Los dirigentes del Partido Demócrata y el creciente número de contendientes para la nominación presidencial de este partido están peleando sobre cual es la mejor estrategia para la victoria en 2020. ¿Será mejor competir con el presidente Donald Trump por los votos de los trabajadores en pueblos más pequeños y áreas rurales —los que Obama ganó en 2008 y 2012 y Trump captó en 2016— o será mejor darles la espalda a los que consideran sin esperanza y “deplorables”?
Paul Krugman, columnista del New York Times y ganador del premio Nobel, en su columna del 18 de marzo titulada, “Enfrentar la verdad sobre América rural”, dice que la historia demuestra que la respuesta es clara: hay que abandonar las comunidades rurales para que decaigan y mueran.
En el fondo está el miedo que comparte con otros en la élite meritocrática que facilitan el funcionamiento del sistema capitalista. Temen a los trabajadores, agricultores y pequeños propietarios que buscan cada vez más la forma de revertir las consecuencias de años de agobiantes ataques económicos, sociales y culturales y los efectos de las interminables guerras de los gobernantes capitalistas.
Krugman dice que la inutilidad de dar ayuda a trabajadores en el campo fue demostrada tras la caída del Muro de Berlín y la fusión de Alemania Oriental y Occidental. Los gobernantes capitalistas vertieron fondos en el antiguo este, que estaba subdesarrollado y en crisis. Pero esto fue un fracaso total, dice Krugman.
Señala el resultado de las elecciones alemanas de 2017. Toda la generosidad de los gobernantes no impidió que “más de una cuarta parte de los hombres de Alemania Oriental” votaran por lo que él llama la “Alternativa nacionalista blanca para Alemania” (AfD).
La AfD, un partido capitalista, aumentó su total de votos en la parte oriental de Alemania, donde durante décadas los trabajadores han enfrentado peores condiciones que las de la parte occidental. La disminución de votos hacia la coalición de la canciller Angela Merkel no fue un voto a favor del “nacionalismo blanco”, sino un voto en contra de la coalición gobernante que millones de personas culpan por la catástrofe que enfrentan.
Krugman y los de su calaña creen firmemente que los trabajadores rurales son racistas, reaccionarios e irremediables. “Los norteamericanos de áreas rurales”, dice, “muchos quienes raras veces se encuentran con inmigrantes en su vida cotidiana”, están profundamente prejuiciados contra ellos.
Pero en realidad, muchos patrones y grandes agricultores dependen de la mano de obra inmigrante, y durante años se ha tejido la solidaridad entre los trabajadores de todo tipo que viven y trabajan en estas regiones. Esto se manifestó visiblemente en la ciudad de O’Neill, Nebraska, el agosto pasado, cuando los trabajadores nacidos aquí se sumaron a acciones para defender a los trabajadores inmigrantes después de una redada de la migra.
‘No se puede hacer nada por ellos’
Las condiciones que enfrentan millones en las áreas rurales, según Krugman, son producidas por “fuerzas que nadie sabe cómo detener”.
La devastación que afecta a estas áreas es producto de la misma crisis económica que afecta a los trabajadores en las ciudades. Es una consecuencia del empeño de los gobernantes capitalistas de compensar por la caída de sus tasas de ganancias mediante su ofensiva contra las condiciones de vida y de trabajo de todos los trabajadores.
Pequeños productores de leche están abrumados por las deudas y reciben de las gigantes compañías que procesan la leche precios cada vez más bajos por sus productos. Muchos se ven forzados a dejar sus tierras. Las muertes por sobredosis de drogas ocurren más frecuentemente en las regiones rurales que en las ciudades. Pero Krugman dice que hay que ignorar estas condiciones porque esto solo tiene que ver con gente peligrosa que vota de manera incorrecta.
Fue en Virginia del Oeste y Kentucky —el tipo de estado que Krugman desprecia— donde maestros y otros trabajadores escolares hicieron uso el año pasado de las tradiciones acumuladas en décadas de batallas de mineros del carbón. Dieron un ejemplo para los trabajadores de todo el país.
La realidad es que hay una profunda solidaridad obrera en estas áreas. Miles de personas se hicieron voluntarios para ayudar a los afectados por la devastación de las inundaciones en Nebraska, Iowa y Missouri la semana pasada.
“Los de Nebraska y de Iowa son gente de campo que saben cómo mantenerse unidos y ayudar a sus vecinos”, dijo al Des Moines Register Sharon Kroese, quien vino a ayudar desde Branson, Missouri.
Krugman se lamenta que a este tipo de personas se les concede un “peso desproporcionadamente enorme” en las elecciones. Por lo tanto la candidata presidencial demócrata Elizabeth Warren y otros proponen limitar la franquicia a los que viven en áreas rurales por medio de la abolición del Colegio Electoral. El Colegio Electoral obliga que los candidatos presidenciales tengan que obtener un apoyo geográfico amplio para ser elegido —para que no salgan electos solo con el respaldo de unos cuantos estados con grandes ciudades y poblaciones.
El Partido Socialista de los Trabajadores lleva sus campañas, los libros de dirigentes del partido y las lecciones de las batallas de la clase trabajadora, y el Militante a ciudades y pueblos más pequeños y áreas rurales. Buscamos conocer las condiciones que enfrentan los trabajadores y discutir cómo podemos luchar eficazmente contra los ataques de los patrones y su gobierno. Este es el camino para construir un partido capaz de unir a toda la clase trabajadora.