Los trabajadores en Venezuela se enfrentan a grandes desafíos en medio de la profundización de la crisis económica capitalista allí, exacerbada por las sanciones y otros ataques de Washington. La producción de petróleo —la principal fuente de divisas del país— se encuentra en su nivel más bajo en 28 años. La inflación galopante y la falta de dinero en efectivo, el cierre de fábricas, el crimen desenfrenado y los especuladores del mercado negro se combinan para dificultar la vida diaria.
Washington continúa desafiando la soberanía venezolana y apretando los tornillos al gobierno del presidente Nicolás Maduro. El 5 de enero, el Departamento del Tesoro de EE.UU. impuso sanciones a otros cuatro funcionarios venezolanos.
Y el gobierno venezolano se enfrenta al continuo apretón del pago de su deuda externa, que se estima en hasta 150 mil millones de dólares. El interés en algunos de los bonos supera el 30 por ciento.
Maduro asumió la presidencia después de la muerte de Hugo Chávez en 2013. Continuó el curso establecido por Chávez de buscar una “tercera vía” —algunas veces llamada Socialismo del Siglo XXI o Revolución Bolivariana— que explícitamente rechazaba seguir el ejemplo de la revolución socialista de Cuba.
En su lugar, han intentado administrar las relaciones económicas capitalistas, en lugar de derrocarlas, y promover programas de bienestar social y caridad en lugar de organizar a los trabajadores para que tomen el control de la producción y el poder político. Pero es imposible administrar el capitalismo a favor de la clase trabajadora.
Cuando los capitalistas no pueden sacar lo que consideran ganancias suficientemente altas, simplemente detienen la producción o buscan mercados alternativos. La corrupción, el robo y la escasez son endémicos en Venezuela.
El pueblo trabajador enfrenta una inflación anual de más del 2 mil por ciento, la más alta del mundo.
“Es cierto, los precios suben todos los días”, dijo Ana Graciela Barrios al Militante por teléfono desde Caracas el 23 de enero. “Los aumentos de salario no alcanzan. Realmente es muy complicada la economía cotidiana”. Barrios trabaja con un grupo comunitario que trae alimentos directamente de los agricultores en el barrio obrero de San Agustín del Sur.
“La gente están haciendo menos comidas al día, están comiendo menos proteína. El acceso al pollo y carne en los sectores populares es casi inexistente”, dijo Barrios.
Una canasta de alimentos subsidiada por el gobierno, que se distribuye en los barrios obreros y los más pobres, ayuda a la gente a sobrevivir, pero dura un par de semanas como máximo, dijo. “El dinero es escaso. Muchas cosas se pueden pagar con tarjeta o el carné de comida, pero el transporte hay que pagar con efectivo. Para la gente que vive en las afueras de Caracas y tienen que trasladarse aquí para trabajar, eso puede costar una gran parte de su salario”.
En un esfuerzo por frenar la inflación, Maduro ha impuesto controles de precios y ha limitado la cantidad de dinero que se puede sacar del banco cada día. Ordenó a las tiendas que redujeran los precios a los niveles de diciembre, pero eso tuvo poco impacto. Poco después, muchos productos simplemente se movieron al mercado negro.
El reciente aumento mundial en los precios del petróleo —el producto comercial más importante de Venezuela— a 70 dólares por barril, no dará un gran impulso a las finanzas del gobierno venezolano debido a una fuerte caída en la producción.
Las instalaciones petroleras se han deteriorado, ya que el gobierno descapitalizó la industria y utilizó el efectivo para otros fines. Escatimó en el mantenimiento y la inversión, lo que provocó una disminución drástica en la producción —una caída del 29 por ciento el año pasado.
En noviembre, Maduro nombró al general Manuel Quevedo para dirigir la compañía petrolera, supuestamente para luchar contra la corrupción. Y desde agosto del año pasado más de 50 gerentes han sido arrestados por corrupción. Pero estas medidas administrativas no han logrado nada para revertir el declive.
En enero muchos trabajadores petroleros protestaron exigiendo acción gubernamental.
“Estamos trabajando con las uñas”, para mantener la producción de petróleo, dijo el presidente sindical de Sinutrapetrol, Fabricio Mejías, flanqueado por decenas de delegados sindicales el 11 de enero en Puerto la Cruz.
El día anterior, los trabajadores de la división Petrocedeño de la petrolera estatal PDVSA en Anzoategui también publicaron un video en el Internet. “Aquí no hay guarimberos [matones reaccionarios], solo trabajadores de carne y hueso que día a día dan lo mejor de sí para mantener produciendo a la planta”, dice un representante obrero en el video.
“Pero hay que decir que los salarios son de hambre”, añadió. Hay una escasez de papel higiénico, equipo de seguridad, y la comida en la cafetería de la empresa es pobre. Los salarios son tan bajos que no son suficientes para comprar un kilo de queso.
Carlos Oyoque, un dirigente del consejo sindical Che Guevara allí, dijo que muchos trabajadores están renunciando. “Pero la patria nos corre por las venas”, dijo. “Todavía hay gente que creemos que podemos levantar el país y podemos seguir adelante”. Los trabajadores están exigiendo una reunión con Maduro y Quevedo para negociar un nuevo contrato sindical.
El secretario general del sindicato, Johnny Linares, de la empresa gubernamental Venezuela Cement Co. en Puerto Ordaz, dijo a El Correo del Caroní que su contrato terminó en 2009 y que solo ganan el salario mínimo. “Al final del mes es poco lo que podemos comprar”, dijo. Los trabajadores sobreviven vendiendo o intercambiando sacos de cemento que les dan cada mes.
Solidaridad de Cuba
Washington odia al pueblo y gobierno venezolanos, porque han ayudado a Cuba, y los gobernantes de EE.UU. temen que los trabajadores y agricultores de allí puedan seguir el ejemplo de la Revolución Cubana.
El pueblo cubano continúa ofreciendo su solidaridad a Venezuela. Hay más de 20 mil voluntarios internacionalistas cubanos allí, muchos de ellos brindan atención médica, a menudo en las zonas del país más pobres y más difíciles de llegar. Trataron a casi 6 millones de pacientes el año pasado.
El Partido Socialista de los Trabajadores se une a Cuba para oponerse a todas las maniobras de Washington para interferir en la soberanía venezolana. ¡Manos de Washington fuera de Venezuela!