La invitación por parte del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador al presidente cubano Miguel Díaz-Canel a participar como invitado de honor en la celebración del día de la independencia de México el 16 de septiembre le asestó un golpe a los esfuerzos de Washington para aislar a Cuba.
En su discurso en el desfile militar por el 211 aniversario del inicio de la guerra de independencia de México, conocido como el Grito de Dolores, López Obrador alabó al pueblo cubano, “que ha sabido, como pocos en el mundo, defender con dignidad su derecho a vivir libres e independientes, sin permitir la injerencia en sus asuntos internos de ninguna potencia extranjera”.
“Podemos estar de acuerdo o no con la Revolución Cubana y con su gobierno”, dijo el presidente mexicano, “pero el haber resistido 62 años sin sometimiento es una indiscutible hazaña histórica”. Se refería a la forma en que el pueblo cubano se ha enfrentado a los ataques económicos del gobierno de Estados Unidos y otras acciones destinadas a derribar al gobierno cubano y derrocar la revolución socialista.
“El gobierno que represento llama respetuosamente al gobierno de Estados Unidos a levantar el bloqueo contra Cuba”, agregó, “porque ningún estado tiene derecho a someter a otro pueblo, a otro país”.
Díaz-Canel pronunció el discurso principal, la primera vez que un dignatario extranjero habla en la celebración anual.
El presidente cubano detalló los lazos históricos entre los pueblos de México y de Cuba. Señaló que la lucha contra el dominio colonial español en México a principios del siglo XIX fue una inspiración para los cubanos, que tomaron las armas contra el gobierno español a finales del siglo.
Más de unos cuantos cubanos combatieron en batallas en México para defender la soberanía de la nueva nación contra la intervención extranjera y los regímenes dictatoriales internos, dijo. Combatientes por la libertad mexicanos también se unieron a las guerras de independencia de Cuba, señaló, incluidos algunos que dieron su vida luchando contra el dominio español allí.
José Martí, el líder más conocido de la lucha contra el dominio colonial español en Cuba, pasó parte de su exilio en México de 1875 a 1877, donde continuó haciendo campaña por la independencia de Cuba. “Con la independencia de Cuba”, dijo Martí, se puede evitar que los gobernantes estadounidenses “se extiendan por las Antillas y caigan, con fuerza adicional sobre las tierras de Nuestra América”.
Esa tradición de solidaridad continuó durante la Revolución Cubana. Muchos mexicanos ayudaron a que Fidel Castro y los hombres que él dirigió se organizaran, entrenaran y viajaran a Cuba en el yate Granma en 1956 y lanzaran la lucha revolucionaria que derrocó años después la dictadura de Fulgencio Batista, que era respaldada por Washington.
Después del triunfo de la revolución, cuando los gobernantes estadounidenses se dieron cuenta de que esta no era solo un cambio de caras en el gobierno, sino una profunda revolución social, iniciaron el embargo —mantenido posteriormente por todas las administraciones norteamericanas, tanto demócratas como republicanas— y lanzaron la fallida invasión en Bahía de Cochinos.
Presionaron a otros gobiernos, especialmente en América Latina, a que respaldaran la agresión estadounidense. “Fiel a sus mejores tradiciones, México fue el único país de América Latina que no rompió relaciones con la Cuba revolucionaria cuando fuimos expulsados de la OEA [Organización de Estados Americanos] por mandato imperial” en 1962, dijo Díaz-Canel.
Ese año Fidel Castro calificó a la OEA como “Ministerio de Colonias Yanqui”.
Díaz-Canel señaló que, independientemente de las diferencias que hayan tenido a lo largo de los años, los gobiernos de Cuba y México se han tratado los unos a los otros con respeto.
López Obrador agradeció a Cuba por la asistencia brindada por más de 190 voluntarios médicos cubanos en México en el momento crítico de la pandemia de COVID-19 a principios de este año. Además de las misiones médicas que Cuba ha enviado alrededor del mundo a lo largo de décadas, casi 5 mil voluntarios cubanos han ido a 40 países para ayudar a combatir la pandemia.
El presidente cubano agradeció a López Obrador por los tres barcos cargados de suministros médicos y alimentos enviados por México a Cuba en julio. En cuanto a los voluntarios cubanos, “volveremos cuando lo crea necesario”, dijo.
CELAC denuncia embargo EUA
Unos 17 jefes de estado de América Latina y el Caribe, incluidos Díaz-Canel y López Obrador, participaron en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños el 18 de septiembre en la Ciudad de México. Si bien la CELAC se organizó en 2010 como contraparte a la Organización de Estados Americanos dominada por Washington, la mayoría de los gobiernos de América Latina y el Caribe participan en ambas.
La CELAC incluye a gobiernos capitalistas de la región que frecuentemente atraen la ira de Washington por tomar posiciones que no son del agrado de los gobernantes imperialistas.
Díaz-Canel habló en la reunión sobre el orgullo de Cuba por producir tres vacunas altamente exitosas contra la COVID-19, a pesar de la guerra económica de Washington y sus severos efectos en Cuba. Para el 18 de septiembre, cerca de la mitad de la población en Cuba estaba completamente vacunada y el Ministerio de Salud espera que casi el 100 por ciento lo esté para fines de noviembre.
Díaz-Canel anunció que Cuba quería llegar a acuerdos con cualquier gobierno interesado en la distribución y producción de las vacunas “como modesta contribución en el objetivo de alcanzar la pronta inmunización universal” en América Latina y el Caribe.
El presidente uruguayo Luis Lacalle, aliado de Washington, atacó a la Revolución Cubana, y a los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, alegando que no tienen una “democracia plena”.
Díaz-Canel respondió a Lacalle, señalando que hay muchos países “donde se reprime, se asesina y se desaparecen latinoamericanos” por oponerse al gobierno, “y no es en Cuba donde ocurren estos hechos”. Agregó que “el coraje y la libertad del pueblo cubano se han demostrado durante seis décadas frente a la agresión de Estados Unidos”.
En su declaración final, la CELAC rechazó las “medidas coercitivas unilaterales”, una referencia al embargo de Washington contra Cuba y otras acciones coercitivas estadounidenses en la región.