La filtración el 2 de mayo del borrador de una opinión de la Corte Suprema escrita por el juez Samuel Alito, que anularía el fallo del caso Roe v. Wade en 1973 ha desatado un debate en todo el país. La filtración fue recibida con una respuesta histérica de los medios liberales, llenos de desinformación dirigidas a apuntalar el apoyo a los demócratas en las elecciones de mitad de periodo, el cual ha estado cayendo precipitadamente.
Si se llega a esta decisión o una similar, habrá que sumarse al debate que se abrirá sobre cuál es la mejor forma de impulsar los intereses de las mujeres de clase trabajadora y sus familias.
Esta discusión fue cortada en 1973 antes de que millones fueran convencidos de que el aborto era necesario como parte de la planificación familiar y de la defensa de los derechos de la mujer. Desde entonces, los esfuerzos de quienes intentan defender el acceso legal de la mujer al aborto han sido coartados por el fallo en el caso. La decisión fue un duro golpe a la lucha por la emancipación de la mujer. El enfocarse en tratar de defenderlo solo confundiría aún más las cuestiones reales.
Es útil leer el borrador de Alito. Está lejos de ser una perorata derechista, como sugieren los liberales. Alito cita a la fallecida jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsberg, quien dijo que Roe v. Wade “detuvo un proceso político que se movía en la dirección de una reforma y, por lo tanto, creo yo, prolongó las divisiones y aplazó una solución estable del problema”.
El fallo en el caso Roe fue un ejemplo de lo que pasa cuando jueces con motivos políticos con una mayoría en la corte confeccionan un fallo que no estaba basado ni en la Constitución, ni en un cambio abrumador ya alcanzado en la opinión pública. Esto garantizó que continuara un combate incesante en vez de resolver nada.
Crece ataque a familias obreras
Para el pueblo trabajador el acceso al aborto no puede abordarse por separado de las crecientes presiones que están desgarrando a nuestras familias. Está vinculado a encontrar formas de resistir los efectos generales de la crisis capitalista en la vida de los trabajadores, que hace cada vez más difícil formar una familia e impone una mayor cargas sobre ellas.
Esta crisis se está acelerando encima de la reducción de los salarios reales; altos costos de la vivienda y el cuidado infantil; jornadas laborales más largas, horas extras forzadas y horarios de trabajo agotadores que arruinan la vida familiar; y el insoportable endeudamiento familiar. Esta situación se ve agravada por el alza de precios más grande en 40 años.
Alrededor de 4 millones de trabajadores tienen empleos a tiempo parcial porque no pueden conseguir trabajo a tiempo completo y 5.9 millones quieren trabajar pero no son contados como desempleados porque han dejado de buscar trabajo activamente. La participación laboral se ha desplomado más bruscamente entre las mujeres. Millones de mujeres se vieron obligadas a dejar de trabajar durante la recesión por la falta de guarderías y el cierre de escuelas. Actualmente hay un millón menos de mujeres en la fuerza laboral que en 2019.
La lucha para cambiar estas condiciones es esencial para impulsar la igualdad social y económica de la mujer. Estas condiciones socavan las decisiones de la mujer sobre si van a tener hijos, cuándo y cuántos; e intensifican las presiones sobre los trabajadores con familias.
Estas cuestiones no se pueden abordar sin un programa de lucha para lograr un mayor acceso a la atención médica familiar, cuidado infantil y vivienda asequibles, empleos, anticonceptivos y adopción más accesible y más. A través de esta lucha podremos convencer a una mayoría incuestionable a que apoye la inclusión del aborto en los programas de planificación familiar.
Bajo el capitalismo, la familia es donde los trabajadores buscan protección. Es donde reciben cuidado los ancianos y enfermos y donde se crían nuestros hijos y comienzan a aprender. Es donde con demasiada frecuencia los trabajadores jóvenes tienen que recurrir cuando los patrones nos dejan sin trabajo. Los niños, ancianos y trabajadores enfermos o con discapacidades no tienen valor para la clase capitalista. Extraen sus ganancias con total desprecio hacia los trabajadores que crean su riqueza.
‘Seguro, legal e infrecuente’
En 1992 el presidente Bill Clinton dijo que su meta era hacer que el aborto fuera “seguro, legal e infrecuente”. Pero eso era una farsa. La clase capitalista que él defiende se beneficia a costa de los trabajadores, causando estragos en nuestras vidas. No tienen ninguna forma de garantizar las condiciones necesarias para que la decisión de abortar se vuelva infrecuente. Para alcanzar esa meta, es necesario que existan relaciones sociales diferentes, algo que es posible si la clase trabajadora, la única clase capaz de defender la vida humana, toma el poder político en sus propias manos.
Hay 13 estados que tienen “leyes de activación” que pudieran restringir el aborto si la corte anula Roe. Kentucky, Luisiana, Oklahoma y Dakota del Sur prohibirían la mayoría de los abortos de inmediato, excepto si hay peligro para la vida o salud de la mujer.
Otros catorce estados lo restringirían a las primeras 22 semanas de embarazo. Estos estados “progresistas” incorporan los criterios médicos de Roe para la legalización del aborto y no el derecho de la mujer a igual protección de la ley en virtud de la Enmienda 14 de la Constitución. O sea, hace la “viabilidad” del embrión el criterio para establecer los límites para el aborto legal.
Pero ningún feto es “viable” fuera del útero sin el cuidado y apoyo de la madre y su familia.
Al basarse en estos cambiantes criterios médicos, el fallo de 1973 facilitó que los opositores de los derechos de la mujer reclamaran el manto de ser los defensores del “derecho a la vida”. Sus afirmaciones son un fraude. El despiadado sistema capitalista se basa en las guerras interminables, muertes y mutilaciones de trabajadores en el trabajo, el racismo y la perpetuación de la opresión de la mujer. Es la clase trabajadora, y su lucha por liberar a la humanidad de estos males, la que es la defensora de la vida.
Para 2017 no había centros donde las mujeres pudieran obtener un aborto en el 89 por ciento de los condados de Estados Unidos. Todo esto fue el resultado del debate que quedó sin resolver y el marco debilitante del fallo Roe v. Wade.
Los demócratas y la izquierda de clase media insisten en que la decisión de Alito desencadenará una avalancha de ataques contra los derechos de los homosexuales y otras conquistas que el pueblo trabajador tiene interés en defender. La anulación de Roe amenaza “el derecho a la intimidad y el matrimonio entre personas del mismo sexo, al matrimonio interracial y al uso de métodos anticonceptivos”, afirmó el Departamento de Justicia de Joe Biden en un informe judicial.
Pero el borrador de Alito claramente dice lo contrario: “Para garantizar que nuestra decisión no se malinterprete o sea tergiversada, enfatizamos que… nada en esta opinión debe entenderse como algo que pone en duda precedentes que no tienen que ver con el aborto”.
La izquierda impulsora de la “cultura de cancelación” ya ha dejado claro que se opone a un debate y que pretende impedir la discusión y perjudicar por cualquier medio necesario a quienes no estén de acuerdo con ellos. La oficina del grupo antiaborto Wisconsin Family Action en Madison fue victima de un incendio el 8 de mayo. “Si los abortos no son seguros, entonces tampoco lo serán ustedes”, decían letreros pintados en la pared.
Manifestantes también protestaron frente a las casas de las familias de Alito y de los jueces Brett Kavanaugh y John Roberts, quienes no firmaron el borrador de Alito. Se esperan más ataques de este tipo.
Los demócratas complementan estos ataques con llamados a los partidarios del derecho a elegir el aborto a que ayuden a elegir a demócratas. Prometen cambiar el carácter de la Corte Suprema para convertirla en una institución más “progresista”, que emita decisiones que deberían ser competencia del Congreso y de los estados.
Un camino de lucha de clases
Pero el verdadero progreso para el pueblo trabajador y para nuestros derechos nunca proviene de los tribunales. Siempre es producto de gigantescas luchas de clases, que transforman a la gente y a la opinión pública.
El pueblo trabajador debería ver el debate en torno al borrador del fallo como una oportunidad crucial para sumarse a la discusión sobre cual es el camino a seguir para las mujeres y nuestras familias.
“Los trabajadores debemos mirar hacia nuestras propias capacidades para luchar juntos para defendernos. Esto requiere organizarse independientemente de los patrones y sus partidos el Demócrata y el Republicano”, dijo al Militante Joanne Kuniansky, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para el Congreso en Nueva Jersey. “Los trabajadores necesitamos formar nuestro propio partido político, un partido obrero, para dirigir la lucha por la emancipación de la mujer y reemplazar el dominio capitalista con un gobierno de trabajadores y agricultores”.