El terremoto de magnitud 7.8 que sacudió el sur de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero ha desencadenado una catástrofe social. Más de 35 mil personas han muerto en Turquía. La ayuda internacional está muy lejos de aproximarse a lo que se necesita. Al lado, voluntarios en el noroeste de Siria el 6 de febrero llevan a una de las víctimas del terremoto.
El sur de Turquía alberga a muchos de los kurdos del país, oprimidos durante mucho tiempo por los gobernantes turcos. En Siria, los lugares más afectados incluyen áreas bajo el control de grupos rebeldes que desafían a la dictadura de Bashar al-Assad, así como campamentos que albergan a millones de refugiados desplazados como resultado de la guerra civil.
La escala de la mortalidad y la destrucción se amplificaron de manera severa por la negativa de los gobiernos capitalistas a reforzar la estructura de viviendas y otras infraestructuras a lo largo de las principales fallas terrestres de la región. El sistema capitalista de lucro y las guerras que azotan la región convirtieron el terremoto en un desastre social.