Las protestas estudiantiles que comenzaron en Chile el 5 de octubre en respuesta a un aumento de 30 pesos en las tarifas del transporte público impuesto por el gobierno, se convirtieron en manifestaciones masivas en todo el país el 19 de octubre, desde Santiago, la capital, hasta Osorno, arriba. “El aumento en el precio del metro fue solo la gota que rebosó el vaso”, dijo Constanza Uribe, estudiante de 18 años, al Wall Street Journal el 21 de octubre. Millones se enfrentan a un creciente costo de la vida con sueldos estancados, y ven a la clase capitalista de Chile viviendo en un lujo desvergonzado.
El presidente Sebastián Piñera, un capitalista multimillonario educado en Harvard, declaró que el país “estaba en guerra” y anunció un estado de emergencia y toque de queda el 20 de octubre, a pesar de haber suspendido el aumento de las tarifas. Piñera desplegó a más de 10 mil soldados para respaldar a la policía, que utilizó cañones de agua, balas de goma y gases lacrimógenos contra las manifestaciones. Cerca de 2 mil personas han sido arrestadas. Al menos 11 personas han muerto.
La Unión Portuaria de Chile anunció que cerraría 20 puertos el 21 de octubre, y que se sumarían a las manifestaciones. Los trabajadores de la mina de cobre de BHP, Escondida, la más grande del mundo, abandonaron el trabajo al día siguiente.