Los argumentos del presidente Joseph Biden de que la Ley de Libertad para Votar y la Ley John Lewis para el Avance del Derecho al Voto son centrales para detener un nuevo auge de la segregación racial Jim Crow, son un fraude. Estas propuestas de ley están meramente dirigidas a cambiar los procedimientos de voto para favorecer a los demócratas.
El sistema de segregación racial Jim Crow fue instituido tras la sangrienta derrota de los gobiernos de Reconstrucción Radical surgidos de la Segunda Revolución Norteamericana que derrocó la esclavitud. Su imposición fue el peor revés de la clase trabajadora de Estados Unidos en toda su historia. Los pobres del campo y la clase trabajadora se vieron divididos a la fuerza en términos del color de la piel a través de la violencia del Ku Klux Klan. La solidaridad de clase fue menoscabada y se consagró la opresión racial. La segregación se impuso mediante el poder estatal, tanto bajo demócratas como republicanos, y con la violencia de matones supremacistas blancos.
La segregación institucionalizada fue eliminada con las acciones de masas de la clase trabajadora. “El movimiento de masas por los derechos de los negros, con liderazgo proletario”, escribe el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Jack Barnes, en Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, “fue posible únicamente gracias a la disciplina política y física y a la valentía de millones (incluso dentro de las fuerzas armadas norteamericanas imperialistas) y también a la decisión de una vanguardia consciente de organizar la defensa de sus comunidades contra el terror de los jinetes nocturnos por cualquier medio que fuera necesario”.
Esto incluyó el movimiento que hubo en respuesta al linchamiento de Emmett Till, el boicot de los autobuses en Montgomery, los Viajes por la Libertad, las sentadas en las cafeterías de Woolworth, la Batalla de Birmingham de 1963, la marcha de Selma a Montgomery de 1965, los esfuerzos de autodefensa en Louisiana, Mississippi, Carolina del Norte y otros lugares. Estas batallas ganaron el apoyo e inspiraron luchas por la igualdad de derechos por todo el país. Los africano-americanos que lideraron estas luchas las vieron como parte de los movimientos por la liberación nacional que se extendieron en África, Asia y otros lugares. En las palabras de Malcolm X, millones de personas se despertaban a su propio valor.
El movimiento que derrocó a la segregación Jim Crow cambió para siempre las relaciones sociales en Estados Unidos, aumentando las posibilidades de forjar la solidaridad entre el pueblo trabajador y en las luchas sindicales. Ayudó a fortalecer la conciencia de la clase trabajadora.
Nadie en Estados Unidos busca seriamente restaurar la segregación racial Jim Crow. Esto requeriría que los gobernantes inflijan una derrota sangrienta contra la clase trabajadora. El racismo, esencial para el dominio capitalista y para que sus partidarios de clase media mantengan sus vidas cómodas, continuará siendo fomentado por nuestros explotadores. Sus ganancias y su poder dependen de promover divisiones entre el pueblo trabajador. Biden, como los políticos demócratas y republicanos de todo tipo, defienden el dominio de la clase capitalista.
La lucha para derrocar el estado capitalista es la única manera de abrir el camino a las batallas finales para terminar para siempre con la opresión y la explotación. Para lograrlo, los trabajadores y agricultores deben romper con los demócratas y republicanos y forjar su propio partido, un partido obrero, que lidere a millones en una lucha revolucionaria para establecer nuestro propio gobierno.
El ejemplo sentado por el pueblo trabajador de Cuba al derrocar la dictadura de Fulgencio Batista, respaldada por Washington, y al defender su revolución por décadas, muestra el camino a seguir. Y esa revolución, como el movimiento proletario de masas que derrocó a Jim Crow en Estados Unidos, son ejemplos poderosos de la capacidad del pueblo trabajador de transformarnos a medida que luchamos para cambiar nuestras condiciones.