La administración de la universidad Oberlin College está intensificando su campaña para revertir una victoria del pueblo trabajador contra el privilegio de clase y el uso difamatorio del “race-baiting”, la práctica demagógica de acusar de racismo para desacreditar al acusado. El consejo directivo de la universidad anunció el 8 de octubre que estaba presentando una apelación contra el veredicto de un jurado que resultó en una orden de indemnización de varios millones de dólares a la familia Gibson y su tienda, por los esfuerzos de la universidad para difamarlos como racistas y destruir su negocio.
La universidad ha contratado a un nuevo equipo de abogados prominentes de Washington para que, con otras tres costosas firmas jurídicas, intenten revocar el veredicto convirtiendo a la víctima de sus calumnias en el criminal.
En un comunicado de prensa que anunciaba la apelación, el nuevo abogado Lee Levine intentó replantear el caso como “un precedente que pone en peligro la libertad de expresión en las universidades”. Buscan presentar a la universidad como víctima, alegando que solo estaba tratando de facilitar el ejercicio de los derechos constitucionales de los estudiantes. Pero eso es falso. La demanda de los Gibson no mencionó la opinión de ningún estudiante, o de hecho, de la universidad en su propia defensa.
Lo que estuvo en juicio fue el curso de acción difamatorio y arrogante de los funcionarios de la administración, denigrando a un pequeño negocio de racista, cancelando el contrato que tenían con la universidad y promoviendo un boicot para aplastarlos.
El veredicto unánime del jurado reflejó las opiniones del pueblo trabajador del área, quienes ven a la universidad como una institución meritocrática acostumbrada a salirse con la suya.
La apelación de la universidad y su gran equipo de abogados muestra que la universidad está planeando una batalla prolongada, reñida y costosa destinada a lograr un objetivo: acabar con el negocio de los Gibson a menos que renuncien a su victoria legal.
En un claro esfuerzo para debilitar el apoyo del pueblo trabajador a los Gibson, la universidad publicó un lujoso folleto de 24 páginas titulado “Nuestra comunidad”, para recordarle a todos que Oberlin es una ciudad dominada por la universidad y “económicamente entrelazada” con ella. Los administradores universitarios afirman que gastan 143 millones de dólares anuales en la economía local y que los residentes del área deben reconocerlo y rendirse ante su generosidad.
Culpable de los cargos
El 7 de junio un jurado del condado de Lorain declaró culpables a la administración universitaria y a su decana de estudiantes y vicepresidenta, Meredith Raimundo, de una campaña difamatoria y destructiva contra el negocio familiar de 134 años de antigüedad de los Gibson. El jurado aprobó una indemnización por daños y costos de 44 millones de dólares.
Citando la ley estatal de Ohio, que constitucionalmente limita las indemnizaciones por daños punitivos, el juez John Miraldi redujo el fallo a 25 millones. También falló a favor de 6.5 millones de dólares en costos legales. Los abogados de los Gibson han indicado que en caso de que haya una apelación ellos intentarán revocar el límite punitivo de Ohio para que se restaure el veredicto completo, con costos e intereses adicionales.
El Oberlin Review, dirigido por estudiantes y que se ha hecho eco de la línea de la administración contra los Gibson, expresó cierta preocupación por la actitud desdeñosa y arrogante de la universidad al llevar a cabo una celebración autocomplaciente de fuegos artificiales en un evento de bienvenida a los estudiantes el 5 de octubre. Indicaba “una disonancia más grande para una institución que actualmente está lidiando con … la estabilidad financiera”, editorializó el Review el 11 de octubre, y “cómo tratar a los miembros de la comunidad con justicia y respeto”.
Crisis financiera de Oberlin College
Oberlin College se ha visto muy afectada por la actual crisis del capitalismo. Un ingenioso informe de la administración del 10 de mayo titulado “Una única Oberlin” dice que “los déficits estructurales en sus presupuestos operativos” están forzándolos a gastar hasta un 8 por ciento anual de sus fondos patrimoniales de mil millones de dólares.
La universidad se queja de que el pago y los beneficios que han ganado sus empleados, organizados por el sindicato UAW, son “un 34 por ciento más altos que el promedio” de sus competidores. El informe dice: “Oberlin [College] necesitará reducir sus costos de personal en al menos 4 millones de dólares” para 2024.
Al igual que cualquier otro empleador capitalista, el informe dice que han decidido recortar empleos, subcontratar trabajos, acelerar el trabajo y reducir los salarios.
Y dicen que están eliminando 100 posiciones para estudiantes de su famoso conservatorio de música para agregar 100 más a la división de artes liberales, cuyos estudiantes pagan más.
El caso de difamación surgió de un incidente que tuvo lugar en noviembre de 2016 cuando un estudiante africano americano intentó usar una identificación falsa para comprar vino en la tienda de los Gibson. Luego trató de robárselo. Cuando el hijo del dueño fue a detenerlo afuera, el estudiante y dos amigos lo tiraron al suelo. Los estudiantes fueron arrestados. Todos se declararon culpables de delitos menores y admitieron en la corte que no fue una cuestión de racismo.
El jurado encontró que funcionarios universitarios, dirigidos por Raimundo, orquestaron, ayudaron a organizar y participaron en dos días de protestas estudiantiles posteriores frente a la tienda. La administración lideró en perpetrar la difamación, sin ninguna evidencia de que los propietarios de la tienda hubieran tenido un largo historial de racismo. Cancelaron sus pedidos de la tienda como parte de una campaña de boicot.
Cuando uno de los profesores los cuestionó, diciendo que nadie en la ciudad apoyaba sus cargos de racismo, Raimundo dijo: “Que se vayan al ‘ca–jo’.
Funcionarios universitarios han argumentado que el juicio debería ser trasladado fuera del área, diciendo que “no pudieron (y no recibieron) un juicio justo en el condado de Lorain”. Pero el hecho es que fue la solidaridad obrera, no el “prejuicio”, lo que generó un amplio apoyo allí y ayudó a sostener a los Gibson en su batalla.
“No se debe permitir que instituciones como Oberlin College intimiden a otros mientras se esconden detrás del supuesto escudo de la libertad de expresión”, dijo a la prensa Lee Plakas, el abogado principal de los Gibson y su tienda, después de que la universidad presentara su apelación.
Y es por eso que trabajadores con conciencia de clase apoyan el veredicto y la indemnización por daños, como un golpe político contra el desdén de clase prepotente y contra el race-baiting.