuvieran su empleo, atando su condición a la del patrón.

El proyecto de ley Sensenbrenner —conocido oficialmente como la Ley de Protección de la Frontera, Antiterrorismo y Control de la Inmigración Ilegal— también proyecta agregar más policías de inmigración y ampliar el muro que Washington está construyendo a lo largo de la frontera con México.

La clase dominante de Estados Unidos se ha sorprendido ante la confianza demostrada y el alcance del despliegue entre los trabajadores inmigrantes, airados e insultados por esta propuesta para hacerlos criminales. Esto incluye movilizaciones los últimos días de al menos 50 mil en Denver, 20 mil en Phoenix, 10 mil en Milwaukee, 6 mil en Charlotte, Carolina del Norte, 6 mil en Houston y mítines en los que participaron centenares en muchas otras ciudades. Se calcula que en el estado de Georgia unas 80 mil personas apoyaron el “Día de la Dignidad” el 24 de marzo, boicoteando comercios y dejando de ir a trabajar. Más de 100 mil se sumaron a una manifestación durante la semana laboral en Chicago el 10 de marzo.

El 27 de marzo, en medio de esta marejada de oposición, el Comité Judicial del Senado aprobó con un voto de 12 a 6 un nuevo proyecto de ley que envió para su debate en el pleno del Senado. El panel aprobó eliminar las estipulaciones del proyecto de ley Sensenbrenner que penalizarían a los inmigrantes indocumentados y a quienes les ayuden de cualquier forma. El nuevo proyecto, respaldado por el presidente del comité, el republicano Arlen Specter, es similar a la propuesta McCain-Kennedy.

Permitiría que los inmigrantes indocumentados que ya estén en el país soliciten la residencia permanente y la ciudadanía tras librar muchos obstáculos en un período de 11 años. Quienes hayan entrado a Estados Unidos desde finales de 2004 podrían trabajar por seis años bajo un programa de trabajadores temporales luego de pagar una multa de $1,000 y pasar un chequeo de antecedentes criminales. A quien permanezca desempleado por más de 60 días lo obligarían a salir del país. Quienes logren permanecer los seis años podrían solicitar la residencia permanente luego de pagar otra multa de $1,000 más cualquier impuesto atrasado que deban, y demostrar dominio del inglés. Y podrían solicitar la ciudadanía cinco años más tarde.

El proyecto reforzaría las patrullas fronterizas, añadiendo otros 14 mil policías de inmigración en el próximo lustro a la fuerza actual de 11 300. También aceleraría las deportaciones. Se eliminó también el estatuto para construir un muro de 700 millas de largo en la frontera con México, a lo que el presidente Bush se ha opuesto públicamente. Tampoco se incluyó en el proyecto de ley una propuesta de los senadores republicanos Jon Kyl de Arizona y John Cornyn de Texas que habría requerido que los “trabajadores huéspedes” volvieran a sus países para solicitar la residencia permanente.

En la American Apparel, una enorme fábrica de costura en el centro de Los ángeles, el lunes después de la marcha reinaba el júbilo. La gente alzaba el diario Hoy con fotos de la manifestación y el titular “¡Sí se pudo!”

Martín álvarez dijo, “Esta fecha va a ser histórica. Fue maravilloso ver a tantos hispanos unidos luchando por nuestros derechos como inmigrantes”.

“Habíamos más de un millón y si no paran los ataques va a haber marchas más grandes”, agregó Andrés Rodríguez. “Y había también un contingente de coreanos”.

Ledia Rosales dijo que su hija Zuri llevaba un cartel con la bandera hondureña y la frase “Cien por ciento hispana”. A otra manifestante le gustó tanto que le ofreció comprársela por $5.

Laura Diezmo dijo que esa era la primera marcha a la que jamás había asistido. “Me hizo sentir fuerte. Podía sentir la fuerza de todos esos latinos. De veras me gustó el grito de ‘Sí se puede’. Y me alegró ver cuántos blancos y afro-americanos apoyaban la marcha”.

Las protestas siguen. Varios miles de personas, en su mayoría trabajadores agrícolas de todo California, se congregaron el 26 de marzo en el centro de la ciudad en una acción convocada por el sindicato de trabajadores agrícolas UFW para conmemorar a César Chávez y rechazar las leyes antiinmigrantes.

Unos 40 mil estudiantes abandonaron sus clases en más de 50 escuelas por todo el sur de California el 27 de marzo. Los estudiantes marcharon en diversas áreas, en algunos casos bloqueando las autopistas y unos 2 mil se concentraron frente a la alcaldía. El alcalde Villaraigosa dijo a los estudiantes que los apoyaba pero que debían volver a la escuela. Su llamado no tuvo éxito.

Se planean más movilizaciones, y se ha convocado un día nacional de acción el 10 de abril en diversas ciudades.

Wendy Lyons contribuyó a este artículo.
 
 
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