Tras meses de protestas, el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Khamenei, anunció el 5 de febrero que perdonará a “decenas de miles” de prisioneros. Esto incluye a muchos que fueron arrestados por unirse a las manifestaciones de “Mujeres, vida, libertad” posteriores a la muerte de Zhina Amini el 16 de septiembre a manos de la odiada “policía de la moralidad”.
Unas veinte mil personas han sido arrestadas cuando trabajadores, estudiantes, comerciantes y otras personas en todo el país se unieron a las protestas diarias. Cientos han sido asesinados por los matones del régimen. Las detenciones aún continúan.
La concesión de indultos se hizo coincidir con el aniversario de la revolución de 1979 que derrocó a la dictadura del sha de Irán respaldada por Estados Unidos. El régimen burgués-clerical de Khamenei afirma falsamente ser la continuidad de esa revolución. Dijo que no se ofrecerían indultos a aquellos que, según el régimen, “cometieron espionaje”, tuvieron “contacto directo con agentes de servicios de inteligencia extranjeros”, cometieron actos violentos o estuvieron involucrados en el tráfico de drogas.
El diario Etemad (Confianza), alineado con la facción reformista de la clase capitalista iraní, señaló que muchas personas son acusadas falsamente de “actuar contra la seguridad nacional”. Nadie debe ser excluido de la amnistía “por razones ficticias”, dijo el periódico.
Khamenei presentó la amnistía como una señal de la benevolencia del régimen hacia los “jóvenes descarriados” incitados por “enemigos extranjeros”, es decir, los gobiernos de Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel.
Tasnim News, una voz del régimen, publicó una entrevista con el ex presidente del Concejo Municipal de Teherán, Mohsen Hashemi Rafsanjani, que aborda las razones detrás de la amnistía. Aludiendo a las protestas, Rafsanjani dijo que los indultos son una oportunidad para “apagar el fuego bajo las cenizas. Esto puede crear una paz relativa y neutralizar las provocaciones antirrevolucionarias”. Rafsanjani pertenece a la facción reformista y su hermana es una prisionera política.
Un cambio profundo de conciencia
Aunque las protestas han disminuido, se ha producido un cambio profundo en la actitud de los trabajadores y otros hacia los gobernantes de Irán. Cada semana hay nuevas acciones de trabajadores que exigen mejores salarios y condiciones, agricultores que exigen derechos de agua, jubilados que exigen mayores pensiones y más.
El régimen ni siquiera puede detener la oposición dentro de los muros de las prisiones, a pesar de las torturas y las palizas. Durante un día de visitas familiares a mediados de enero en la prisión de Fashafouye en Teherán, la gente silbaba, aplaudía y vitoreaba cada vez que se llevaba a un preso a la sala de visitas. En un momento se escuchó una voz al otro lado de la sala: “¡Mujeres, vida, libertad!”.
Las demandas de liberar a todos los presos políticos, abolir la pena de muerte y garantizar la libertad de expresión y la igualdad de derechos han estado al centro de las protestas semanales en Baluchistán, hogar de la oprimida nacionalidad baluchi y una de las regiones más subdesarrolladas del país.
El 3 de febrero, miles de personas se manifestaron en la provincia de Sistán-Baluchistán, incluso en Khash y la capital, Zahedan, y en la provincia de Golestán, hogar de turcomanos y muchos baluchis. Cientos de personas también marcharon en Sanandaj, provincia de Kurdistán.
“Abajo el opresor, ya sea el sha o el líder supremo”, era un cántico prominente en Zahedan. Las nacionalidades baluchis, turcomanas y kurdas en Irán, predominantemente suníes, tienen una larga historia de resistencia al opresivo régimen chiíta y a los monarcas que lo precedieron.
El director del periódico Kayan, Hossein Shariatmadari, un aliado de Khamenei, criticó al prominente clérigo sunita residente en Baluchistán, Maualana Abdul-Hamid, por respaldar las protestas y pedir que se respeten los derechos de la minoría religiosa bahá’í, que son tratados como “infieles” por el gobierno, y por apoyar el reconocimiento tanto de Israel como de un estado palestino.
Sunni Online, con sede en Baluchistán, salió en defensa de Abdul-Hamid. No se trata de lo que piensas de las creencias religiosas de los demás, dijo el sitio web, citando la declaración del clérigo: “Si se agravia a un judío, un cristiano, un bahá’í o un derviche, nos molestaremos”.
Las críticas de Shariatmadari al apoyo del clérigo a “dos estados independientes de Palestina e Israel”, dijo Sunni Online, es una “ideología moribunda”.