LA HABANA — “¿Indicó la victoria electoral de Donald Trump en 2016 un aumento del racismo, de la xenofobia, del desprecio a la mujer y otras formas de reacción en el seno del pueblo trabajador norteamericano? ¿Es por eso que decenas de millones de trabajadores votaron por él?”
Esa pregunta la planteó Mary-Alice Waters, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores, en una de las principales presentaciones de una conferencia de tres días en esta ciudad. El encuentro fue una de las actividades realizadas en torno a la celebración del día internacional de la clase obrera, el Primero de Mayo, cuando más de un millón de trabajadores se movilizaron en La Habana y en toda la isla.
Waters también planteó una segunda pregunta: “¿Realmente es posible una revolución socialista en Estados Unidos? ¿O será que los que contestamos ‘Sí’, sin reservas, somos una nueva variedad de socialistas utópicos e ilusos, por buenas que sean nuestras intenciones?”
Su charla, enfocada en responder a estas interrogantes, dio inicio a un programa en dos partes sobre la lucha de clases en Estados Unidos.
La segunda parte se tituló: “Desde Clinton hasta Trump: Cómo el pueblo trabajador en Estados Unidos está respondiendo a la ofensiva antiobrera de los patrones, sus partidos y su gobierno”.
Fue un panel integrado por dirigentes y partidarios del Partido Socialista de los Trabajadores con muchos años de experiencia sindical en industrias básicas y otros sectores de la economía, incluida la agricultura. Describieron las formas multifacéticas de explotación y opresión capitalista que enfrenta el pueblo trabajador en Estados Unidos y, aún más importante, la creciente resistencia que la ofensiva de los grandes propietarios está provocando.
Este programa en dos partes fue un aspecto importante del XII Taller Científico Internacional Primero de Mayo, celebrado del 24 al 26 de abril. Los principales auspiciadores del evento fueron el Instituto de Historia de Cuba y la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), la central sindical nacional. Asistieron unas 130 personas. La mayoría provenía de ciudades de todas partes de Cuba. Otros llegaron de México, Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos, España y el Reino Unido.
Ulises Guilarte, secretario general de la CTC, inauguró la conferencia con una presentación sobre los desafíos que hoy enfrentan los trabajadores y los sindicatos cubanos, desde la perspectiva de que aquí “la clase obrera está en el poder”. También hubo presentaciones de dirigentes del Sindicato del Comercio y la Gastronomía, y del Sindicato de los Trabajadores del Turismo en Cuba.
Silvia Odriozola, de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores, habló sobre el estado actual de la economía cubana. También hubo un panel especial sobre la industria azucarera. Liobel Pérez, de la empresa azucarera estatal Azcuba, explicó los proyectos actuales para mejorar los sistemas de riego y la mecanización de la zafra, así como para desarrollar biocombustibles derivados de la caña.
Orlando Borrego, quien combatió en la guerra revolucionaria cubana bajo el mando de Ernesto Che Guevara y fue ministro del azúcar en los años 60, habló sobre sus experiencias de trabajar con Guevara en el gobierno revolucionario. Describió las cualidades de Che como dirigente comunista que infundía confianza en los trabajadores de que podían construir una sociedad socialista sobre nuevos cimientos económicos y transformarse en ese proceso.
En el transcurso de la conferencia se realizaron más de 20 paneles. Algunos abordaron la situación del pueblo trabajador en diferentes países, desde Argentina hasta Venezuela. Otros estudiaron la historia del movimiento obrero en Cuba, desde el papel de Julio Antonio Mella, dirigente fundador del Partido Comunista de Cuba en 1925, hasta la huelga de los obreros textiles durante la Segunda Guerra Mundial. Otra serie se centró en la mujer cubana en la fuerza laboral y los sindicatos.
La conferencia se realizó en un histórico centro sindical y cultural, el Palacio de los Torcedores. Fundado en 1925 por el sindicato de obreros tabaqueros, durante muchas décadas fue una sede de actividades educativas, sociales y organizativas del movimiento obrero. Actualmente está siendo restaurada para ser un centro social y museo sobre la historia del movimiento obrero cubano.
Lucha de clases en EE.UU.
El programa sobre la lucha de clases en Estados Unidos tomó lugar el último día de la conferencia. En su charla, titulada “En defensa de la clase trabajadora estadounidense”, Waters abordó prejuicios y concepciones falsas sobre la clase obrera norteamericana que son muy comunes en Cuba y otros países.
En respuesta a las dos preguntas que planteó, Waters describió con detalles la importancia de la huelga de maestros que estalló en Virginia del Oeste y se ha extendido a Oklahoma, Arizona y otros estados. Explicó que es una respuesta a las décadas de ataques contra el nivel de vida de los trabajadores por parte de los dueños de las industrias y su gobierno. Señaló que en Virginia del Oeste la huelga magisterial “se convirtió en un auténtico movimiento social, luchando por las necesidades de toda la clase trabajadora y sus aliados”.
Waters dijo que no debe sorprender que la mayoría de los estados donde los maestros han salido en huelga son lugares donde Trump obtuvo grandes mayorías en 2016. Citó a una maestra de Virginia del Oeste —una de las regiones más devastadas económicamente— que dijo que los trabajadores allí votaron por Trump por la misma razón que salieron en huelga. Sienten desconfianza y odio hacia lo que llaman la clase política, tanto demócratas como republicanos, desde Washington hasta los capitolios estatales.
Lejos de un auge de prejuicios reaccionarios, lo que hoy vemos entre el pueblo trabajador de Estados Unidos, subrayó Waters, es una mayor receptividad que en cualquier momento de nuestras vidas políticas al considerar lo que es una revolución socialista y por qué nuestra clase necesita tomar el poder estatal. Es lo que los miembros del PST han constatado al ir de puerta en puerta para hablar con trabajadores en zonas rurales y urbanas por todo el país.
¿Es posible una revolución socialista en Estados Unidos? Waters contestó: “No solo es posible sino que, aún más importante, las batallas revolucionarias de las clases trabajadoras son inevitables”. Lo que no es inevitable es la victoria. Eso depende ante todo de la calidad de la dirección proletaria.
Como evidencia de las batallas por venir y de las capacidades revolucionarias de la clase trabajadora, ella señaló tres de los más importantes ascensos de la lucha de clases en Estados Unidos en el último siglo. Uno fue el auge de batallas obreras en los años 30 que aglutinaron a millones de trabajadores en sindicatos industriales, y especialmente la campaña de sindicalización dirigida por los Teamsters de Minneapolis en toda la región norte-central, que contaba con una dirigencia de lucha de clases que incluía a miembros del Partido Socialista de los Trabajadores.
Otro fue el masivo movimiento de los afroamericanos con dirección proletaria en los años 50 y 60 que derrumbó el sistema Jim Crow de segregación racial. Combinado con el profundo impacto del ejemplo simultáneo del avance de la revolución socialista en Cuba, les infundió a las nuevas generaciones una confianza inquebrantable en lo que la clase trabajadora es capaz de lograr.
Estas luchas se entrelazaron con lo que llegó a ser un movimiento de millones de personas contra la guerra de Washington en Vietnam, que llegó hasta las filas del ejército de reclutas y sacudió la confianza de la clase dominante.
En la segunda parte del programa, Jacob Perasso, sindicalista y conductor de tren de carga en Albany, Nueva York, describió las condiciones laborales en esa industria, donde los patrones están reduciendo el tamaño de la tripulación, prolongando la jornada hasta 12 horas y creando condiciones más peligrosas. Señaló cómo sus compañeros de trabajo están buscando formas de resistir estos ataques y se muestran abiertos a debatir lo que plantean los socialistas.
Alyson Kennedy, quien formó parte de la primera oleada de mujeres que rompieron las barreras que las excluían de trabajar en minas subterráneas, relató algunas de las batallas en las que participó, desde Virginia del Oeste hasta Alabama y Utah, durante sus 14 años como minera del carbón. Actualmente trabaja como cajera en una tienda en Texas. Ella habló sobre la huelga de maestros en Oklahoma y su impacto entre el pueblo trabajador de toda la región.
Willie Head, un pequeño agricultor del sur de Georgia, describió la extensa lucha de los granjeros negros para mantener sus tierras y las formas en que son discriminados por los bancos y el gobierno. Explicó cómo, al igual que la mayoría de los pequeños productores, él ha tenido que desempeñar muchos empleos asalariados diferentes para tener ingresos suficientes para seguir cultivando.
Róger Calero, a partir de sus propias experiencias en luchas sindicales de empacadores de carne en Minnesota y mineros del carbón en Utah, explicó cómo la clase dominante, y no los trabajadores, son quienes impulsan los prejuicios antiinmigrantes y por qué la lucha por la amnistía y para que los trabajadores inmigrantes no sean usados como chivos expiatorios es una cuestión de vida o muerte para la clase trabajadora.
Omari Musa, un veterano de batallas sindicales y del movimiento pro derechos de los negros, dio numerosos ejemplos de cómo y por qué hoy es más difícil que nunca que los gobernantes capitalistas estadounidenses usen el racismo contra los negros para dividir a los trabajadores, y cómo esto ha fortalecido a la clase trabajadora.
Uno de los panelistas, Harry D’Agostino, músico, que no pudo participar a último momento, escribió sus palabras, que fueron distribuidas a todos los presentes. Él habló de los desafíos especiales que enfrentan los jóvenes que recién ingresan a la fuerza laboral, y el impacto de ver a la clase trabajadora en acción por primera vez.
‘Asombro’ por condiciones en EUA
Después de las presentaciones, un miembro del público preguntó por qué todas las luchas en Estados Unidos parecen ser de diferentes “sectores” aislados unos de otros.
Waters respondió que las luchas aparentemente disímiles reflejan el hecho de que la resistencia obrera en Estados Unidos recién ahora está empezando a desarrollarse en un movimiento social, dirigido por la clase trabajadora, que eventualmente podría adquirir suficiente fuerza para unir las distintas luchas y que se refuercen mutuamente. Estos distintos frentes son todas cuestiones de clase, dijo, y forman parte de la lucha para unificar a la clase trabajadora en la lucha.
La discusión continuó de manera informal durante las horas siguientes. Varios delegados expresaron que apreciaron especialmente las descripciones concretas de las condiciones de trabajo y las luchas obreras en Estados Unidos, y que se asombraron por los hechos presentados.
Una profesora de la Universidad Autónoma Chapingo de México le dijo a Waters que lo que aprendió “cambió completamente” su manera de entender lo que sucede hoy en Estados Unidos. Dos profesores argentinos de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral dijeron al Militante que les gustó escuchar la discusión sobre la necesidad de defender a los trabajadores inmigrantes ante las deportaciones, problema que también existe en Argentina, donde la clase dominante usa como chivo expiatorio a los bolivianos y otros inmigrantes.
Discusión sobre economía cubana
Los actuales desafíos económicos y políticos en Cuba fueron un hilo central de la discusión en el encuentro. Guilarte, secretario general de la CTC, informó que 584 mil personas trabajan actualmente en lo que frecuentemente se llama aquí el sector “no estatal” de la economía. Este incluye tanto a dueños como trabajadores en restaurantes privados, propietarios que alquilan habitaciones a turistas en casas particulares, miembros de empresas cooperativas en la construcción, el transporte y muchas otras pequeñas empresas. Tanto Guilarte como la economista Silvia Odriozola explicaron que la CTC busca sindicalizar a todos los que integran el sector “no estatal”.
Un delegado chileno preguntó si eso significaba que la CTC está sindicalizando tanto a los dueños como a los empleados de pequeñas empresas como si fueran todos trabajadores. Odriozola dijo que eso era correcto, y argumentó a favor de esa política, diciendo que “muchas cosas son nuevas y están cambiando, y todavía se están resolviendo los problemas”.
Durante un panel sobre “la integración económica regional”, se dio un debate importante entre Pedro Ross, quien había sido secretario general de la CTC por muchos años, y una de las participantes argentinas. Ross tomó la palabra para plantear que los problemas fundamentales que enfrentan los trabajadores y agricultores en América Latina no se resolverán hasta que el capitalismo sea derrocado, como se hizo en Cuba. Reforzó un comentario hecho por dos estudiantes de la Universidad de La Habana en el panel que habían dicho que el sistema capitalista mundial está en una crisis económica a largo plazo, lo cual significa que para millones de personas no hay fin al desempleo y a la pobreza.
Cuando la moderadora del panel, Nerina Visacovsky, profesora de la Universidad de Buenos Aires, empezó a dar fin a la discusión, diciendo, “Todos tenemos que aprender del Che”, Ross agregó: “Y de Marx, Engels y Lenin”.
Visacovsky respondió, “Sí, es cierto que hay que estudiar los clásicos del marxismo, pero también tenemos que ver cómo han cambiado las condiciones actuales y no seguir recetas”.
Ross replicó a su vez, “En Cuba hicimos una revolución socialista. La nuestra es una ‘receta’ probada. Hay que acabar con el capitalismo”. Añadió: “Y sobre este tema, les recomiendo a todos que escuchen a los compañeros norteamericanos”, en referencia al panel sobre la lucha de clases en Estados Unidos programado para el día siguiente.
Al clausurar la sesión final del encuentro, René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, agradeció a los socialistas de Estados Unidos no solo por las presentaciones sino por brindar una variedad de libros sobre los temas tratados. A lo largo de los tres días, los conferencistas compraron unos 140 de estos libros.
Entre los más populares se encontraron ¿Es posible una revolución socialista en EE.UU.? por Mary-Alice Waters, y dos libros del secretario nacional del PST, Jack Barnes: ¿Son ricos porque son inteligentes? y El historial antiobrero de los Clinton. Un buen número de participantes adquirieron tomos de la serie de Farrell Dobbs sobre las batallas de los Teamsters en los años 30, aprovechando que los cuatro tomos ya están disponibles en español.