‘Caravana’ de inmigrantes expone crisis capitalista

Por Seth Galinsky
12 de noviembre de 2018
Hondureños y otros centroamericanos atraviezan México rumbo a Estados Unidos, 21 de octubre. Los trabajadores hondureños enfrentan crisis producida por la explotación capitalista.
Reuters/Ueslei MarcelinoHondureños y otros centroamericanos atraviezan México rumbo a Estados Unidos, 21 de octubre. Los trabajadores hondureños enfrentan crisis producida por la explotación capitalista.

Miles de hondureños, principalmente trabajadores y agricultores, atravesaron Guatemala y entraron a México para seguir hacia la frontera estadounidense, con la esperanza de entrar con o sin permiso de las autoridades. El tamaño de la caravana refleja la profunda crisis económica y social capitalista en Honduras y Centroamérica.

El presidente Donald Trump se está aprovechando de la caravana para profundizar las divisiones entre los trabajadores e impulsar medidas para el control del flujo de la inmigración por los gobernantes capitalistas, que incluye forzar al congreso a que financie el reforzamiento del muro fronterizo. Cuando miren la caravana, escribió en un twitter: “¡culpen a los demócratas por no darnos los votos para cambiar nuestras patéticas leyes de inmigración! ¡Recuerden las elecciones de medio término! Es tan injusto para los que entran legalmente”.

Exigió que los gobiernos de Honduras, Guatemala y México paren a la caravana —que según él incluye delincuentes y “terroristas” del Medio Oriente— o que les recortaría la ayuda estadounidense.

La caravana fue iniciada en San Pedro Sula, Honduras, el 12 de octubre por Bartolo Fuentes, un ex congresista del Partido Libre, el principal partido capitalista de oposición en Honduras. El partido está encabezado por Manuel Zelaya, quien fue derrocado como presidente por militares en 2009. Fuentes acompañó a los manifestantes a Guatemala.

Pueblo Sin Fronteras, con sede en Estados Unidos, está ayudando a organizar la caravana de 1 400 millas.

El Partido Demócrata, desde funcionarios liberales como Nancy Pelosi hasta los llamados radicales como Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de los Socialistas Democráticos de América (DSA), ha mantenido un muro de silencio. Convencidos de que la mayoría de los trabajadores son reaccionarios, temen que el uso del tema por Trump ayude a los candidatos republicanos en las elecciones de medio término.

Pero los periódicos liberales han destacado la caravana en sus portadas con la esperanza de que las imágenes de mujeres y niños sufriendo avergonzaran a la Casa Blanca y alentaran a los hispanos y opositores de Trump a salir a votar el 6 de noviembre.

Durante la última década, Washington ha presionado a los gobiernos de México y Centroamérica para que tomen medidas más fuertes para limitar la llegada de migrantes a la frontera de Estados Unidos.

Pero la detención y deportación de los inmigrantes centroamericanos que pasan por México no es popular entre muchos trabajadores en México.

Uno de los países más pobres

Honduras es uno de los países más pobres de América Latina. Según el Banco Mundial, en las zonas rurales —donde vive más de un tercio de la población— el 20 por ciento de la población gana menos de 2 dólares al día, un efecto de la explotación del país por parte del imperialismo estadounidense.

El banano, uno de los principales cultivos de exportación del país, está dominado por dos empresas estadounidenses: Chiquita y Dole. A principios de este año, 2 800 trabajadores en Chiquita terminaron una huelga de 77 días, cuando no lograron que la compañía revocara medidas contra la atención médica de los trabajadores.

Los más de 90 mil pequeños productores de café del país se han visto especialmente afectados por la crisis económica capitalista, ya que el precio del rubro ha continuado cayendo durante los últimos cinco años.

La violencia de las bandas criminales es endémica. Honduras tiene una de las tasas de homicidio más alta del mundo. Y en los últimos años grupos paramilitares, financiados por grandes terratenientes, han matado a decenas de campesinos que están luchando por tierra.

Unos 57 mil hondureños han estado trabajando en Estados Unidos durante 20 años bajo el Estado de Protección Temporal extendido por el gobierno estadounidense tras la devastación del país por el huracán Mitch en 1998. Pero la administración de Trump anunció a principios de este año que cancelará el programa para Honduras en 2020, lo cual dejará a los hondureños sujetos a deportación.

Muchos en la caravana han señalado la violencia de las pandillas como la razón para su solicitidud de asilo político cuando lleguen a Estados Unidos. Otros dicen estar motivados por la posibilidad de conseguir trabajo. Con la mayor disponibilidad de empleos en Estados Unidos, los patrones están buscando mano de obra más barata.

Trabajadores no son reaccionarios

No es cierto que los trabajadores que votaron por Trump —o los que no lo hicieron— están pidiendo la deportación de los inmigrantes o que no simpaticen con los de la caravana.

Eso quedó claro en O’Neill, Nebraska, un área que votó abrumadoramente por Trump en las elecciones de 2016. El 8 de agosto mientras el servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) realizaba una redada, trabajadores y jóvenes protestaron. Algunos portaban carteles que decían “Ilegales no. Amigos, vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de clase”.

Continúan ayudando a los trabajadores inmigrantes que viven allí. Bryan Corkle, el maestro de ciencias de la escuela secundaria que ayudó a organizar la protesta, dijo a los medios un mes después: “Estas son familias que forman parte de nuestra comunidad. Ellos son O’Neill”.