Armando Choy Rodríguez, un general de brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, falleció el 26 de julio en La Habana a los 87 años de edad.
Cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer a Choy pudo apreciar su orgullo y satisfacción de haber dedicado su vida a servir como cuadro disciplinado y consciente de la lucha revolucionaria para transformar la sociedad a favor de los intereses de los explotados y oprimidos.
Su historia como luchador revolucionario es narrada en el libro Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana, publicado por la editorial Pathfinder (vea extractos del mismo abajo).
Con frecuencia Choy le decía a los jóvenes con quienes hablaba que él —al igual que la mayoría de los trabajadores, campesinos y estudiantes que lucharon contra la dictadura de Batista— no se involucraron para hacer una revolución socialista. Lucharon por una reforma agraria, para poner fin al analfabetismo, para acabar con la discriminación racial institucional, por la creación de empleos para todos. Pero que contaban con dirigentes comunistas del calibre de Fidel Castro y Che Guevara que les ayudaron a aprender de sus propias experiencias al mismo tiempo que de hecho estaban realizando una revolución socialista.
Choy fue uno de los 425 mil cubanos que fueron como voluntarios internacionalistas a Angola entre 1975 y 1991, y defendieron exitosamente esa naciente nación independiente de las múltiples invasiones del régimen supremacista blanco de Sudáfrica. La contribución cubana también fue decisiva para lograr la independencia de Namibia y en el derrocamiento del régimen del apartheid —un momento clave para África y el mundo.
Choy siempre señalaba como la participación en la misión en Angola fortaleció la Revolución Cubana. Ayudó a profundizar su conciencia internacionalista proletaria y la de millones de cubanos.
Choy fue miembro fundador del Partido Comunista de Cuba y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana. En la década de 1990 y la primera década del siglo 21, también tuvo responsabilidades centrales como presidente del Grupo de Trabajo Estatal para limpiar la Bahía de La Habana —un proyecto importante para proteger el medio ambiente.
En Nuestra historia aún se está escribiendo los tres generales cubano-chinos —Choy, Moisés Sío Wong y Gustavo Chui— relatan la historia de los 140 mil chinos traídos a Cuba como trabajadores por contrato para trabajar en las plantaciones de azúcar de terratenientes españoles y cubanos, y el importante papel que tuvieron en las guerras de independencia contra el dominio español en el siglo 19 y para abolir la esclavitud y la servidumbre.
Y señalan como hoy en Cuba, a diferencia de cualquier otro país donde se asentaron un gran número de chinos, la discriminación contra los cubano-chinos se ha erradicado como resultado de la revolución socialista.
Copyright © 2005 por Pathfinder Press. Reproducido con permiso.
[Me involucré en la guerra revolucionaria] en Santa Clara, como estudiante. Desde el mismo día del golpe de estado de Batista, el 10 de marzo de 1952. Me opuse al golpe y me uní a una organización antibatistiana.
Yo siempre digo que soy fidelista desde el 26 de julio de 1953. Porque ese día, cuando la radio anunció que el doctor Fidel Castro era el jefe del asalto al Moncada, dije, “Ese es el hombre que necesitamos los cubanos para luchar contra la dictadura”.
Estuve en las luchas estudiantiles y participé en manifestaciones, huelgas y otras acciones. Me tuvieron preso en seis ocasiones. A principios de 1958 me nombraron responsable provincial del Frente Estudiantil del Movimiento 26 de Julio en Las Villas. …
Me incorporé a esa guerrilla … Tuvimos seis combates antes de integrarnos a la columna del comandante Che Guevara en octubre de 1958.
En diciembre el Che me ascendió a capitán y me entregó un pelotón armado de 26 nuevos combatientes. En la columna del Che participamos en varios combates que contribuyeron a la liberación de la provincia de Las Villas por el Ejército Rebelde. Esa ofensiva culminó con la batalla de Santa Clara, que terminó el 1 de enero de 1959 cuando huyó Batista. …
La guerra para liberar a Angola
En diciembre de 1986 el Consejo de Estado [de Cuba] me nombró embajador a Cabo Verde, cargo que desempeñé hasta 1992. Durante esos años, en la isla de Sal, que es parte de las islas de Cabo Verde, se pactó el acuerdo con los sudafricanos después de su derrota en la batalla de Cuito Cuanavale. La esencia del acuerdo [de 1988] era que ellos se retirarían definitivamente de Angola, si las unidades blindadas cubanas detenían su avance hacia la frontera con Namibia y se alejaban de la frontera hasta una línea al norte del río Cunene, en sur de Angola.
Ese mismo día de la propuesta en la isla de Sal, la vanguardia de la brigada de tanques de Enrique Acevedo había cruzado el río Cunene. Pero atrás venían otras brigadas más. Prácticamente ya íbamos para la frontera de Namibia. Los sudafricanos estaban asombrados.
Después hubo una nueva reunión en la isla de Sal, un poco más de un año después, para verificar la implantación del acuerdo. … En un momento de la reunión, el jefe de nuestra delegación, Carlos Aldana, le dijo a Cintra Frías, “General, dígale al señor Van Heerden qué armamento hemos retirado”.
Polo informó la cifra en hombres, cañones y 800 tanques. Van Heerden se quedó boquiabierto. Sabía que aun con las fuerzas retiradas, en el sur de Angola quedaban miles de cañones, tanques y otros medios blindados y hombres. Estaba claro que los sud- africanos no habrían podido resistir esa fuerza …
En 1992, en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, Brasil, nuestro comandante en jefe Fidel recalcó la impostergable necesidad de tomar medidas para rescatar y preservar el medio ambiente y así salvar a la humanidad. …
La creación del Grupo de Trabajo Estatal para el Saneamiento, Conservación y Desarrollo de la Bahía de La Habana no es más que un vivo exponente de que, al ir venciendo, hemos continuado nuestro desarrollo.
Eso es posible porque nuestro sistema es socialista en su carácter y compromiso, y porque la máxima dirección de la revolución actúa en función de los intereses de la mayoría de la humanidad que habita la Tierra, y no de mezquinos intereses individuales o simplemente de los intereses nacionales de Cuba.