La prensa capitalista en Estados Unidos presenta la catástrofe social en Haití tras el terremoto de magnitud 7.2 el 14 de agosto, que devastó el suroeste del país, como un desastre natural. Pero hay poco de “natural” en los más de 1,900 muertos, 6 mil heridos y más de 37 mil familias desamparadas.
La profundidad de la destrucción es consecuencia de más de un siglo de saqueo imperialista y codicia capitalista que ha extraído miles de millones de dólares en ganancias para las arcas de corporaciones extranjeras y ha dejado al 60 por ciento de los haitianos ganando menos de dos dólares al día. Incluso antes del terremoto, alrededor del 66 por ciento de la población no tenía acceso a la electricidad.
Un terremoto en 2010 mató a 300 mil personas y destruyó 100 mil estructuras. Pero no se ha hecho nada desde entonces para hacer frente a otros terremotos, y mucho menos para fortalecer los edificios existentes.
“Cada iglesia visitada por los reporteros del New York Times en un recorrido de 15 millas en Les Cayes y su entorno” el día después del terremoto “estaba completamente destruida o severamente dañada”, informó el periódico.
En un edificio de apartamentos de tres pisos que se derrumbó en Les Cayes, la única ayuda que llegó rápidamente para buscar sobrevivientes y muertos fueron voluntarios mal equipados.
“Todo lo que tenemos son masos y manos. Ese es el plan”, dijo al Washington Post el voluntario canadiense Randy Lodder, director de la escuela Adoration Christina en Haití.
Haití tiene aproximadamente 25 médicos por cada 100 mil habitantes, un porcentaje menor que Afganistán. Alrededor del 75 por ciento de los partos ocurren sin personal médico capacitado. Hasta julio, Haití no había recibido una sola dosis de vacuna contra el COVID-19.
No solo hay falta de médicos y enfermeras, sino que no hay suficientes artículos básicos como vendajes, anestesia y antibióticos para tratar a los lesionados en el terremoto.
El pueblo trabajador haitiano está justamente orgulloso de la historia de Haití como escenario de la primera rebelión de esclavos triunfante del mundo, la cual derrotó a los franceses en 1804 y puso fin a la esclavitud. A pesar de su derrota, el imperio francés pudo continuar desangrando a Haití de su riqueza, incluso con el cobro de reparaciones para compensar a los gobernantes franceses por la “pérdida” de sus plantaciones de esclavos.
Los infantes de marina estadounidenses invadieron Haití en 1915 y ocuparon el país durante los siguientes 19 años, allanando el camino para su saqueo continuo y la dictadura de la familia Duvalier respaldada por Washington, que duró de 1957 a 1986.
Historia de luchas obreras
En 1986, los trabajadores y agricultores se levantaron y derrocaron al régimen de Duvalier. Desde entonces, han salido a las calles para protestar contra las medidas antiobreras de los gobiernos sucesivos.
La clase capitalista y sus partidarios en Washington no han podido crear un gobierno estable. El 7 de julio, el presidente haitiano Jovenel Moise fue asesinado en su casa en circunstancias que aún no están claras. Antes de su asesinato, Moise se había negado a convocar nuevas elecciones y continuó gobernando por decreto, rechazando los reclamos de los partidos de la oposición de que su mandato había expirado.
Los mandatos de casi todos los miembros de la legislatura de Haití expiraron en octubre de 2019, pero no se han celebrado nuevas elecciones. El neurocirujano Ariel Henry asumió el cargo de primer ministro el 20 de julio con el respaldo de Washington, dejando vacante el puesto de presidente.
Especulación de capitalistas de EUA
El Departamento de Comercio de Estados Unidos promociona a Haití como un buen lugar para la inversión capitalista, calificándolo como “una de las economías más abiertas del Caribe” con “pocos controles gubernamentales”. Los aranceles haitianos sobre las importaciones de arroz y pollo fueron anulados en la década de 1990, ante la insistencia del presidente William Clinton, devastando el sustento de miles de campesinos. Actualmente la mayoría de los alimentos del país son importados, incluido el 80 por ciento del arroz, casi en su totalidad de Estados Unidos.
En ausencia de un gobierno competente, grandes extensiones del país están bajo el control de bandas criminales, incluyendo la carretera principal desde la capital, Puerto Príncipe, hasta las áreas devastadas por el terremoto. Las organizaciones internacionales han negociado una tregua con ellos para comenzar a transportar ayuda.
Hasta ahora, la ayuda de las principales potencias capitalistas y “organizaciones sin fines de lucro” ha sido lenta e inadecuada, como lo ha sido cada vez que Haití ha sido golpeado por terremotos, huracanes u otros desastres. Naciones Unidas ha asignado solo ocho millones de dólares.
Voluntarios cubanos dan ejemplo
Como en desastres anteriores, los voluntarios médicos cubanos están dando el ejemplo al mundo entero. En el primer día después del terremoto, los 253 médicos, enfermeras y otros trabajadores de la salud cubanos que trabajaban como voluntarios en Haití ya habían atendido a más de 500 heridos.
Debido a que muchos hospitales fueron dañados, “los cubanos junto al personal haitiano asisten en las afueras de las instalaciones”, informó Eugenio Martínez, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Nuestros voluntarios están listos para ir a cualquier lugar que nos necesiten, dijo a la prensa Luis Orlando Olivero, jefe de la misión médica cubana en Haití. Es una cuestión “de principio, de compromiso, no de filantropía”.
Los voluntarios cubanos trabajan en 18 hospitales públicos en 10 departamentos de Haití.
“Nosotros no llegamos con el terremoto, tenemos 22 años aquí”, dijo Olivero. “Estuvimos en los sismos anteriores, en la epidemia de cólera, más recientemente en la pandemia de la COVID-19 y seguiremos hasta que el país nos necesite”.
Además de la misión internacionalista, el gobierno cubano ha brindado educación universitaria a 1,583 estudiantes haitianos desde 1998, incluidos más de 1,100 estudiantes de medicina. Actualmente 127 haitianos están estudiando en Cuba.