Infantes de marina británicos interceptaron e incautaron un barco petrolero el 4 de julio cerca de Gibraltar, una colonia británica en la costa de España. Transportaba petróleo iraní destinado al aliado de Teherán, la dictadura de Bashar al-Assad en Siria. El gobierno norteamericano elogió el acto de piratería, que aumenta las tensiones en el Medio Oriente, a la vez que Washington le impone sanciones a Irán que están causando crecientes dificultades a los trabajadores del país.
El gobierno británico alegó que el buque estaba violando las sanciones impuestas por la Unión Europea en relación a exportaciones de petróleo a Siria. El gobierno español dijo que la incautación se llevó a cabo a petición de Washington.
El comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán, Mohsen Rezai, amenazó con requisar un barco británico si Londres no libera el barco. El British Heritage, un barco petrolero rumbo a Iraq, cambió su curso el fin de semana y se refugió frente a las costas de Arabia Saudita.
“El Partido Socialista de los Trabajadores exige, ‘Manos de Washington fuera de Irán’”, dijo Lea Sherman, candidata del PST a la Asamblea General de Nueva Jersey, en un foro en Nueva Jersey el 6 de julio. “El pueblo trabajador en Estados Unidos no tiene ningún interés en interferir con la soberanía del pueblo de Irán. Exigimos un fin a las sanciones y que se retiren todas las tropas de Washington del Medio Oriente”.
La captura de la nave se produce cuando el gobierno del presidente Donald Trump ha impuesto severas sanciones a Teherán con el fin de reducir a cero sus exportaciones de petróleo. Espera que esto obligue a los gobernantes iraníes a participar en conversaciones dirigidas a controlar las milicias que Teherán despliega en Siria e Iraq y poner fin a cualquier posibilidad de que pueda desarrollar armas nucleares.
El presidente iraní, Hassan Rouhani, anunció que Teherán comenzará a aumentar el enriquecimiento de sus reservas de uranio a partir del 7 de julio a “cualquier cantidad que queramos”. Esto viola las condiciones acordadas en 2015 por el gobierno iraní y el ex presidente Barack Obama, y los gobiernos de Alemania, Francia, Reino Unido, Rusia y China. El gobierno de Estados Unidos se retiró de ese acuerdo, que había puesto límites en el programa de armas nucleares iraní. Trump dijo que no era suficientemente estricto. Los gobernantes de las potencias imperialistas europeas se oponen a la reimposición de sanciones por Washington, pero sus esfuerzos por salvar el acuerdo de 2015 han fracasado.
Las exportaciones de petróleo de Teherán se han desplomado en un 90 por ciento desde el inicio de las sanciones. Los efectos se sienten más entre los trabajadores y agricultores que enfrentan los flagelos gemelos del aumento del desempleo y una tasa de inflación del 50 por ciento.
Los políticos de los partidos demócrata y republicano describen al gobierno iraní como el heredero natural de la revolución iraní de 1979. La realidad es que el régimen clerical consolidó el poder de los gobernantes capitalistas del país como parte de una contrarrevolución, con el objetivo de hacer retroceder los logros de los trabajadores durante la lucha revolucionaria que derrocó al Shah de Irán el cual contaba con el apoyo de Washington. Bajo el manto de prevenir la “proliferación nuclear”, los gobernantes norteamericanos pretenden prevenir que Teherán adquiera la capacidad nuclear mientras mantienen sus propias reservas masivas. “El PST exige que Washington desmantele unilateralmente su arsenal nuclear”, dijo Sherman en el foro. “Y el partido se opone al desarrollo de estas armas letales por los gobernantes de Irán o de cualquier otro país”.
Señaló el ejemplo sentado por Fidel Castro, el principal dirigente de la Revolución Cubana. Castro explicó: “Nunca hemos considerado producir armas nucleares, porque no las necesitamos”. Ante los incesantes esfuerzos de Washington por derrocar la revolución socialista, dijo Castro, confiamos en nuestro pueblo revolucionario. “La única arma a la que no hemos renunciado es ‘la guerra de todo el pueblo’”.