Malcolm X: Dirigente de trabajadores de todos los colores, credos

Por Naomi Craine
8 de marzo de 2021
Malcolm X speaking at July 1962 New York rally called to support fight for union recognition by Local 1199. Malcolm praised Leon Davis, SEIU Local 1199 president, who spent 30 days in jail rather than comply with court order to call off 56-day strike by hospital workers.
Malcolm X habla en mitin en julio de 1962 en Nueva York convocado para apoyar lucha por reconocimiento sindical. Malcolm elogió a Leon Davis, presidente del Local 1199 del SEIU, quien estuvo preso 30 días por desacatar orden de suspender huelga de trabajadores hospitalarios.

El 21 de febrero marca el 56 aniversario del asesinato de Malcolm X. Malcolm era “el rostro y la voz auténtica de las fuerzas de la revolución norteamericana venidera. Dijo la verdad a nuestra generación de revolucionarios”, dijo Jack Barnes, entonces presidente nacional de la Alianza de la Juventud Socialista, en un homenaje en marzo de 1965 en la ciudad de Nueva York.

El ejemplo que sentó Malcolm como dirigente revolucionario de la clase trabajadora es más importante que nunca para los trabajadores de todos los colores de piel que buscan formas de resistir el impacto de la crisis capitalista actual. Su legado se puede leer y estudiar en las ocho colecciones de discursos y entrevistas publicadas por la editorial Pathfinder, y en el libro Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero por Barnes, hoy secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores.

Malcolm nació en 1925. Cuando tenía 6 años de edad, su padre, seguidor de la Asociación Universal para el Mejoramiento de los Negros de Marcus Garvey, fue asesinado por una pandilla racista. En su adolescencia,   Malcolm se involucró en la delincuencia. Fue enviado a prisión bajo cargos de robo en 1946. Fue, entonces tras las rejas, cuando Malcolm comenzó a leer ampliamente: historia, filosofía, ciencia, literatura, todo lo que pudo encontrar en la biblioteca de la prisión.

Para Malcolm, su conversión a la Nación del Islam de Elijah Muhammad en la cárcel fue el camino que tomó y le permitió reconstruir su vida y comenzar a actuar en base a sus propias capacidades. Tras su excarcelación en 1952, Malcolm llegó a ser un destacado portavoz de la Nación, pronunciándose contra todas las formas de racismo contra los negros, así como contra la política del gobierno de Estados Unidos tanto dentro del país como en el extranjero.

Para principios de la década de 1960, Malcolm se vio atraído cada vez más a las luchas para acabar con la segregación racial de Jim Crow y a las luchas de los pueblos oprimidos de todo el mundo. Sus iniciativas para unirse a estas luchas entraron en conflicto con las perspectivas de la Nación del Islam, una organización nacionalista burguesa que buscaba abrirse camino en el capitalismo norteamericano. En marzo de 1964, Malcolm se separó de la Nación.

Durante el último año de su vida, Malcolm organizó y habló con mayor claridad sobre cuestiones que siguen siendo fundamentales para los trabajadores hoy.

“Creo que al final habrá un choque entre los oprimidos y los que oprimen”, le dijo a un reportero de televisión en 1965. “Creo que habrá un choque entre los que quieren libertad, justicia e igualdad para todos y los que quieren continuar el sistema de explotación. Creo que se dará ese tipo de choque, pero no creo que se basará en el color de la piel, como  había enseñado Elijah Muhammad”.

Malcolm actuó de acuerdo a su  convicción de que la lucha para acabar con la opresión racial aquí era parte de la lucha mundial contra el colonialismo y el imperialismo. Se reunió y trabajó con otros revolucionarios, realizó dos viajes extensos a África y el Medio Oriente. Se sintió atraído por los gobiernos de trabajadores y campesinos que habían llegado al poder a través de revoluciones populares en Argelia y Cuba.

Se vio atraído a trabajar con el Partido Socialista de los Trabajadores en Estados Unidos.

En un evento del Militant Labor Forum en Nueva York en mayo de 1964, Malcolm señaló el ejemplo de las revoluciones china y cubana, donde los capitalistas y los terratenientes habían sido expropiados. En cambio, dijo, “El sistema en este país no puede producir la libertad para el afroamericano. Es imposible para este sistema, este sistema económico, este sistema político, este sistema social, este sistema, punto”.

Malcolm siguió siendo un luchador decidido por los derechos de los afroamericanos, buscando cada vez más oportunidades para colaborar en acción con quienes luchaban por ampliar el derecho al voto, el acceso a empleos e instalaciones públicas, la organización de sindicatos y más. Pero a diferencia de las figuras prominentes de la lucha por los derechos de los negros, como Martin Luther King Jr., él no actuó bajo la ilusión de que la sociedad capitalista en Estados Unidos, su gobierno y sus partidos políticos gemelos podrían ser convencidos a promover los intereses de los oprimidos.

Rechazó la trampa de elegir el “mal menor” entre los partidos capitalistas, el Demócrata y el Republicano. Fue prácticamente el único, aparte del PST, que en las elecciones de 1964 se negó a hacer campaña y a subordinar la lucha por los derechos de los negros a la elección del demócrata Lyndon Johnson.

Malcolm entendió, por su propia experiencia, que el mayor desafío para los oprimidos y explotados bajo el capitalismo es deshacernos de la imagen de nosotros mismos que nos impone la clase dominante. Para poder ganar confianza en nuestras propias capacidades. En una de las últimas entrevistas que dio antes de ser asesinado, le preguntaron a Malcolm si estaba tratando de despertar al pueblo para que descubra su explotación.

“No. Para que descubra su humanidad, su propio valor y su herencia”, respondió.

Se convenció al conocer a revolucionarios argelinos que eran blancos de que el nacionalismo negro era una perspectiva política inadecuada. “No he venido usando esa expresión hace varios meses”, dijo Malcolm a Barnes en una de sus últimas entrevistas.

“Malcolm desafió al capitalismo norteamericano desde el interior”, dijo Barnes en su homenaje en 1965. “Para nuestra generación de revolucionarios fue la prueba viviente de que también aquí puede suceder y va a suceder”.

En las décadas desde el asesinato de Malcolm, se han escrito numerosos libros sobre él, junto con películas y obras de teatro. Casi todos distorsionan u oscurecen su legado como dirigente revolucionario de toda la clase trabajadora.

Pero como Malcolm le dijo a los jóvenes luchadores por los derechos civiles en 1965, es necesario “ver por sí mismos, escuchar por sí mismos y pensar por sí mismos”.

Una buena forma de comenzar es con los discursos de Malcolm y leyendo Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero. Estos títulos están disponibles en los centros de libros listados en la página 8 o en pathfinderpress.com.