Tras los ataques con cohetes contra una base militar estadounidense en Iraq en los que murieron dos soldados norteamericanos y uno del Reino Unido, Washington bombardeó objetivos de las milicias respaldadas por Teherán el 12 de marzo.
El gobierno iraquí ha exigido que Washington retire sus tropas del país. Al mismo tiempo, el coronavirus comenzó a cobrar vidas en todo el país, mientras miles de trabajadores y jóvenes continúan protestando, exigiendo el fin de la intervención extranjera en Iraq.
Los ataques estadounidenses mataron a seis iraquíes y el presidente Barham Salih los calificó de ser una violación de la soberanía del país.
El secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shamkhani, visitó Iraq el 7 de marzo para presionar al gobierno a intensificar los esfuerzos para sacar a las fuerzas norteamericanas del país.
El ministro de relaciones exteriores iraquí, Mohammed al-Hakim, escribió a la ONU el 17 de marzo expresando que las acciones de las fuerzas estadounidenses “solo buscan convertir a Iraq en un campo de batalla para los conflictos regionales”.
Pero Iraq, Siria, Líbano y gran parte del Medio Oriente, han sido un “campo de batalla para los conflictos regionales” por muchos años. Potencias externas como Washington y Moscú, y los regímenes de Turquía, Irán y Arabia Saudita, han estado combatiendo y maniobrando para afirmar sus intereses económicos, políticos y militares.
Las divisiones dentro del gobierno iraquí entre partidarios y detractores de las relaciones con Teherán han impedido el nombramiento de un nuevo primer ministro. El último primer ministro renunció ante las protestas masivas de trabajadores y jóvenes durante meses contra la intervención de Teherán —y de Washington— y para exigir empleos y servicios públicos, y oponerse a todos los bloques políticos reaccionarios del régimen.
“El Partido Socialista de los Trabajadores exige el retiro inmediato e incondicional de las fuerzas norteamericanas de Iraq y de las tropas extranjeras”, dijo Malcolm Jarrett, el candidato para vicepresidente del PST, al Militante.
“Nuestra campaña se solidariza con el pueblo de Iraq que continúa protestando para librarse de su gobierno actual, y de la interferencia de Teherán y Washington”.
Los manifestantes están enardecidos por las desesperantes condiciones que enfrentan mientras los gobernantes iraníes y sus milicias en Iraq se enriquecen al expandir el control sobre el petróleo y otros recursos de Iraq.
Hasta ahora, “El número de muertos por el virus es mucho menor que el número de muertos por las milicias pro iraníes durante los últimos cinco meses”, dijo Khalil al-Assadi a al-Monitor durante una protesta en Bagdad a principios de marzo.