HUMACAO, Puerto Rico—“Después del huracán María, el gobierno nos dejó abandonados. Pero aquí nos unimos todos para quitar los escombros, despejar los caminos y ayudar a que la gente sobreviviera”, dijo Raúl Laboy, un obrero de la electricidad jubilado. “Los vecinos trajeron comida y agua a las personas que más lo necesitaban. Atendieron a los ancianos y discapacitados. Se ayudaron entre sí a reparar los hogares. Fue la solidaridad, la solidaridad obrera”.
Al igual que otros trabajadores en esta zona montañosa, él y Wilfredo Abreu se tomaron un receso de su trabajo de construcción y carpintería para conversar con nosotros, el director y otro reportero del Militante, miembros del Partido Socialista de los Trabajadores. Estábamos visitando la comunidad de Mariana, en las afueras de Humacao, y otras zonas en el sudeste de Puerto Rico.
Puerto Rico quedó devastado por el ciclón. Ahora, más de ocho meses más tarde, la compañía eléctrica de Puerto Rico informó que 13 mil clientes —unas 52 mil personas— todavía estaban sin electricidad. Esto incluye a la mayoría de los 3 200 habitantes de Mariana, donde las brigadas de electricistras recién estaban llegando.
“Ahora estamos enfrentando el otro huracán —el huracán social— que es mucho peor que el natural, y que comenzó mucho antes”, dijo Laboy. “Es la consecuencia del capitalismo”.
“Y la junta de control fiscal que impuso el gobierno de Estados Unidos todavía insiste en recortar los programas sociales, cerrar escuelas, aumentar la matrícula universitaria y otros recortes para pagar la deuda y enriquecer a los bonistas”, dijo.
Durante nuestra visita conocimos a trabajadores, pescadores, estudiantes, jubilados y otras personas que nos describieron cómo se unieron para ayudarse entre sí: organizar manifestaciones que exigen al gobierno que restablezca la luz, protestas contra los planes de cerrar escuelas públicas y otras actividades. La próxima edición del Militante publicará un reportaje más amplio.