A continuación publicamos la carta de Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, leída por Norton Sandler en la celebración.
30 de diciembre de 2018
A los amigos, familiares y compañeros reunidos en Los Angeles para celebrar la vida de Nan Bailey:
Nan Bailey era una “hija de militar”. Ella era fuerte. Como niña, fue formada tanto por las comunidades japonesas en las que vivió en el extranjero y luego —cuando fue un poco mayor— por las comunidades francesas, así como por las norteamericanas.
Siempre dijo que el ejército imperialista estadounidense sabía lo que hacía cuando cambió de política y dijo que tus familiares no podían ir contigo al extranjero. Esto era parte de la supuesta “máquina de matar simplificada y feroz” que pretendían. Nan, al igual que su camarada y semejante Osborne Hart, por supuesto, no podía imaginar que su partido no hiciera trabajo político en las filas de las fuerzas armadas.
Al mismo tiempo, esta “hija de militar” era una persona bella que buscaba la belleza en la naturaleza, en el arte y en las personas. Vuestra elección del lugar para esta reunión para celebrar su vida es el apropiado para este aspecto de Nan.
Nan aprendió el francés y tenía muchos gustos franceses —y gusto. Y utilizó este conocimiento para aprender más fácilmente el español —en el trabajo, socializando con compañeros de trabajo y amigos, y en la escuela de liderazgo del Partido Socialista de los Trabajadores a la que asistió a principios de los años ochenta.
Agradezco que uno de sus compañeros de la escuela de liderazgo del partido, Sam Manuel, haya venido desde Atlanta a esta reunión para celebrar la vida de Nan. Lo único que hizo que otra estudiante, Andrea Morell del área de la Bahía [de San Francisco], cancelara sus planes de viaje para unirse a Sam aquí fue la orden de los cirujanos después de una operación de cadera.
Miren la foto del alumnado en la exposición. Está claro que Andrea y Nan fueron las dos traviesas de la escuela.
Nan fue la experta sin rival del partido en la calidad de varios croissants. Cuando trabajábamos juntos en el centro nacional del partido en 410 West Street en Nueva York, entraba en dos panaderías francesas, a veces tres, en el camino desde la parada Sexta Avenida del metro hasta nuestra oficina. Los bocados de pastelería que ella iba a ofrecer ya habían pasado por la prueba de sabor más rigurosa al oeste de París.
También me introdujo al pequeño restaurante Pink Tea Cup en el West Village, que era lo opuesto a la cocina francesa, pero que sin duda tenía la mejor berza y otras exquisiteces parecidas en el bajo Manhattan. Nan no permitió que yo fuera solo la primera vez que me llevó allí —no tanto para ayudarme a saber que pedir, sino para que las damas sureñas supieran que yo era amigo de Nan y que me atendieran debidamente.
Los que conocieron a Nan pueden dar cientos de ejemplos de actos de generosidad como este, siempre con la ausencia de cualquier obligación por parte del beneficiario, a parte de ser uno mismo y disfrutarlo.
Me parecería imposible, si voy a ser fiel a Nan, no terminar con la última parte de la introducción a Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, que tuve el privilegio de escribir. Eso fue hace casi una década.
•
[Las últimas dos páginas de la introducción por Jack Barnes]
Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero nunca habría podido producirse sin la colaboración directiva durante casi medio siglo de cuadros proletarios del Partido Socialista de los Trabajadores que son negros.
El libro es producto de los esfuerzos disciplinados de estos y otros cuadros del PST, entre ellos las generaciones que han estado dirigiendo el trabajo desde mediados de los años 70 para forjar un partido que sea proletario tanto en su composición como en su programa y acción. Los que han estado en las primeras filas, haciendo frente a matones racistas que atacaban buses escolares, protestas y líneas de piquetes. Los que realizan actividades políticas comunistas en la clase obrera y los sindicatos industriales. Los que se suman a huelgas, campañas de sindicalización y escaramuzas pequeñas y grandes en los talleres de trabajo. Los que han organizado en el seno de las fuerzas armadas imperialistas contra el racismo y los intentos de negarles sus derechos como ciudadanos soldados. Los que salen a las calles con otras personas para condenar la brutalidad policial, para reclamar la legalización de los trabajadores inmigrantes, para decir no a la pena de muerte y para reivindicar el derecho de la mujer a optar por el aborto. Los que han promovido y participado en el Partido Político Negro Independiente Nacional (NBIPP) y otras organizaciones buscando promover los derechos de los negros en un sentido proletario. Los que se dedican a educar a otras personas sobre la política imperialista del gobierno de Estados Unidos y su marcha incesante hacia una mayor militarización y propagación de sus guerras, y a movilizar fuerzas en su contra.
Lo que hallarán los lectores en estas páginas es el fruto de muchas décadas de actividad política por parte de trabajadores y jóvenes comunistas que hacen campaña con el semanario El Militante y otras publicaciones en esquinas callejeras, a las puertas de fábricas, entre estudiantes, en piquetes de huelgas y en otras manifestaciones y actividades de protesta social. Por parte de cuadros proletarios que han organizado y participado en escuelas de dirección comunista, ayudando a educarse a sí mismos y a otros en torno a las lecciones de más de 150 años de lucha revolucionaria del pueblo trabajador. Por parte de los que se han postulado como candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores para ocupar puestos desde cargos locales hasta la presidencia de Estados Unidos, y que lo han hecho en contra de los candidatos postulados —independientemente del color de su piel— por los demócratas, republicanos y otros partidos burgueses y pequeñoburgueses.
Por parte de cuadros que nunca se han cansado de ponerse en la cara de los race-baiters, los red-baiters,* los elementos abiertamente intolerantes y demagogos de toda calaña que han pretendido negar que los trabajadores, agricultores y jóvenes que son negros —y son orgullosos de ser negros— pueden ser y serán comunistas siguiendo el mismo camino y sobre la misma base política que cualquiera.
La colaboración con estos compañeros —pasando por muchas crisis y coyunturas, incluido el actual pánico capitalista global que aún está en sus primeras etapas— me ha enseñado mucho de lo que los lectores descubrirán en estas páginas. La tarea de poner estas lecciones por escrito es una de mis obligaciones, y mi nombre aparece como autor. Pero no pude haber llegado a estas conclusiones de otra forma sino como parte de un conjunto de cuadros proletarios probados y disciplinados, entre ellos estos hombres y mujeres de ascendencia africana, quienes en su vida y su actividad siguen fieles hasta el día de hoy a sus convicciones revolucionarias.
A ellos se les dedica Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero.
Nueva York, 4 de octubre de 2009
•
Abnegada, disciplinada e infaliblemente amorosa, Nan Bailey se mantuvo fiel a sus convicciones revolucionarias cada día de su vida adulta.
El más caluroso de todos los saludos como camarada,
Jack Barnes