En vísperas de la muy anunciada primera oferta pública de acciones de Uber el 10 de mayo, los choferes de Uber y Lyft en por lo menos 10 ciudades de Estados Unidos, y en varias en Australia, el Reino Unido y Brasil, desconectaron sus aplicaciones y se unieron a protestas el 8 de mayo.
Aunque modestas en tamaño, las huelgas demuestran que los trabajadores de las dos compañías están buscando formas de luchar por mejor pago y respeto. Demuestra la necesidad de un sindicato para todos los choferes: los de servicios de aplicaciones, taxis amarillos y otros.
Un elemento central de la “estrategia” de las compañías basadas en aplicaciones es convencer a los choferes de que son “operadores-propietarios” independientes, contratistas, en vez de trabajadores que necesitan un sindicato. De esa manera, todos los costos, desde el mantenimiento o alquiler del auto, combustible, multas, seguros y atención médica, recaen sobre el chofer, y no en las compañías.
Algunos choferes son “dueños” de su auto. Otros los alquilan de propietarios de flotas. Los patrones se benefician enfrentando a los choferes entre sí de muchas maneras, incluyendo a los de taxis amarillos contra los de plataformas. Un mayor reto que están discutiendo los choferes es cómo superar estas divisiones y por qué no pueden depender de las regulaciones del gobierno.
Las demandas de los choferes incluyen mejor pago y con más “transparencia” y el cese de las desactivaciones arbitrarias, el equivalente en Uber a ser suspendido o despedido. Hay alrededor de tres millones de choferes de Uber en todo el mundo. En la ciudad de Nueva York hay más de 100 mil choferes de plataformas y hay una cantidad similar en Los Ángeles, además de miles de taxistas “tradicionales”.
Los medios capitalistas apoyaron los esfuerzos de los patrones de exprimir más a los choferes con el fin de que las compañías sean realmente rentables. “Hagan todas las huelgas que quieran, Uber no pagará un salario mínimo”, proclamó una columna de Sarah Jeong, miembro del consejo editorial del New York Times. Su columna tenía el subtitulo: “Las opciones son pagarle menos a los choferes y remplazarlos con robots”.
USA Today secundó la afirmación de Uber de que las protestas no tuvieron impacto en sus operaciones diarias.
Pero en su primer día de transacciones públicas el 10 de mayo, las acciones de Uber cayeron más del 7 por ciento por debajo de su precio de oferta de 45 dólares, un “revés excepcional para una OPI de alto perfil”, señaló el Wall Street Journal.
Varios cientos de choferes y partidarios de Uber y Lyft protestaron en la sede de Uber en San Francisco el 8 de mayo. “Gano menos del salario mínimo trabajando de las 7 de la noche a las 5 de la mañana, sin pago por tiempo extra”, dijo la chofer Erica Mighetto al Militante. Los choferes dijeron que el movimiento apenas empieza y que más trabajadores verán que pueden luchar juntos.
En Los Angeles, cientos de choferes de Uber y Lyft apagaron sus aplicaciones por 24 horas y establecieron líneas de piquetes en el aeropuerto durante todo el día. “Estamos luchando por salarios dignos”, dijo Karim Bayumi en la línea de piquetes. “Que uno utilice su propiedad y pague el 90 por ciento de los gastos y se quede con el 50 por ciento o menos del pago de los viajes, ese no fue el acuerdo cuando fui contratado”.
Desactivando a los choferes
En Atlanta, la recién formada Rideshare Drivers United Georgia (Choferes de transporte unidos de Georgia) realizó dos manifestaciones, una en el centro de Uber y otra en el centro de Lyft, a los que asistieron aproximadamente 50 choferes y partidarios. Varios denunciaron las desactivaciones arbitrarias de las aplicaciones por las empresas. “Si un cliente le da al chofer una calificación de una estrella, la compañía lo desactiva”, dijo Seiko Conte, conductor para Uber desde 2016. “No hay apelación, uno no puede dar su versión de lo que pasó”.
Decenas de choferes de Uber y Lyft en Chicago, y algunos taxistas, realizaron una protesta en el ayuntamiento. “Los choferes de plataforma, de alquiler y amarillos, todos están tratando de ganarse la vida”, dijo el taxista Nnamdi Uwazie a los manifestantes. “Necesitamos estar unidos por los choferes, no por las corporaciones”. Uwazie es miembro de Taxistas Unidos, la cual está afiliada al sindicato de empleados públicos AFSCME.
Una protesta en el aeropuerto internacional de Seattle-Tacoma en el estado de Washington de unas 60 personas fue auspiciada por el Local 117 del sindicato Teamsters y la Asociación de Choferes de Aplicación que está afiliada al sindicato.
En Nueva York, más de 200 choferes se unieron a las protestas en las oficinas centrales de Uber y Lyft en Long Island City, una por la mañana auspiciada por el Gremio de Choferes Independientes y una por la tarde organizada por la Alianza de Trabajadores de Taxi de Nueva York. La mayoría de los choferes eran inmigrantes de todo el mundo, incluyendo de Bután, Burkina Faso, China, India, Malí, Marruecos, Nepal, Nigeria, Rusia y Tíbet.
A pesar de los intentos patronales de enfrentar a los choferes entre sí, choferes de taxis amarillos y de limusinas vinieron a las protestas a brindar solidaridad.
“No tengo seguro médico, ni hay pago por enfermedad. Uber no nos da nada”, dijo el chofer Reza Saifan al Militante en la protesta de la tarde.
‘Somos empleados, no contratistas’
“Uber debe dejar de llamarnos contratistas independientes”, agregó. “Deben llamarnos empleados porque trabajamos para ellos. Y no deberíamos tener que trabajar más de ocho horas para tener más tiempo para descansar y cuidar a nuestras familias. Formar un solo sindicato, tiene mucho sentido”.
En el Reino Unido, los choferes en varias ciudades, incluyendo Londres, Birmingham y Glasgow, apagaron sus aplicaciones desde las 7 a.m. a las 4 p.m. y realizaron líneas de piquetes en la sede de Uber en el este de Londres. “Somos más de 100 mil choferes privados en Londres. Si todos tomamos acción tendrá un gran impacto”, dijo el chofer Ahmed Hussein.
Uber y Lyft mantienen las tarifas bajas y por ahora optan por prescindir de las ganancias con la esperanza de eliminar a las compañías rivales. En 2018, Uber reportó una pérdida de 3 mil millones de dólares en ingresos de 11.3 mil millones y su deuda alcanzó casi 8 mil millones.
Lyft lanzó su propia oferta pública en marzo, pero sus acciones han seguido cayendo. Los inversionistas están escépticos ante la capacidad de las empresas de aplicaciones de sacar ganancias.
“A medida que buscamos reducir los incentivos para los choferes con el fin de mejorar nuestro rendimiento financiero, anticipamos que la insatisfacción de los choferes en general aumentará”, admitió Uber en su presentación ante la Comisión de Valores y Comercio de Estados Unidos.
Eso seguro pasará.
Betsey Stone en San Francisco, Deborah Liatos en Los Angeles, Janice Lynn en Atlanta, Naomi Craine en Chicago, Edwin Fruit en Seattle y Dag Tirsén en Londres contribuyeron a este artículo.