Carolina del Norte: Crece desastre social tras ciclón

Crisis es producto de dominio capitalista

Por Susan Lamont
15 de octubre de 2018
Rebecca Stutts (centro) y Samantha Worrell (der.) presentan a Rachele Fruit, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para gobernadora de Georgia, a trabajadores en zonas costeras de Carolina del Norte, abandonados por gobernantes capitalistas tras ciclón Florence.
Militante/Sam Manuel Rebecca Stutts (centro) y Samantha Worrell (der.) presentan a Rachele Fruit, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para gobernadora de Georgia, a trabajadores en zonas costeras de Carolina del Norte, abandonados por gobernantes capitalistas tras ciclón Florence.

WILMINGTON, Carolina del Norte —“La gente apenas se recuperó del huracán Matthew en 2016, y ahora nos golpea Florence”, dijo Samantha Worrell a los corresponsales obreros del Militante el 28 de septiembre. Vive en el pueblo de Burgaw, cerca de Wilmington.

Worrell se suscribió al Militante cuando conoció a miembros del Partido Socialista de los Trabajadores en una protesta de maestros en Raleigh la primavera pasada. Worrell y su amiga Rebecca Stutts tomaron el día para presentar a los miembros del PST a trabajadores afectados por la tormenta. El equipo incluyó a Rachele Fruit, candidata del PST para gobernadora de Georgia; Sam Manuel y yo. El huracán llegó aquí el 14 de septiembre.

Les explicamos que el funcionamiento brutal del sistema capitalista es la causa de la catástrofe social. Un sistema que protege las ganancias a expensas de los trabajadores y agricultores, quienes tienen que enfrentar el desastre por su propia cuenta.

Los funcionarios del gobierno ordenaron a alrededor de 1.5 millones de personas en las Carolinas y Virginia que evacuaran, pero las dejaron a su propia suerte. Algunos trataron de capear la tormenta, muchos regresaron para encontrar sus casas dañadas o destruidas.

“El agua no subió hasta nuestra casa”, dijo Samantha Nelson, quien vive en una casa móvil cerca de Rocky Point. “La lluvia penetró el techo y las paredes, así que el moho se está extendiendo por toda la casa. No tuvimos electricidad por 10 días y tuvimos que tirar toda nuestra comida.

“No se puede beber o usar el agua, porque está contaminada”, dijo. “El aire es asqueroso”. El personal de FEMA y de la Cruz Roja le dijeron  que tenía que salirse de su propiedad para que la consideraran para recibir ayuda.

“Los trabajadores y agricultores de Cuba, dirigidos por su gobierno revolucionario, muestran lo qué se puede hacer para minimizar la destrucción y la pérdida de vidas a causa de una tormenta como Florence”, dijo la candidata del PST a Nelson. “Pero a pesar de que es un país pobre en comparación con Estados Unidos, cuya riqueza provienen de la explotación de los trabajadores por todo el mundo, el gobierno cubano y las organizaciones de masas movilizan a los trabajadores y agricultores y los recursos del país para prepararse de antemano.

“Se organizan para evacuar a las personas y sus animales, para traer suministros con anticipación para que la reconstrucción empiece de inmediato”, dijo Fruit. “Pueden hacer esto porque hicieron una revolución socialista y los trabajadores y agricultores están en el poder. Como dijo Raúl Castro, nadie en Cuba queda solo”.

“Eso es muy diferente aquí”, dijo Nelson. “Aquí no hay una verdadera preparación”.

Nelson, Worrell y Stutts describieron muchos ejemplos de trabajadores ayudándose mutuamente, distribuyendo alimentos y ropa y encontrando soluciones a corto y largo plazo para las necesidades apremiantes.

Los voluntarios de la Cajun Navy, que vinieron de Luisiana y otros lugares, ayudaron a rescatar a muchos de la creciente inundación utilizando sus embarcaciones. La “Armada” surgió durante el huracán Katrina en 2005, cuando trabajadores con botes rescataron a personas y mascotas, a pesar de que las autoridades locales intentaron bloquear sus esfuerzos. Unas 1 500 personas aún permanecen en refugios, que las autoridades están tratando de cerrar. Miles están alojados en casas dañadas o en tiendas de campaña.

Luego visitamos un parque de casas móviles en Burgaw donde viven algunos de los 150 mil trabajadores agrícolas de Carolina del Norte. “Evacuamos y nos fuimos por una semana a Chapel Hill”, dijo Alejandra Hernández, de 25 años. “Veinticinco gentes nos amontonamos en unos cuantos cuartos de hotel”.

Un grupo de más de 35 trabajadores agrícolas con visas temporales H-2A de la granja Riggs Brothers en Kinston llamaron al 911 el 15 de septiembre para pedir ser rescatados cuando el agua les llegaba a sus cinturas. Nadie vino por horas. Los trabajadores dijeron a la prensa que habían oído que se avecinaba un huracán, pero nunca habían visto uno y no sabían qué esperar. Los avisos sobre la tormenta no fueron transmitidos en español. Los trabajadores se enteraron después que el dueño de la granja había llamado a las autoridades para cancelar la solicitud de ayuda. Él se ha negado a decir por qué.

En Clinton, al noroeste de Wilmington, cientos de trabajadores agrícolas fueron trasladados en autobús a refugios para esperar a que todo estuviera listo para regresar al trabajo. “Acabamos de llegar aquí y trabajamos durante cuatro días”, dijo Celestino Lara Romero, quien vino de México, al Citizen Times de Asheville. “Nos preguntamos cómo nos van a pagar”.