El tenue alto el fuego acordado el 6 de mayo entre el gobierno israelí y Hamas y la Yihad Islámica Palestina, ambas basadas en Gaza, no acaba con el interminable ciclo de violencia. Los combates entre Tel Aviv y los dos grupos reaccionarios, comprometidos con la destrucción de Israel, son un obstáculo para unir al pueblo trabajador, independientemente de su religión o nacionalidad y para avanzar sus intereses contra las clases dominantes capitalistas de ambos lados de la frontera.
Al centro de los recurrentes combates está el rechazo de Hamas, que gobierna la Franja de Gaza, y Yihad Islámica, de reconocer la existencia de Israel. Y el rechazo del gobierno israelí de aceptar la creación de un estado palestino independiente, un territorio nacional contiguo y soberano que incluya a Gaza y Cisjordania.
La tregua puso fin a dos días de bombardeos que dejaron cuatro muertos en Israel y 25 en Gaza, la mayoría civiles, en el combate más intenso desde 2014. Hamas y Yihad Islámica, quienes reciben fondos del régimen contrarrevolucionario de Irán, lanzaron 690 cohetes desde Gaza hacia Israel, de los cuales solo 240 fueron interceptados por la defensa antimisiles de Israel. Las fuerzas armadas israelíes atacaron 320 objetivos en Gaza.
Numerosos ceses al fuego en los que Hamas a acordado detener sus ataques contra Israel y el gobierno israelí a relajar su embargo económico contra el territorio, se han desmoronado en varias ocasiones.
Durante los últimos combates, ambas partes fueron cuidadosos de evitar acciones que pudieran llevar a una guerra abierta, como ocurrió en 2008–09, 2012 y 2014. Miles de residentes de Gaza y unos cien israelíes murieron en el curso de esas guerras.
Los combates comenzaron el 3 de mayo, cuando francotiradores de Yihad Islámica en Gaza hirieron a dos soldados israelíes y el gobierno israelí tomó represalias.
El gobierno israelí gobernó la Franja de Gaza durante 38 años, después de ocuparla, junto con Cisjordania y los Altos del Golán, en la guerra de 1967. En septiembre de 2005, tras el levantamiento de los palestinos en Cisjordania y Gaza que duró cinco años, Tel Aviv devolvió Gaza al control palestino.
En marzo de 2006, Hamas ganó el control del gobierno de Gaza y en junio de 2007 derrotó militarmente a las milicias aliadas con la Autoridad Palestina liderada por Fatah, que gobierna Cisjordania.
Al extender Hamas su dominio y curso reaccionario, incluyendo sus provocaciones armadas contra Israel, las autoridades israelíes cerraron la frontera prohibiendo la entrada de miles de residentes de Gaza que trabajaban en Israel.
Esto tuvo un impacto devastador. Actualmente el 80 por ciento de los 1.9 millones de habitantes de Gaza dependen de la ayuda de Naciones Unidas y de otra asistencia internacional. El desempleo es más del 50 por ciento.
Los dirigentes de Hamas defienden sus ataques contra civiles, casas y fábricas en Israel. Mientras Yihad Islámica llama a la destrucción de Israel.
El camino proletario para avanzar
Dada la última ronda de combates, la declaración del Partido Socialista de los Trabajadores “Por el reconocimiento de un estado palestino e Israel” es más valiosa que nunca. La declaración “subraya la necesidad política de que los gobiernos israelí y árabes y los liderazgos de las organizaciones palestinas inicien conversaciones inmediatas para reconocer tanto a Israel como a un estado palestino independiente”.
“Las negociaciones para llegar a ese acuerdo deben reconocer el derecho de los judíos en todas partes del mundo a refugiarse en Israel ante el aumento global del odio anti-judío y la violencia antisemita, así como el derecho incondicional del desposeído pueblo palestino a una patria soberana con territorio contiguo”.
Señala la historia de la dominación imperialista y la explotación capitalista de la región, que incluye “la brutal opresión colonial y nacional en todos los países árabes y musulmanes, así como los crímenes genocidas del Holocausto, de los pogromos asesinos que lo precedieron en Europa oriental y central y en Rusia, y la realidad perdurable del odio anti-judío en el actual mundo capitalista plagado de crisis”.
La declaración del Partido Socialista de los Trabajadores explica que el punto de partida debe ser “los intereses de clase y la solidaridad de los trabajadores y pequeños agricultores en todo el Medio Oriente —ya sean palestinos, judíos, árabes, kurdos, turcos, persas o de otra nacionalidad y cualesquiera que sean sus creencias religiosas— y los del pueblo trabajador en Estados Unidos y en todo el mundo”.
Concluye diciendo: “Estamos a favor de todo lo que ayude al pueblo trabajador a organizarse y tomar acción conjuntamente para impulsar nuestras demandas y luchas contra los gobiernos capitalistas y las clases dominantes que nos explotan y oprimen”.