Una carta enviada a la revista Harper’s por 150 escritores y artistas en defensa de la libertad de expresión y el debate fue sometida a ataque inmediatamente por los guardianes radicales de lo que es “políticamente correcto”, quienes creen que es necesario suprimir los puntos de vista “impropios”. La venenosa reacción a “Una carta sobre la justicia y el debate abierto”, comprobó que los autores tenían la razón.
Los ataques a la libertad de expresión, sin importar de dónde provengan, siempre acaban siendo utilizados en contra de los que luchan sobre un camino obrero contra la explotación y la opresión capitalistas.
Entre los firmantes de la carta, la cual está disponible ya en el sitio web de Harper’s y será publicada en la edición impresa de octubre, se encuentran la feminista Gloria Steinem, el novelista Salman Rushdie, el músico de jazz Wynton Marsalis, la columnista liberal del New York Times Michelle Goldberg y el conservador Francis Fukuyama. Después de la obligatoria condena de la “amenaza a la democracia” que representa el presidente Donald Trump, los signatarios señalan que “el libre intercambio de información e ideas, el elemento vital de una sociedad liberal, diariamente están siendo más coartados”.
También señalan “la intolerancia a los puntos de vista opuestos, que está de moda avergonzar públicamente y el ostracismo y la tendencia a disolver cuestiones de política complejas en una certeza moral cegadora”.
Harper’s publicará simultáneamente el contraataque a la “Carta sobre la justicia”, firmada por unos 160 miembros de la llamada “comunidad editorial”.
La respuesta ataca a los firmantes de la carta por su raza, diciendo que muchos de ellos son “blancos, ricos y dotados de plataformas masivas” y “privilegiados”, como si el color de la piel, los accidentes de nacimiento o el éxito comercial predeterminan si un punto de vista es correcto o no. Afirma que la libertad de expresión y el libre debate son “conceptos seductores pero nebulosos y un lenguaje en clave” utilizado para evitar que las “voces marginadas” tengan una “plataforma”.
Ignoran que la “Carta sobre la justicia” fue encabezada por Thomas Chatterton Williams, un escritor que es negro, como muchos de los firmantes.
Los partidarios de la contradeclaración están especialmente irritados que la carta fue firmada por J.K. Rowling, autora de la serie Harry Potter. Rowling ha sido víctima de ataques por sus puntos de vista feministas, pretenden destruir su carrera e ingresos.
Acusan falsamente a Rowling de “dar plataforma a voceros violentos anti-trans”, por pronunciarse en defensa de Maya Forstater, una mujer en el Reino Unido que fue despedida por afirmar que existen dos sexos, determinados biológicamente.
Un blanco especial de quienes promueven la supresión de puntos de vista es evitar que los trabajadores y la juventud vean las batallas de clase como la fuerza impulsora de la historia y cómo avanza la conciencia de la clase trabajadora a través de nuestras luchas.
La redactora de Vox, Emily VanDerWerff, se quejó con sus directores de que la firma de su colega redactor Matthew Yglesias en la carta sobre la justicia “me hace sentir menos segura en Vox”, dando un empujón para que los patrones vayan tras él.
Oponentes de libre expresión atacan
Estas no son amenazas hipotéticas. A principios de junio, James Bennet, director de la página editorial del New York Times, tuvo que renunciar por haber publicado una columna del senador republicano Tom Cotton que incumplió las restricciones impuestas por los liberales que dirigen el periódico.
El mes pasado, Henry Bienen y Willard Bunn, presidente y director de la junta directiva de la Poet’s Foundation, tuvieron que renunciar por emitir una breve nota expresando “solidaridad con la comunidad negra” después que la policía mató a George Floyd en Minneapolis. Unos 1 800 “poetas”, “lectores”, “ganadores de premios” y otros firmaron una declaración acusando que “las acuosas fluctuaciones de la declaración son, en última instancia, violencia” contra los negros.
Los trabajadores y nuestros sindicatos necesitamos luchar tenazmente cada vez que los patrones, o la policía de lo que “es correcto políticamente”, utilicen medidas de control del pensamiento para despedir a alguien, independientemente de si estamos o no de acuerdo con sus opiniones. A medida que crezca la lucha de clases, los patrones tratarán de silenciar a los trabajadores militantes por hablar sobre el impacto de la crisis capitalista en nuestras vidas, como lo han hecho en el pasado.
El pueblo trabajador y los jóvenes tienen el derecho a considerar puntos de vista opuestos, a pensar por nosotros mismos y expresar nuestros propios criterios sin ser amenazados con perder nuestro sustento por quienes pretenden saber lo que es mejor para nuestros intereses.
Necesitamos proteger celosamente el derecho a la libertad de expresión porque necesitamos más discusión y debate, no menos, para obtener claridad política sobre cuál es el camino a seguir para fortalecer la unidad y la capacidad de lucha de la clase trabajadora.