Moscú está utilizando la creciente dependencia de los gobernantes capitalistas alemanes del gas natural ruso para obligarlos a mantenerse al margen mientras Moscú impulsa sus intereses en Europa y contra Ucrania. El cerco militar de los gobernantes rusos amenaza la independencia de Ucrania y una guerra que recaería abrumadoramente sobre los trabajadores de Ucrania, Rusia y otras partes de Europa.
La movilización de alrededor de 130 mil tropas rusas a lo largo de las fronteras este, norte y sur de Ucrania ha provocado preparativos para resistir dentro de Ucrania y también protestas en Rusia contra los movimientos bélicos del presidente Vladimir Putin.
Aún sin una invasión total, Moscú podría envalentonarse a ocupar territorio ucraniano o lanzar ataques para reforzar a los separatistas pro-Moscú en el este de Ucrania. El Kremlin exige que Washington prometa que nunca admitirá a Ucrania en su alianza militar de la OTAN y que retirará las fuerzas de la OTAN de Europa del Este.
“Es en interés de los trabajadores y agricultores, aquí y en todo el mundo, exigir, ‘¡Manos rusas fuera de Ucrania!’ y respaldar la lucha de los trabajadores ucranianos para defender su independencia contra las amenazas de Moscú”, dijo Joel Britton, el candidato del Partido Socialista de los Trabajadores para gobernador de California, en un mitin en Oakland el 5 de febrero. “Los gobernantes estadounidenses tampoco son amigos del pueblo ucraniano. La clase trabajadora necesita nuestra propia política exterior, para unirse a los trabajadores en todo el mundo. Exigimos el retiro de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN de Europa del Este”.
Las acciones de Putin pretenden explotar las debilidades y divisiones entre las potencias imperialistas en Europa y, en particular, atraer a los gobernantes alemanes a la órbita de Moscú.
También busca recuperar el control sobre los países de Europa del Este, dominados por la Unión Soviética antes de su desintegración en 1991. Para justificar las amenazas, Putin afirma que los rusos y los ucranianos son “un solo pueblo”.
Putin cuenta con el apoyo del presidente chino, Xi Jinping. Ambos regímenes quieren expandir su influencia a expensas de Washington, a la vez que se vigilan mutuamente.
El presidente Joseph Biden en defensa de los intereses imperialistas de Washington está enviando tropas estadounidenses para aumentar las decenas de miles que ya están estacionadas en toda Europa. Pero los gobernantes estadounidenses no tienen planes de enviar fuerzas de la OTAN a Ucrania. Más bien, la Casa Blanca ha amenazado con “sanciones severas” a Moscú si sus tropas rusas avanzan contra Kiev.
Washington y Berlín están “en unísono”, afirmó Biden el 7 de febrero. Pero en lo único que están “en unísono” es en no enviar tropas a Ucrania. Existe poco consenso entre los 27 gobiernos capitalistas rivales en la Unión Europea sobre como actuar.
Mientras tanto, más de 5 mil personas protestaron el 5 de febrero con pancartas que decían: “Kharkiv es Ucrania” y “Alto a la agresión rusa”. Kharkiv, cerca de la frontera con Rusia, es la segunda ciudad más grande de Ucrania. Muchos de sus residentes son de habla rusa. Miles de voluntarios civiles en toda Ucrania se están entrenando junto a reservistas militares para resistir cualquier invasión rusa.
En 2014, un levantamiento popular en la plaza Maidan de Kiev que duró un mes se extendió por todo el país con la movilización de cientos de miles para derrocar al odiado presidente pro-Moscú.
Cuando Moscú respondió ocupando la península de Crimea, y los combatientes separatistas respaldados por Moscú se apoderaron de partes del Donbas, en el este del país, 50 mil personas salieron a protestar en Moscú. El 30 de enero, una carta abierta del Congreso Ruso de Intelectuales condenó el “partido de guerra en el liderazgo ruso”. El pueblo ruso es “rehén de un aventurerismo irresponsable que ha llegado a tipificar la política exterior de Rusia”, dice. Los signatarios se comprometen a construir “un movimiento masivo contra la guerra en Rusia” si Moscú invade.