Protestas en Líbano unifican a trabajadores

Por Terry Evans
4 de noviembre de 2019

Las guerras y los conflictos políticos entre los gobernantes capitalistas que compiten para promover sus intereses nacionales, incluyendo la invasión del noreste de Siria por los gobernantes turcos en contra de los kurdos, continúan azotando a los trabajadores en el Medio Oriente. Cientos de miles de trabajadores libaneses de todos los grupos religiosos se han levantado para exigir la dimisión del gobierno de coalición del primer ministro Saad al-Hariri, el cual es respaldado tanto por Washington como por Teherán.

Las protestas comenzaron después que el gobierno impuso un impuesto a las llamadas telefónicas. Durante años, los trabajadores y los agricultores han sufrido un deterioro en su nivel de vida, y las medidas del gobierno para convertir en chivos expiatorios y deportar a los 1.5 millones de refugiados que huyeron de la guerra civil en Siria y de las intervenciones extranjeras que pretenden poner al Líbano bajo su dominio.

“Ni Arabia Saudita ni Irán podrán detener esta protesta”, corearon los manifestantes en Beirut el 19 de octubre. El gobierno de Hariri depende de préstamos de la monarquía saudí y sus aliados en el Golfo, que lo presionan para que rechace la influencia de Hezbolá, el cual cuenta con el apoyo de Teherán y es parte de la coalición gobernante.

Hezbolá es un partido político capitalista que busca establecer en el Líbano un gobierno siguiendo el modelo del régimen clerical burgués de Teherán, su principal patrocinador y feroz rival de la monarquía saudí. Sus milicias combaten junto a las fuerzas de Teherán en la guerra civil de Siria, para ayudar al presidente sirio Bashar al-Assad a reimponer su brutal control sobre el país. El liderazgo de Hezbolá se jacta de que sus cohetes pueden alcanzar cualquier objetivo en Israel.

En julio, el Fondo Monetario Internacional, dijo que no otorgaría más préstamos hasta que Hariri imponga recortes en medidas sociales. Esto incluye el aumento de impuestos al consumidor, congelamiento de la jubilación anticipada para empleados públicos y la eliminación de los subsidios a la electricidad.

El desempleo entre los menores de 35 años es del 37 por ciento. Hay apagones diarios y el suministro de agua es esporádico.

Las demandas políticas de las protestas crecieron rápidamente, exigiendo un alto a la corrupción y la renuncia del gobierno. Al-Hariri anuló el aumento de impuestos a las llamadas telefónicas y luego redujo los salarios de los ministros y legisladores a la mitad el 21 de octubre, pero miles continuaron protestando.

“Nos mantendremos en las calles. No le creemos una palabra”, dijo la maestra Maya Mhana a Reuters.

Los manifestantes provienen de todos los orígenes religiosos. En los barrios en gran parte chiítas dominados por Hezbolá, en el sur del Líbano, los manifestantes atacaron sus oficinas.

El líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, atacó el 19 de octubre las demandas por la renuncia del gobierno. “Nasrallah es uno de ellos”, respondieron los manifestantes en la ciudad de Tiro.

Washington ha impuesto sanciones contra funcionarios de Hezbolá, con el fin de contrarrestar las intervenciones militares del gobierno iraní en la región.

Si bien Washington ha comenzado a mover alrededor de mil soldados en Siria fuera del camino de la invasión del gobierno turco contra los kurdos, los gobernantes estadounidenses están reforzando su posición en otras partes de la región. Desde mayo han desplegado 14 mil efectivos adicionales en el Medio Oriente, junto con baterías antimisiles Patriot, bombarderos B-52 y un grupo de ataque de portaaviones.

“El Partido Socialista de los Trabajadores exige que Ankara se salga del territorio de los kurdos sirios”, dijo Seth Galinsky, candidato del PST para defensor público de Nueva York, al Militante  el 22 de octubre. “Apoyamos la lucha de los kurdos por la soberanía nacional en Siria y en toda la región”.

“Washington debe retirar de forma inmediata e incondicional todas las fuerzas norteamericanas del Medio Oriente”, dijo. “La intervención de Washington sirve los intereses de los gobernantes capitalistas norteamericanos, no los de los trabajadores de Estados Unidos ni de otras partes”.