Solidaridad con la lucha contra junta en Myanmar

Trabajadores, agricultores al frente de las protestas

Por Seth Galinsky
8 de marzo de 2021
Miles de obreros agrícolas y granjeros marchan en Hlegu el 22 de febrero, primer día de huelga general contra golpe militar. Grandes protestas ocurrieron por todo el país.
Confederación de Sindicatos de MyanmarMiles de obreros agrícolas y granjeros marchan en Hlegu el 22 de febrero, primer día de huelga general contra golpe militar. Grandes protestas ocurrieron por todo el país.

Cientos de miles de personas participaron en protestas callejeras el primer día de una huelga general en Myanmar el 22 de febrero para exigir el fin del régimen militar a pesar de las amenazas de la junta militar de que habría “pérdida de vidas” si los manifestantes continúan.

En noviembre los militares derrocaron al gobierno liderado por la Liga Nacional para la Democracia electo ese mes con una abrumadora mayoría de los votos. La dirigente del partido, Aung San Suu Kyi, está bajo arresto domiciliario.

La ofensiva represiva por efectivos de la policía y el ejército dejó el 20 de febrero a dos personas muertas y por lo menos 30 heridos en Mandalay, la segunda ciudad más grande de Myanmar. Lejos de desalentar la lucha, los opositores al golpe de estado respondieron con más protestas y huelgas.

Miles regresaron a las calles de Mandalay al día siguiente para protestar, al igual que decenas de miles en todo el país, entre ellos miles de trabajadores agrícolas y granjeros en la pequeña ciudad de Hlegu al norte de Yangon.

Al inicio de la huelga, la policía arrestó a casi 200 personas cuando miles provenientes de los alrededores intentaban ingresar a Naypyitaw. La ciudad escasamente poblada fue creada por el régimen militar en 2005 para servir de capital con el fin de aislar la sede gubernamental de las protestas en Yangon, la ciudad más grande del país y antigua capital.

Casi toda la población de Yangon, unos 5 millones en un país de 53 millones, “se está uniendo a los ríos de personas a lo largo de las principales vías de la ciudad”, informó el servicio de noticias Myanmar Now.

Suu Kyi fue arrestada por primera vez en 1989, después que los militares masacraran a miles de personas en su intento de suprimir las protestas masivas. Se convirtió en jefa de gobierno tras ganar las elecciones en 2015, cinco años después de su último arresto domiciliario en ese entonces.

Desde su elección, Suu Kyi ha colaborado frecuentemente con los generales, especialmente para defender la brutal represión del pueblo rohingya en el estado de Rakine. Pero muchos todavía la ven como un símbolo de oposición al ejército y su largo y sangriento dominio. Su padre, Aung San, fue un dirigente central de la lucha por la independencia contra el imperialismo británico y fue asesinado en 1947.

El sangriento ataque en Mandalay sucedió cuando los trabajadores acudieron a apoyar a los obreros del astillero de Yadanabon que habían desobedecido una orden de la policía de cargar un barco.

Myanmar Now informó que los soldados involucrados en el ataque pertenecen a la misma infame unidad responsable de una masacre de hombres y niños rohingya en Rakhine en 2017.

Tras el ataque en Mandalay, 25 sindicatos y otras organizaciones formaron el Comité de Huelga General, que incluía a la Federación Birmana de Sindicatos, la Liga Nacional para la Democracia, la Federación de Sindicatos de Agricultores, la Federación de Sindicatos Estudiantiles de Birmania y la Red de Monjes de Azafrán, así como organizaciones de derechos de la mujer, grupos de derechos étnicos y otros partidos políticos.

El comité exige la excarcelación de los presos políticos, la derogación de la constitución de 2008 y la formación de una unión federal que garantice los derechos de las minorías étnicas.

Legado del dominio británico

Las divisiones entre las minorías étnicas y la mayoría birmana son un legado del dominio colonial británico. El gobierno de Myanmar reconoce oficialmente a 135 grupos étnicos, pero excluye a los rohingya, en su mayoría musulmanes, diciendo falsamente que son inmigrantes “ilegales” de Bangladesh y les niega la ciudadanía.

Birmania cambió su nombre al de Myanmar en 1989. Obtuvo su independencia en 1948. El régimen colonial británico había avivado las divisiones étnicas como parte de su estrategia de dividir y dominar, excluyendo en gran medida a los birmanos del gobierno. Tras la independencia, el nuevo gobierno, ahora dirigido predominantemente por birmanos, impuso su propia discriminación contra otras minorías étnicas.

Las protestas recientes se han destacado por la participación de trabajadores y agricultores de todos los grupos étnicos. Si bien muchos tienen escepticismo hacia Suu Kyi, están unidos en su oposición al régimen militar.

Durante la última década, Myanmar se ha convertido en un centro importante de producción mundial de ropa, con más de 600 mil trabajadores. Su principal socio comercial y suministrador de las fuerzas armadas es Beijing, pero empresas capitalistas de Singapur, Japón e India tienen inversiones substanciales, todas atraídas por los salarios que son aproximadamente la mitad de los de Camboya y Vietnam.

Los trabajadores y agricultores de gran parte del país no tienen acceso ni siquiera a servicios básicos. En 2014, dos tercios de los hogares no tenían electricidad, el 70 por ciento dependía de la leña para cocinar y apenas el dos por ciento tenía inodoros de descarga.

Los trabajadores y sus sindicatos han estado al frente de las protestas. “No estamos luchando solo por un partido político”, dijo Phyo Sandar Soe, dirigente de la Confederación de Sindicatos en una protesta de obreros de la confección el 13 de febrero en Yangon. “Estamos luchando por toda la nación y por los anhelos del pueblo de Myanmar”.