¡Únase a lucha por empleos, mejor salario y condiciones!

Por Roy Landersen
20 de abril de 2020
Paro de trabajadores de Perdue en Kathleen, Georgia, contra condiciones y horas extras obligatorias, 23 de marzo. “La línea va muy rápido”, dijeron. “Hay pollo en todo el piso”.
Paro de trabajadores de Perdue en Kathleen, Georgia, contra condiciones y horas extras obligatorias, 23 de marzo. “La línea va muy rápido”, dijeron. “Hay pollo en todo el piso”.

Los confinamientos que están imponiendo gobiernos por todo el mundo, desde América del Norte hasta Europa occidental, a Uganda y Argentina —una de las principales medidas que los gobernantes están usando para defender su sistema capitalista en un momento de profunda crisis económica y social— han dejado a millones de personas sin empleo. La mayoría de los trabajadores tiene poco dinero ahorrado, y el desempleo generalizado amenaza ser desastroso.

Crisis social producto del capitalismo

Una depresión total nunca vista por la mayoría de los trabajadores puede vislumbrarse en el horizonte.

Es por eso que el Partido Socialista de los Trabajadores llama a los trabajadores a luchar por un programa masivo de obras públicas financiado por el gobierno para crear empleos con salarios a escala sindical para construir lo que la sociedad necesita con urgencia. (Vea la declaración del PST en la portada.) Esto es vital para toda la clase trabajadora y sus aliados, quienes están siendo atomizados por la crisis capitalista que estamos viviendo.

El PST insta a los trabajadores a movilizarse para exigir ayuda gubernamental urgente para todos los trabajadores desempleados, los pequeños comerciantes y empleados por cuenta propia, así como para los que trabajan la tierra.

Los trabajadores que aun están trabajando y están organizándose contra los ataques de los patrones a sus salarios y condiciones de trabajo son la base sobre la cual se podrá avanzar ante esta crisis.

Desde las fábricas de acero hasta Walmart, en los ferrocarriles y los camioneros, los trabajadores que tienen la suerte de trabajar en las industrias que los patrones consideran “esenciales” para el capitalismo se enfrentan a una aceleración del ritmo de trabajo, condiciones más peligrosas y otros ataques de los patrones impulsados por su afán por ganancias. Hoy, más que nunca, está claro que los trabajadores son los únicos que pueden producir lo que la sociedad necesita.

A los patrones no les importa que es lo que se produce, solo que les proporcione ganancias. Esta es la razón por la que insisten en las entregas justo a tiempo de piezas y materias primas. De esa forma su capital no está atado en almacenes sin generar ganancias. Es por eso que hubo tanta escasez de suministros médicos cuando estalló el brote del coronavirus.

Desde 2003, los patrones han cerrado al menos 16 hospitales solo en la ciudad de Nueva York, donde cada metro cuadrado de bienes raíces tiene un alto valor. Los gobernantes capitalistas en todas partes fallaron al dejar de actuar cuando la administración de pruebas del virus a escala masiva, la cuarentena selectiva, el tratamiento médico y un programa intensivo para desarrollar una vacuna podrían haber contenido el virus antes de que se convirtiera en una pandemia.

Desdén por la clase obrera

Tienen desdén hacia los trabajadores, a quienes consideran “deplorables”, que deben ser controlados para impedir que se vuelvan peligrosos.

Los medios de comunicación buscan provocar el pánico para que los trabajadores se teman entre sí como posibles “portadores” del virus. Quieren tratar de destruir nuestra solidaridad y evitar que nos unamos para oponernos a que nos hagan pagar por su crisis.

Funcionarios gubernamentales  están aumentando las multas por estar afuera o amenazando con encarcelamiento. En Sudáfrica, los vendedores ambulantes, desesperados por ganarse el sustento, son golpeados con porras y amenazados por policías armados. En Rhode Island, Florida y en otros lugares, efectivos de la Guardia Nacional han sido apostados en las fronteras estatales para no dejar entrar a “forasteros”.

Más de 700 mil empleos fueron eliminados en marzo, según el Departamento del Trabajo. Los patrones y sus gobiernos ordenaron el cierre de restaurantes, bares, tiendas minoristas, plantas automotrices, obras de construcción, servicios sociales y centros de salud que supuestamente no son urgentes. En algunos estados, esto incluye la prohibición del derecho de una mujer a un aborto.

Es probable que muchos de estos cierres “temporales” se vuelvan permanentes, ya que los dueños de pequeños negocios están viendo desaparecer sus ahorros. Los trabajadores enfrentarán ejecuciones hipotecarias de sus casas, automóviles y granjas a medida que se retrasan en el pago de deudas a los dueños y bancos.

Bancarrota moral del capitalismo

No hay mejor manera de poner en evidencia la bancarrota moral del capitalismo que con la discusión sobre quién tendrá acceso a los vitales ventiladores, de los cuales hay un número limitado debido a la inacción del gobierno. Desde los dueños de los hospitales en la ciudad de Nueva York hasta los “expertos en ética médica”, la respuesta inmoral es “dar prioridad a los pacientes más jóvenes y aquellos con menos afecciones existentes”.

Roger Severino, director de la oficina de derechos civiles del departamento federal de la salud, respondió a esta inmoralidad de clase. “Nuestras leyes de derechos civiles protegen la misma dignidad de cada vida humana del despiadado utilitarismo”, dijo en un comunicado de prensa el 28 de marzo. “Las personas con discapacidad, con conocimiento limitado del inglés y las personas mayores no deben ser puestas al final de la línea para el cuidado médico durante emergencias”. Tampoco debería importar si tienen documentos de inmigración o no.

La única respuesta decisiva a la guerra de clases de los patrones contra los trabajadores, agricultores y todos los explotados y oprimidos por el capital es construir un movimiento de millones de personas para arrebatarles el poder político y reemplazarlo con un gobierno de trabajadores y agricultores. Las luchas de hoy pueden apuntar en esa dirección.