Los gobernantes capitalistas de Turquía continúan su bombardeo e invasión de la región kurda de Afrin en el noroeste de Siria. A medida que avanza la guerra civil siria después de siete años, las clases dominantes en Estados Unidos, Rusia, Irán y otros regímenes capitalistas en el Medio Oriente compiten para promover sus intereses económicos, militares y políticos en la región.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dice que sus tropas y sus aliados del Ejército Libre Sirio expulsarán a los kurdos de Manbij, cerca del río Éufrates, e invadirán el norte de Siria, alejando a los kurdos de la frontera con Turquía hasta la frontera iraquí.
Los gobernantes turcos obtuvieron el acuerdo de Moscú y Washington para desatar su ataque contra Afrin y las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), pero hasta ahora con pocos resultados.
Con el respaldo de los imperialistas estadounidenses, los gobernantes capitalistas de Irán, Iraq, Siria y Turquía han reprimido a la población kurda en sus respectivos países durante décadas. Pero una consecuencia involuntaria de la guerra civil siria y de la guerra contra el Estado Islámico es que el Frente Democrático Sirio liderado por los kurdos ha tomado el control de alrededor del 25 por ciento del país.
El gobierno de Erdogan ha detenido a cientos de personas que se han manifestado en contra de la invasión.
En los combates en Siria e Iraq, los gobernantes iraníes han logrado los mayores logros. Ayudados por los bombarderos de Moscú, las tropas iraníes que lucharon junto a Hezbollah desde Líbano, organización que fue establecida por la Guardia Revolucionaria de Teherán en 1982, han ayudado al régimen de Bashar al-Assad en Siria a retomar el control de gran parte del país. Con la milicia chiíta respaldada por Irán en lucha contra las fuerzas del Estado Islámico y de los peshmerga del Gobierno Regional de Kurdistán en Iraq, Teherán también ha extendido su control sobre el régimen dirigido por chiítas allí. Esto ha permitido que el régimen clerical reaccionario amplíe su alcance contrarrevolucionario desde Afganistán hasta el Mediterráneo.
Los gobernantes de Estados Unidos están decididos a mantener una presencia en Siria para bloquear los nuevos logros de Teherán. La amenaza de Ankara para avanzar en Manbij presenta la posibilidad de un conflicto armado con las tropas de Washington, aliado de la OTAN. El Comando Central de Estados Unidos declaró el 29 de enero que no sacará sus fuerzas del área de Manbij.
Temiendo la reacción de la clase trabajadora en su propio país, los gobernantes de Estados Unidos no quieren enviar decenas de miles de efectivos adicionales a la zona. Cuentan con opciones limitadas para desplegar fuerzas afines ajenas en la zona. Tanto la administración de Barack Obama como la de Donald Trump eligieron a los kurdos como la mejor fuerza de combate con quien colaborar. El anuncio de Washington de que tenía la intención de permanecer en Siria y continuar armando a las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), ha enfurecido a Ankara y condujo al ataque a Afrin.
Una conferencia de “paz” organizada por los gobiernos ruso, iraní y turco comenzó el 29 de enero en Sochi, Rusia. No se invitó a los kurdos. La conferencia se disolvió cuando la mayoría de los grupos de oposición sirios la boicotearon. Los anfitriones rusos habían vestido las calles con la bandera del gobierno de Assad. Cuando los sirios partieron, la delegación turca anunció que representarían a la oposición siria.
La monarquía de la familia Saud que dirige el gobierno burgués de Arabia Saudita es el mayor enemigo de Teherán en la zona, pero se ha visto obstaculizada por su atraso social, su dependencia de los ingresos del petróleo y el fundamentalismo religioso wahabi.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman, lidera un esfuerzo para librar al país de los aspectos de las relaciones sociales y políticas tribales que son un obstáculo para la “modernización” capitalista.
Organizó el arresto desde el 4 de noviembre de unos 300 príncipes y magnates que saquearon el país y los internaron en el Hotel Ritz-Carlton en el centro de Riad. La mayoría fueron liberados después de acordar entregar un pedazo de su riqueza al gobierno, que dice que ha recaudado unos 106 mil millones de dólares hasta ahora para gastar en infraestructura, fabricación industrial y modernizar y diversificar la base económica del país.
El régimen se está moviendo para eliminar algunas de las restricciones impuestas a las mujeres, incluido el derecho a conducir y asistir a eventos públicos. Por primera vez en décadas, mujeres no acompañadas se unieron a hombres jóvenes para asistir a un partido de fútbol en Yeda el 12 de enero.