La resistencia decidida de las fuerzas armadas de Ucrania independiente y de la población en general, así como la desmoralización de las tropas rusas y la ineptitud de su cuerpo de oficiales, han paralizado la invasión de siete semanas del presidente ruso, Vladímir Putin. Putin ha retirado sus tropas de las zonas del norte de Ucrania, dejando tras de sí un rastro de muerte y destrucción.
Pero la artillería de Moscú continúa golpeando Járkiv, y Putin ha reagrupado a sus fuerzas para una ofensiva asesina en el este. Afirma que su objetivo ahora es expandir su control sobre todas las provincias ucranianas de Donetsk y Luhansk y más. Continúa el bombardeo y el asedio contra el puerto clave de Mariúpol en el sur.
Putin ve solo un camino para que la clase capitalista de Rusia compita con sus rivales: apoderarse de territorio y restaurar su dominio sobre las naciones cercanas que durante siglos habían estado bajo la bota de los gobernantes zaristas de Rusia. Putin dice que Ucrania no tiene derecho a existir.
Los trabajadores de todo el mundo tienen interés en apoyar la lucha del pueblo ucraniano por la independencia y la lucha para obligar a Moscú a salirse de Ucrania.
Mientras que los gobernantes imperialistas de Estados Unidos, el Reino Unido y otras potencias europeas lloran lágrimas de cocodrilo por la invasión de Moscú, su objetivo es promover sus propios intereses económicos y políticos. Además de proporcionar un nivel cuidadosamente limitado de equipo militar defensivo a Ucrania, su acción principal ha sido imponer sanciones contra Moscú, que afectan más a los trabajadores y agricultores rusos.
Si bien Putin y sus medios de comunicación estrictamente controlados obtuvieron el apoyo para la guerra de la mayoría de los rusos, según encuestas recientes, ese apoyo es superficial. Muchos trabajadores continúan encontrando formas de mostrar su oposición a la guerra a pesar de las leyes represivas contra la protesta. Y algunos soldados se niegan a luchar.
Rusia tiene un reclutamiento militar para todos los hombres entre las edades de 18 y 27 años, pero los reclutas son en su mayoría hombres jóvenes de la clase trabajadora de pequeños pueblos y aldeas de toda Rusia.
Un número desproporcionado proviene de las repúblicas menos desarrolladas con altas tasas de desempleo, en su mayoría jóvenes que no son rusos étnicos, incluso de las repúblicas de mayoría musulmana como Daguestán, Basjkortostan, Tatarstan e Ingusjetia.
Alrededor de 60 paracaidistas se negaron a seguir luchando después de presenciar la matanza en Ucrania, informó el medio de comunicación ruso Pskovskaya Guberniya. Algunos fueron despedidos por “cobardía”, mientras que otros enfrentan una corte marcial y posibles penas de cárcel. No obstante, sus familiares han apoyado su postura.
Valentina Melnikova, líder del Comité de Madres de Soldados que protestó durante la guerra fallida de Rusia en Afganistán, dijo en una entrevista en video mientras las tropas de Moscú se concentraban en la frontera con Ucrania que su teléfono “empezó a sonar sin parar”.
“Dado que nuestro ejército no recoge los cuerpos de los muertos y no siempre recoge a los heridos, puede haber muchas discrepancias”, dijo, y agregó que cree que las estimaciones del gobierno de Ucrania sobre las pérdidas de tropas rusas son más precisas que las de Moscú.
Marat Grachev, dueño de una tienda de reparación de computadoras en Moscú, exhibió de manera prominente un cartel de “no a la guerra” después de la invasión. Dijo que le sorprendió que ninguno de sus clientes se quejara, a pesar de que tuvo que subir sus precios por las sanciones. Pero un transeúnte lo denunció y Grachev fue detenido por la policía.
Grachev fue multado con 100 mil rublos (1,200 dólares). Los contribuyentes de una campaña en línea recaudaron mucho más dinero del que necesitaba para pagar la multa, y está donando el excedente a grupos que ayudan a manifestantes a luchar contra sus arrestos.
Grachev dice que planea una nueva exhibición en su tienda: “Había un letrero aquí por el cual se impuso una multa de 100 mil rublos”.