Editorial

Camino obrero para oponerse a la guerra de Putin

25 de abril de 2022

El creciente repudio de la brutalidad de Moscú en Bucha llena las páginas de la prensa capitalista tras la publicación de fotografías y relatos de testigos presenciales de la masacre que llevaron a cabo allí las fuerzas armadas rusas. La brutalidad refleja el desdén de Vladimir Putin y su gobierno por la vida y el deseo de independencia del pueblo trabajador ucraniano.  Nuestra respuesta debe ser redoblar nuestros esfuerzos para protestar contra la invasión y las matanzas de Putin.

Pero las denuncias de los gobernantes norteamericanos y de otras potencias imperialistas, y las amenazas de más sanciones que afectarán más a los trabajadores y agricultores de Rusia, son lágrimas de cocodrilo. Desde My Lai en Vietnam hasta Hiroshima y Nagasaki y el bombardeo masivo de civiles en Corea, los gobernantes capitalistas norteamericanos han hecho llover muerte y agonía sobre los trabajadores como característica intrínseca de sus guerras. Iguala el desprecio que los patrones tienen por los trabajadores mutilados y muertos en las minas de carbón, refinerías de petróleo y otros trabajos aquí en Estados Unidos, que ellos ven como “daños colaterales” en su búsqueda de ganancias.

Al igual que Estados Unidos, Rusia es un país dividido en clases. La abrumadora mayoría de los rusos son trabajadores y agricultores, que no son responsables de las muertes de ucranianos.

Esta es una guerra desatada por el régimen de Putin para aplastar y conquistar Ucrania. “Putin insiste que Ucrania no es una nación y no tiene derecho a existir como tal”, dijo el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, Jack Barnes, en una declaración del 3 de marzo que miembros del partido han distribuido ampliamente. 

Mientras que los gobernantes capitalistas de Rusia buscan restaurar la prisión de naciones zarista, también libran una guerra contra los salarios, las condiciones de trabajo, la dignidad y los derechos políticos del pueblo trabajador por toda Rusia, incluidos los trabajadores en uniforme que constituyen las filas de las fuerzas militares rusas. Más de 15 mil rusos han sido encarcelados y muchos golpeados o torturados por protestar contra la guerra de Putin.

La derrota de la invasión del régimen de Putin está a favor de los intereses de los trabajadores de todo el mundo. Culpar a los trabajadores en uniforme por las guerras capitalistas, no a los gobernantes que los envían a luchar y morir, nos desvía de las fuerzas de clase que son cruciales para poner fin a esta carnicería.

Esta misma cuestión fue enardecidamente debatida por las fuerzas de oposición a la guerra que buscaban la derrota de la guerra de Washington contra Vietnam. Especialmente después de la masacre de Washington en My Lai en 1968,  algunos manifestantes querían calificar a todos los soldados norteamericanos como “asesinos de bebés”. En esos momentos, un número creciente de soldados estaban exigiendo abiertamente que el gobierno norteamericano los sacara de Vietnam. El Partido Socialista de los Trabajadores luchó para defender el derecho de los soldados a discutir y protestar, y organizó campañas para luchar contra las represalias de los altos mandos del ejército contra los que se expresaban en contra de la guerra.

El PST abrió el camino para ganar a los activistas del movimiento contra la guerra a que se acercaran a las tropas para decirles la verdad sobre la guerra imperialista y ganarlos a que se unieran a la lucha contra ella. El candidato presidencial del PST, Fred Halstead, viajó a Saigón ese mismo año y se reunió allí con soldados para discutir la lucha contra la guerra. Esto fue parte de la estrategia de clase obrera más amplia del partido: ganarse a la única clase que puede terminar con las guerras imperialistas, la clase trabajadora, y a los sindicatos, a este movimiento.

Hay ejemplos de fraternización entre trabajadores ucranianos y soldados rusos, pero el régimen capitalista de Volodymyr Zelensky y sus partidarios en Washington no tienen ningún interés en eso. Lo que menos quieren es que se profundice la colaboración entre los trabajadores de Rusia y los de Ucrania.

Pero sin mirar hacia los trabajadores y agricultores de Rusia, incluidos los soldados, como parte de una clase internacional con intereses comunes, no hay camino para deshacerse del régimen de matones en el Kremlin, y mucho menos terminar con el dominio capitalista en Rusia, en Estados Unidos y el resto del mundo, y reemplazar a los guerreristas con gobiernos que sirvan los intereses de la mayoría trabajadora.

Los gobernantes capitalistas tanto en Rusia como en Estados Unidos buscan atar a los trabajadores a su política exterior, sabiendo que librarán más guerras en todo el mundo para promover sus propios depredadores intereses de clase.

Los trabajadores necesitamos nuestra propia política exterior, independiente de la de los patrones, así como tenemos que luchar por lo que nuestra clase necesita en casa: trabajos, mejores salarios y condiciones, y tomar el poder político en nuestras propias manos.

Los trabajadores y agricultores de Rusia han demostrado en el pasado que tienen la capacidad para luchar independientemente, para enfrentarse a sus propios gobernantes capitalistas. 

En 1917, bajo el liderazgo de V.I. Lenin y el Partido Bolchevique derribaron la prisión de naciones zarista, ayudaron a poner fin a la primera guerra mundial imperialista e hicieron la primera revolución socialista del mundo.