Decenas de miles de trabajadores protestaron en ciudades y pueblos de todo el país el 30 de junio para exigir la salida de los militares del gobierno provisional de Sudán.
Tras masivas protestas y batallas callejeras con el ejército el año pasado, la Unión Africana y varios gobiernos capitalistas de la región firmaron un acuerdo el 5 de julio de 2019, que estableció un gobierno de transición de tres años en que generales del ejército compartirían cargos con dirigentes de las protestas y los partidos políticos de oposición. Ese gobierno está encabezado por el primer ministro Abdalla Hamdok.
El odiado régimen del general Omar al-Bashir, que llegó al poder en un golpe de estado 30 años antes, fue derrocado por protestas masivas en abril de 2019 y reemplazado por una junta militar. Las protestas, iniciadas por trabajadores contra las alzas de precios, fueron estimuladas por las décadas de represión política y el impacto de las guerras civiles libradas por los gobernantes capitalistas de Sudán.
“El ejército está controlando al país, no los civiles”, dijo Amged Alzain al Middle East Eye en una protesta en Burri, un barrio de Jartum, la capital. “Están dirigiendo la economía y el mercado a través de empresas del ejército; están controlando la seguridad —no hemos logrado las metas de la revolución y es por eso que estamos protestando nuevamente”.
Los manifestantes también exigen que se enjuicie a las principales figuras del régimen de Bashir responsables de la matanza de cientos de manifestantes durante sus últimos meses en el cargo. Bashir fue declarado culpable de corrupción en diciembre y sentenciado a dos años de prisión.
“Lleva a cabo las reformas, Hamdok, no le falles a los que te llevaron al poder”, corearon los manifestantes en Dongola, en el norte del país.
En el este de Sudán, los manifestantes exigieron al gobierno que tomara medidas para eliminar la falta de agua y condenaron el aumento de los precios del pan en mayo.
Crisis económica empeora
Una tasa de inflación anual de más del 100 por ciento está devastando las vidas del pueblo trabajador sudanés.
En abril, el gobierno impuso un confinamiento para reducir la propagación del coronavirus. Se comprometió a proporcionar ayuda a algunos de los que perdieron sus empleos. Pero tres meses después, muchas personas dicen que aún no han recibido las canastas de alimentos que les prometieron.
Las protestas del 30 de junio tomaron lugar en todos los cinco estados de la región de Darfur en Sudán. Los manifestantes plantearon demandas adicionales para el desarme de las milicias utilizadas por el antiguo régimen de Bashir en su guerra contra el pueblo de Darfur y la eliminación de los gobernadores estatales, nombrados por los militares. Días después uno de los gobernadores renunció.
Darfur fue un sultanato islámico independiente durante siglos hasta que fue conquistado por los británicos en 1916 e incorporado a Sudán.
Bashir mantuvo su dominio aprovechándose de las divisiones nacionales y religiosas fomentadas por las autoridades coloniales británicas antes que el país ganara la independencia en 1956.
Varios pueblos africanos en Darfur han sido sometidos a discriminación sistemática y brutalidad durante décadas por gobiernos leales a las familias capitalistas gobernantes del país basadas en la población árabe.
A partir de 2003, las fuerzas de Bashir mataron a decenas de miles y obligaron a millones a abandonar sus hogares en la región mientras combatían a grupos rebeldes que exigían una mayor autonomía. Las negociaciones continúan hoy entre la administración de Hamdok y estos grupos sobre su representación en el gobierno de transición.
Antes de ser destituido Bashir alegaba que las protestas a nivel nacional contra su gobierno fueron incitadas por personas de Darfur. “¡Todos somos darfuris!” corearon los manifestantes en todo el país en respuesta.
“Poco ha cambiado en Darfur desde el año pasado”, dijo al Militante por teléfono el 5 de julio Moubarak Sinini, un trabajador de Darfur que reside en el Reino Unido. “Las milicias aún operan allí y dificultan el acceso de los agricultores a sus tierras o para recoger leña”.
Las protestas del 30 de junio fueron organizadas por la Asociación de Profesionales Sudaneses, una coalición de clase media que coordinó las acciones que llevaron al derrocamiento de Bashir.
Dag Tirsén en Londres contribuyó a este artículo.