Decenas de personas se manifestaron frente a la cárcel de Rajai Shahar, cerca de Teherán, el 8 y 9 de enero para exigir el fin de la pena de muerte. Entre ellas estaba la madre de Mohammad Ghobadlou, uno de varios manifestantes antigubernamentales condenados a muerte por “hostilidad hacia Dios”.
La protesta comenzó un día después de la ejecución de los presos políticos Mohammad Mehdi Karami y Mohammad Hosseini el 7 de enero, elevando a cuatro el número de participantes en las recientes manifestaciones ejecutados desde el 8 de diciembre. Desde esa fecha, los tribunales han suspendido varias ejecuciones u ordenado nuevos juicios.
El régimen burgués-clerical esperaba que las ejecuciones hicieran retroceder el movimiento por todo Irán que fue provocado por la muerte el 16 de septiembre de la joven kurda Zhina Amini después de que la policía “de la moralidad” la arrestara por no llevar correctamente el hiyab.
Más de 500 personas han muerto a manos del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, los matones paramilitares Basij o la policía desde que las protestas diarias arrasaron el país hace más de tres meses.
Pero aun cuando las protestas han disminuido, por ahora, el atropello de los derechos de las nacionalidades oprimidas, de las mujeres y de los trabajadores y estudiantes por el gobierno sigue provocando una respuesta. Una causa subyacente de las protestas es el uso por el gobierno capitalista de los trabajadores como carne de cañón para sus aventuras militares en Iraq, Líbano, Siria y Yemen.
A pesar del arresto de 30 trabajadores en una manifestación el 24 de diciembre en Asaluyeh, cientos de obreros petroleros se unieron a las protestas en más de una decena de refinerías, complejos de gas y oficinas de empresas el 17 de enero. Exigen aumentos salariales y mejoras en el seguro médico y las pensiones. “No dejaremos caer la bandera de exigir nuestros derechos”, decía el volante para las acciones.
La nacionalidad oprimida baluch en Sistán-Baluchistán ha estado al frente de la lucha contra las medidas represivas del régimen, junto con la nacionalidad kurda. El clérigo sunita más prominente de Irán, Maulana Abdul-Hamid, basado en Baluchistán, ha sido criticado por el gobierno por condenar las detenciones de mujeres que no usan el hiyab y por sus llamados a la liberación de los presos políticos y al fin de la discriminación contra los miembros de la minoría religiosa baha’i, una inusual postura pública en Irán.
¿Traer de vuelta al sha?
Mientras la ira de los trabajadores y los jóvenes contra la represión del régimen continúa en Irán, los opositores de mentalidad burguesa de la República Islámica en Europa y Estados Unidos miran hacia las clases dominantes imperialistas fuera de Irán para derrocar al régimen.
Reza Pahlavi, hijo del sha derrocado en la revolución de 1979; el periodista Masih Alinejad; la ex estrella del fútbol Ali Karimi y otros exiliados emitieron una declaración conjunta el 15 de enero en la que pedían a “la comunidad internacional” que coloque al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica “en la lista de terroristas”.
Como parte de su campaña, quieren convencer a los opositores del reaccionario régimen clerical-burgués de que “las cosas eran mejores” bajo la monarquía.
Pero el sha Mohammad Reza Pahlavi fue impuesto al pueblo de Irán mediante un golpe de estado organizado por la CIA en 1953. Durante su dominio, miles de trabajadores y opositores políticos fueron arrestados y torturados por la notoria policía secreta Savak.
Todas las alas del régimen burgués-clerical reclaman hoy el manto de la revolución masiva y popular de 1979 que derrocó al sha. Pero es todo lo contrario. En 1982-83 ellos consolidaron una contrarrevolución que dio nueva vida a las medidas represivas de la monarquía, incluyendo la negación sistemática de los derechos democráticos y el pisoteo de los derechos de las mujeres y los pueblos oprimidos desde los kurdos y árabes hasta los baluch.
Los trabajadores en Irán no tienen ninguna intención de volver a la época del sha. En una manifestación celebrada el 13 de enero en Zahedan, mujeres baluch corearon “No a la monarquía, no al Líder Supremo. ¡Democracia! ¡Igualdad!”