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Vol. 70/No. 464 de diciembre de 2006
 

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Mil obreros de la carne en
Smithfiled paran labores
Protestan contra despidos de inmigrante
(articulo principal)
 
Fayetteville Observer/Raul Rubiera
Obreros de la Smithfield protestan el 17 de noviembre frente a planta procesadora de puercos en Tar Heel, Carolina del Norte, contra despidos de obreros inmigrantes.

POR SETH DELLINGER  
TAR HEEL, Carolina del Norte— Unos mil trabajadores abandonaron sus labores aquí en la Smithfield Foods, la planta procesadora de cerdos más grande del mundo, del 16 al 17 de noviembre. El paro se realizó después que la compañía había despedido a decenas de empleados por supuestamente trabajar con documentos falsos. Terminó cuando la compañía anunció que no castigaría a los trabajadores que habían salido en protesta, que los despedidos podrían regresar a sus empleos, y que les daría más tiempo para poner en regla sus documentos de inmigración.

Por más de una década los trabajadores han intentado llevar el sindicato de alimentos UFCW a la planta, la cual emplea a 5 mil trabajadores y procesa cada día unos 32 mil cerdos.

Los trabajadores informaron al Militante que antes de la protesta la Smithfield había enviado a cientos de trabajadores “cartas no match”, es decir, notificaciones en las que la empresa informa a los obreros que sus nombres y números de Seguro Social no corresponden con los que aparecen en el registro federal. La compañía dio a los trabajadores 14 días para que resolvieran el problema. Al vencer el lapso los comenzó a despedir.

El lunes previo a la protesta, la “compañía empezó a mandar gente a la oficina”, dijo un trabajador de la línea de empacado en una entrevista. “Estaban despidiendo gente ahí mismo. Cada día eran más. El jueves por la mañana, vimos que de repente casi no venían cajas por la línea. Ellos gritaban por los radios, ‘¡Están dejando la línea!’ Los supervisores estaban como locos, no lo podían creer”.

“Cuando salí al descanso, el estacionamiento estaba repleto de gente. Fue de veras hermoso ver cómo se habían unido”, dijo una trabajadora negra de poco más de 20 años de edad. Al igual que otros trabajadores entrevistados, pidió que no se usara su nombre, “porque en este momento estamos luchando por el sindicato”.

Roberto, oriundo de México, dijo que estaba trabajando en el matadero cuando comenzó la protesta. “No venía nada por la línea de producción, así es que fui a ver qué ocurría. Los muchachos que descargan los camiones me dijeron, ‘¡No estamos trabajando, vamos para afuera’. Así es que me salí también”, dijo.

Cientos de trabajadores se juntaron afuera de la planta gritando en español, “¡Queremos justicia!” y “¡Sí se puede!” Los trabajadores que dirigieron el paro presentaron un pliego en que exigían, “No habrá represalias ahora ni en el futuro contra ninguno de los trabajadores que han participado en la lucha por justicia en Smithfield, esto incluye pero no se limita a puntos [de castigo], descensos, o despidos”. También exigió “un fin a los despidos injustos de trabajadores de Smithfield y que vuelvan a contratar pronto a todos los trabajadores que han sido despedidos injustamente”.

Consuelo, carnicera del turno de la noche, estaba en su casa cuando comenzó la protesta. Al escuchar la noticia salió a unirse al paro. En una entrevista dijo estar contenta de ver a los organizadores del UFCW afuera de la planta, porque “dicen que nos van a apoyar”.

Cuando llegaron los del turno de la tarde, cientos más se unieron a la protesta en vez de ir a trabajar. Mientras que la mayoría de los que rehusaron trabajar eran inmigrantes latinoamericanos, también se unieron algunos trabajadores nacidos en Estados Unidos.

Al día siguiente, 17 de noviembre, cientos de trabajadores protestaron frente a la planta. Al final del día, la Smithfield aceptó discutir las quejas de los trabajadores con representantes de la iglesia católica. Los trabajadores volvieron a sus labores el sábado.

Según un comunicado de prensa, emitido por el UFCW el 18 de noviembre, la compañía aceptó “aumentar el plazo necesario para que los empleados contesten las cartas ‘no match’ enviadas por la Administración del Seguro Social”, que “los trabajadores despedidos por no resolver las cuestiones con el Seguro Social pueden regresar a sus trabajos mientras resuelven esas cuestiones”, y que “no habrá medidas disciplinarias de ningún tipo contra los empleados que participaron en el paro”.

El gerente de la planta de la Smithfield, Larry Johnson, aceptó reunirse el 21 de noviembre con una delegación de trabajadores electos por sus compañeros de trabajo.

En el comunicado se informó que la Asociación Nacional para el Avance de Personas de Color (NAACP) de Carolina del Norte, la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC), y otros grupos religiosos y pro derechos civiles respaldaron las demandas de los trabajadores.

La ira de los obreros también la han alimentado el alto número de lesiones que resultan de las condiciones de trabajo imperantes y el trato abusivo de los patrones. Estas cuestiones han estado al centro de la campaña del UFCW por sindicalizar la planta.

Keith Ludlum, quien apoya al sindicato y trabaja arriando cerdos del camión al matadero, declaró al Robesonian, un diario local, que “no hay forma de que alguien trabaje un tiempo aquí sin dañar permanente su cuerpo o sus articulaciones”.

Los trabajadores dicen que una causa común de las lesiones es el uso de cuchillos desafilados. Gene Bruskin, director del UFCW de la Campaña por Justicia en Smithfield informó que en agosto los trabajadores circularon una petición en español pidiendo que les entregaran un segundo cuchillo, según el Los Angeles Times.

María, quien ha trabajado 10 años en la planta, dijo al Militante que un supervisor la tildó de perezosa y trató de despedirla. “Pero yo trabajo duro”, dijo María, quien logró echar atrás el intento de victimizarla. Entonces el patrón “trajo una paleta con 10 cajas de carne que no estaba bien cortada y dijo que era mi culpa y la tendría que pagar. Al final no tuve que pagar por la carne pero me sacó del departamento. En el nuevo puesto solo me dan 28 horas, que no me alcanza porque tengo que darle de comer a mi niño”.

Los intentos de los trabajadores para sindicalizar la planta en Tar Heel se remontan a más de una década. Hubo elecciones en torno al sindicato en 1994 y 1997 en medio de hostigamiento e intimidación amplios por parte de la empresa, incluidas golpizas y arrestos de partidarios del sindicato. Aunque el UFCW perdió las dos veces, un falló de un tribunal federal este año declaró que la Smithfield violó la ley en ambas elecciones.
 
 
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