¿Qué plantea para trabajadores la crisis política de los gobernantes capitalistas?

Por Terry Evans
7 de febrero de 2022
Trabajadores de tiendas King Sooper en Aurora, Colorado, durante huelga de 10 días que hizo logros. Capitalistas ponen el peso de la crisis de su sistema sobre las espaldas de los trabajadores, pero ninguno de los partidos de los patrones es capaz de proveer estabilidad política.
UFCW Local 7RTrabajadores de tiendas King Sooper en Aurora, Colorado, durante huelga de 10 días que hizo logros. Capitalistas ponen el peso de la crisis de su sistema sobre las espaldas de los trabajadores, pero ninguno de los partidos de los patrones es capaz de proveer estabilidad política.

Las familias capitalistas gobernantes se encuentran ante una crisis política cada vez más profunda. Ninguno de los partidos de los que han dependido durante décadas puede brindarles estabilidad política. Tanto los demócratas como los republicanos están enfrascados en una lucha incesante por control de las instituciones del gobierno, y ambos están desgarrados por la disidencia interna.

Ninguno de los dos partidos tiene solución para revertir el estancamiento que marca la economía capitalista mundial, ni para evitar que los patrones pongan los efectos de esa crisis sobre las espaldas de los trabajadores y agricultores: desempleo, elevados precios, reducción de los salarios reales, aumento de las deudas, todo lo cual dificulta que los trabajadores jóvenes se puedan mudar de los hogares de sus padres, tener vivienda propia e iniciar una familia.

Los demócratas no tienen solución a las perspectivas políticas rotundamente contrapuestas entre la mayoría del partido y su creciente ala socialista reformista, que amenaza con dividirlo en dos partidos rivales. Existen fricciones similares entre los simpatizantes del ex presidente Donald Trump y los “nunca Trump” entre los republicanos. El propio Trump ha denigrado a sus opositores en el partido. Se burló del gobernador de Florida, Ronald DeSantis, por no admitir que había recibido el refuerzo de la vacuna contra COVID.

Ninguno de los dos partidos tiene forma de defender con certeza el predominio de Washington en el orden mundial imperialista ante sus rivales imperialistas y los regímenes de Beijing y Moscú.

Las exigencias del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los gobernantes imperialistas en el pago de la deuda y las medidas de austeridad están destinadas a hacer pagar al pueblo trabajador por la creciente crisis. Ellos perpetúan las condiciones aplastantes que millones de trabajadores del mundo ya enfrentan en el mundo semicolonial. Estas condiciones se ven exacerbadas por la propagación del coronavirus y el acceso profundamente desigual a las vacunas.

El mes pasado el crecimiento del número de empleos en Estados Unidos fue el más lento en un año, mientras que la inflación oficial, la cual ignora los aumentos de precios más devastadores que afectan al pueblo trabajador como los alimentos, el gas y la vivienda, alcanzó el 7 por ciento, la cifra más alta en 40 años. Esto es encima de las consecuencias de la ofensiva patronal en las últimas décadas que ha debilitado a nuestros sindicatos, reducido los salarios y creado condiciones laborales más peligrosas. Entre los trabajadores se está desarrollando un profundo debate sobre lo que podemos hacer para defender nuestros intereses, además de una serie de luchas y huelgas. Si bien no hay razón para prever un repunte del movimiento obrero en los próximos meses, estas discusiones continuarán.

Desprecio por el pueblo trabajador

Los gobernantes capitalistas y sus partidarios tiene un profundo desprecio para la clase trabajadora. Él que se oponga o se interponga en el camino de los demócratas para conseguir lo que quieren respecto a las “reformas electorales” es un segregacionista moderno tipo George Wallace y quiere reimponer la segregación racial de Jim Crow, dijo el presidente Joseph Biden el 11 de enero.

Debate presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton, octubre 2016. La caída de apoyo hacia Joseph Biden ha aumentado especulaciones de una segunda contienda Clinton-Trump. En 2016, 43% de los votantes no votaron, más de los que votaron por cualquiera de los partidos capitalistas.
Associated Press/Patrick SemanskyDebate presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton, octubre 2016. La caída de apoyo hacia Joseph Biden ha aumentado especulaciones de una segunda contienda Clinton-Trump. En 2016, 43% de los votantes no votaron, más de los que votaron por cualquiera de los partidos capitalistas.

Ya que los republicanos amenazan a la “democracia norteamericana”, escribieron Jonathan Stevenson y Steven Simon en el New York Times el 13 de enero, “necesitamos pensar en lo impensable”. Las autoridades, incluidas las “instituciones militares” de Estados Unidos, dicen ellos, deben comenzar a prepararse para una guerra civil que podría estallar en 2024.

Al mismo tiempo, Trump continúa insistiendo en que le robaron las elecciones de 2020 e instando a los gobiernos estatales controlados por mayorías republicanas leales a él a que impongan nuevas restricciones para fortalecer su posición en el futuro.

Los demócratas esperan usar la presidencia para inclinar las elecciones de 2024 a su favor. Biden afirma demagógicamente que el impulso de los demócratas por los “derechos de votación” es fundamental para evitar la “subversión electoral”. Pero en su partido dividido no tiene los votos para aprobar su plan. Biden pretende reemplazar las garantías constitucionales que ponen el control de las medidas electorales en los estados con medidas que las pongan bajo el control del gobierno federal. Fomentan estas medidas con afirmaciones absurdas de que todas las conquistas del poderoso movimiento de la clase trabajadora liderado por los negros que derrocó la segregación racial Jim Crow están siendo anuladas.

Todas estas medidas partidistas de gran alcance de los partidos patronales tienen su mayor impacto en el pueblo trabajador y nuestros derechos políticos. Cada vez que los políticos en Washington y sus defensores en toga negra de la Corte Suprema se atacan entre sí, esto tiene un efecto mayor sobre nosotros. En cada ataque de los gobernantes, nosotros, el pueblo trabajador, debemos vernos como posibles acusados ??en su sistema de “justicia” criminal.

República constitucional

Las normas que han guiado el funcionamiento del gobierno capitalista de Estados Unidos durante más de dos siglos —la república constitucional— están siendo atacadas a medida que ambos partidos buscan asestar golpes al otro e imponer su control. Cuando Biden y los demócratas no lograron obtener los votos suficientes para aprobar sus proyectos de ley electorales, idearon una forma de abolir el obstruccionismo parlamentario (filibuster) en el Senado, vigente por casi 200 años. Actualmente es necesario una mayoría del 60 por ciento para poner a votación un proyecto de ley.

Otras “reformas” impulsadas por los demócratas transformarían el funcionamiento del gobierno norteamericano. Estas incluyen cambiar el Senado de una cámara formada por dos senadores por cada estado —lo cual defiende la representación de áreas rurales y agrícolas para evitar que sean privadas de sus derechos por mayorías urbanas más grandes— a una cámara parecida a la Cámara de Representantes. Estas instituciones gubernamentales fueron el producto del ascenso de la clase capitalista al poder. Pero la Constitución y la forma republicana de gobierno que forjaron contienen espacio para que la clase trabajadora se organice y luche, y su destrucción hoy por cualquiera de los partidos de la clase dominante por intereses partidistas nos lo haría más difícil.

Las reformas electorales y de votación impulsadas tanto por los demócratas como por los republicanos son simplemente maniobras para fortalecer su mano contra sus oponentes. Lo único en lo que ambos están de acuerdo son las medidas para dificultar cada vez más que los partidos de la clase trabajadora como el Partido Socialista de los Trabajadores aparezcan en la boleta electoral y poder hacerse oír. El gobierno controlado por el Partido Demócrata en Nueva York, el estado del senador Charles Schumer, ha triplicado el número de firmas requeridas para que “terceros partidos” obtengan el estatus para aparecer en las boletas electorales.

Campaña del PST

El apoyo a la presidencia de Biden ha venido cayendo, alimentando la especulación en los medios de que será reemplazado para la candidatura demócrata en 2024. La conjetura de que Hillary Clinton buscará la nominación demócrata abre las perspectivas de una segunda contienda Clinton vs. Trump. “Nunca antes los candidatos presidenciales de ambos partidos capitalistas principales habían provocado tanta desconfianza política, disgusto y aversión entre el pueblo trabajador”, escribió Steve Clark, dirigente del Partido Socialista de los Trabajadores, en referencia a las elecciones de 2016 en El historial antiobrero de los Clinton: Por qué Washington le teme al pueblo trabajador.

En las elecciones de 2022, el Partido Socialista de los Trabajadores nominará candidatos a lo largo del país para presentar un curso para unificar y organizar al pueblo trabajador para luchar por nuestros propios intereses de clase contra los patrones y sus fracturados partidos. Al unirse a las líneas de piquetes sindicales y hablar con trabajadores en ciudades y áreas rurales, los partidarios del PST explicarán por qué los trabajadores necesitan construir su propio partido, un partido obrero, para liderar la lucha para reemplazar el gobierno de la clase capitalista con un gobierno de trabajadores y agricultores.

Y apoyarán todos los esfuerzos del pueblo trabajador para defender nuestros derechos políticos y el espacio político que necesitamos para organizar.