REDONDO BEACH, California — Conductores de Uber realizaron una huelga de 25 horas el 25 de marzo para exigir que la empresa revoque un recorte salarial del 25 por ciento por milla impuesto a los conductores en los condados de Los Angeles y partes de Orange. A los 200 conductores de Uber en huelga se les sumaron conductores de Lyft para protestar frente a la sede de Uber aquí. También hubo protestas en San Francisco y San Diego contra recortes similares.
“En 2015, ganaba entre 1.15 y 1.20 dólares por milla”, dijo la conductora Esterphanie St. Juste, una de las organizadoras de la protesta, a Los Angeles Magazine. “Hoy ganó el 50 por ciento de eso. Nos llaman socios, pero no lo somos. Ellos lo dictan todo”.
Uber y Lyft dicen que los conductores son “contratistas independientes” que encienden y apagan la aplicación cuando es conveniente para ellos, que no son empleados. Pero en realidad la mayoría está trabajando a tiempo completo para estas empresas y es su principal fuente de ingresos.
Ellos pagan por el auto, mantenimiento, seguro y combustible, así como por las multas cuando los para la policía. Pero las compañías deciden las tarifas y las reglas y los conductores pueden ser desconectados en cualquier momento al capricho de los patrones. Uber y Lyft no tienen que cubrir el seguro médico de los trabajadores, ni la jubilación, o pago por desempleo o discapacidad.
Las compañías basadas en aplicaciones tienen fórmulas complicadas (tasas de kilometraje y tiempo, bonificaciones por no desconectarse en ciertas horas del día, comisiones, etcétera) que dificultan que los conductores sepan cuánto recibirán por cada viaje.
Rebecca Stack-Martínez, quien maneja para Uber y Lyft en San Francisco, es una organizadora de Gig Workers Rising. “Hace un año, si hacía 100 viajes en una semana recibía entre 225 a 250 dólares extras como bonificación”, dijo a la revista Slate durante la huelga. “Esta semana, si hago 100 viajes, recibiré 50 dólares”.
Los recortes en ingresos han provocado el crecimiento de organizaciones de conductores como Rideshare Drivers United, con sede en Los Angeles, la cual ha crecido a 3 mil miembros. Hay decenas de miles de conductores en el área.
Rideshare Drivers United está exigiendo que Uber y Lyft revoquen los recortes salariales, que se limite al 10 por ciento la porción que retiene la empresa del precio del viaje, garantizar el derecho a apelar las desactivaciones y que se reconozca una organización de conductores que pueda negociar por ellos.
Más de 30 manifestantes portaron carteles en chino que decían, “Rechazamos la explotación. Rechazamos la opresión”. Se unieron a otros conductores, hombres y mujeres, caucásicos, negros y latinos.
Sayed Moheb, originario de Afganistán, ha conducido para Uber por cuatro años. Uber “toma más del 65 por ciento de lo que pagan los pasajeros”.
“Es realmente obvio”, dijo el conductor Tyler Sandness al Militante en el acto, “que los trabajadores están siendo marginados. La productividad se ha expandido en los últimos 20 años, pero no hemos visto un centavo de esa ganancia. Los salarios han estado estancados desde los años 90”.
Mientras tanto, las condiciones y las deudas que enfrentan la mayoría de los conductores siguen afectándolos. En Nueva York, el conductor de Lyft, de 49 años de edad, Lu Tuan Wu, se suicidó en el asiento trasero de su vehículo el 23 de marzo. Es el noveno conductor de taxis, limosina o de aplicación que se suicida desde noviembre de 2017.
Lo que necesitan los conductores de Uber y Lyft, junto con los taxistas, es un sindicato para luchar por un contrato, salarios, seguro médico y para que el empleador se responsabilice de los costos y mantenimiento del vehículo.