GÜINES, Cuba — Los miembros de una cooperativa agrícola en este municipio son parte de los esfuerzos del pueblo trabajador de Cuba y su gobierno revolucionario para impulsar la producción y reducir la dependencia de costosas importaciones de alimentos.
“El año pasado fue muy duro”, dijo Yunaiky Cruz, presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria Amistad Cubano Búlgara, que produce una variedad de verduras, incluida la papa, además de criar ganado.
Cruz señaló el brutal impacto del embargo económico que Washington ha mantenido contra el pueblo cubano, cuyas consecuencias intensifican el impacto sobre Cuba de la crisis mundial de producción y comercio capitalistas. Esto fue agravado por el costo de la pandemia de COVID-19 y ahora por la guerra de Moscú contra Ucrania.
Cruz habló con un grupo de trabajadores socialistas de Estados Unidos y el Reino Unido que visitaron la finca el 24 de febrero invitados por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP). Los acompañaban Idia Ruiz, directora de la revista ANAP ; el periodista Jorge Sariol y el fotógrafo Carlos Parodi y dirigentes locales de la asociación. La cooperativa está a 30 millas al sureste de La Habana.
Los principales retos, dijo Cruz, son la escasez de combustible, fertilizantes, insecticidas y repuestos para equipos agrícolas. “Solíamos comprar insumos químicos de México, Brasil, España e Italia”, dijo. “Pero las importaciones de Cuba desde esos países colapsaron durante la pandemia. Las empresas agroindustriales norteamericanas dominan el mercado de estos productos, que están sujetos a las sanciones estadounidenses y eso nos limita severamente”.
Los precios de fertilizantes importados por países de África, Asia y América Latina se triplicaron en 2020. Eso pone los suministros fuera del alcance de muchos pequeños agricultores y amenaza el sustento de millones de personas a nivel mundial.
Trabajo duro y creatividad
Los cooperativistas nos dieron un recorrido por la granja para que viéramos que a través del trabajo duro y la creatividad están enfrentando estos desafíos.
Sobre todo, se esfuerzan por aumentar sus rendimientos. La producción cayó drásticamente el año pasado. “Pero hemos resistido y ahora estamos empezando a recuperarnos”, dijo Cruz.
“Hace diez años teníamos 50 tractores, pero hoy solo 29 están operando debido a la escasez de combustible y la falta de repuestos”, dijo. “Estamos trabajando para aumentar el uso de la tracción animal, pero por ahora el trabajo adicional recae en los cooperativistas y la mano de obra contratada”.
La cooperativa es la más grande de las 26 del municipio de Güines. Fue establecida en 1978 con ocho miembros. Hoy cuenta con 133, entre ellos 36 mujeres. Los cooperativistas juntan sus tierras y equipo y cultivan colectivamente.
La tierra en Cuba no es una mercancía para comprar y vender. Es de propiedad estatal y la ley cubana garantiza el derecho de todos los agricultores a permanecer en la tierra mientras la trabajen. Nunca enfrentan la amenaza de ser esclavos de las deudas, las ejecuciones hipotecarias o el desalojo que se cierne sobre los pequeños agricultores en los países capitalistas.
Con la ley de reforma agraria de mayo de 1959, el nuevo gobierno de trabajadores y agricultores nacionalizó las plantaciones propiedad de capitalistas extranjeros y cubanos. Esta fue implementada con la movilización de millones de agricultores, trabajadores y jóvenes en el campo y las ciudades que derrocaron el dominio capitalista y profundizaron su revolución socialista.
Impulsar producción de alimentos
“Hoy los cubanos están pagando mucho por la comida”, señaló Cruz. “Esto no se debe a los agricultores, sino a los intermediarios que aumentan los precios, así como al aumento de los precios de las importaciones”.
Para promover una mayor producción de alimentos, el gobierno cubano ha implementado medidas que permiten las ventas directas de los productos y en mercados agropecuarios. Una consecuencia de esto ha sido el aumento de los especuladores.
“Estamos trabajando para aumentar nuestra producción de alimentos para ayudar a bajar los precios”, dijo Cruz.
Para fortalecer estos esfuerzos, el gobierno cubano proporciona a los agricultores crédito barato, subsidia la compra de insumos y garantiza los precios de sus cultivos.
Esto contrasta con lo que sucede en los países capitalistas, donde los procesadores y monopolios agrícolas pagan lo menos posible a los pequeños agricultores —a veces por debajo de los gastos de producción de los agricultores— a la vez que suben los precios que los trabajadores pagan en las tiendas.
“El ser humano es lo más importante para la revolución”, dijo Cruz, al explicar el compromiso de los cooperativistas de garantizar alimentos, vivienda y otras necesidades para los miembros de la comunidad agrícola, e impulsar la producción en beneficio del pueblo cubano en su conjunto.
Nos dijeron que venden tres cuartas partes de la producción de la cooperativa al estado que hace disponible alimentos básicos a precios muy subsidiados. La mayor parte del resto se usa para satisfacer las necesidades de los cooperativistas y sus familias.
Los agricultores nos dijeron con orgullo que también cumplen con un “compromiso social”, es decir, como muchas cooperativas en Cuba, proporcionan alimentos a las instituciones locales de atención de la salud de forma gratuita. En su caso, abastecen de verduras y carne a una casa de maternidad y para niños recibiendo tratamiento de cáncer.
La cooperativa sirvió como centro de vacunación contra la COVID para la comunidad.
Uno de los retos de la agricultura cubana ha sido la obtención de pesticidas, debido al embargo de Washington y los altos precios de las importaciones. Y en 2019 se vieron afectados por una infestación de trips de la flor del frijol que era resistente a los pesticidas disponibles. La plaga devastó la producción de frijoles negros, lo que causó la desaparición de este alimento básico de muchas cocinas cubanas.
“Nuestro país no tenía en su presupuesto los millones para comprar a una empresa extranjera los pesticidas que necesitábamos”, dijo Cruz. “Así que encontramos una alternativa”.
Los cooperativistas nos mostraron un tanque lleno de tabaquina, un pesticida que ellos producen a partir de residuos de hojas de tabaco. Es eficaz para combatir esta cepa de trips.
Vivienda y cuidado infantil
Para satisfacer las necesidades de la comunidad la cooperativa está convirtiendo con la ayuda de fondos estatales una antigua escuela en vivienda para 90 agricultores y sus familias. “Cada unidad tiene uno o dos dormitorios, sala, cocina y baño”, dijo Raúl Zamora, presidente de ANAP en el municipio.
El proyecto tiene como fin mejorar las condiciones para los miembros y atraer nuevos. Un reto de muchos años en Cuba ha sido el envejecimiento de la fuerza laboral rural, ya que muchos jóvenes han emigrado del campo a las ciudades o a Estados Unidos y otros países.
Otra de las prioridades es la construcción de un centro de cuidado infantil para los afiliados y otras familias de la zona. Es parte de un esfuerzo nacional encabezado por la Central de Trabajadores de Cuba, ANAP, y la Federación de Mujeres Cubanas, para construir círculos infantiles en centros laborales, tanto urbanos como rurales.
Las familias de la cooperativa necesitan servicios de cuidado infantil para 24 niños y para otros 20 que están en camino, nos dijeron. Actualmente, 12 van a la guardería en Güines. Los demás son cuidados por sus familias, lo que limita su participación, especialmente de las madres, en el trabajo de la cooperativa.
“Si el autobús no llega por falta de combustible, los padres tienen que llevar a los niños a la escuela”, dijo Armando Musdeliel, vicepresidente de la cooperativa. Tener un círculo infantil aquí permitiría que “más mujeres se involucren en la producción y sean más independientes”, dijo otro miembro.
Idanis López Tasé, agrónoma de la cooperativa, comentó que la Revolución Cubana ha traído grandes avances en los derechos de la mujer y su participación en todos los aspectos de la sociedad, desde la guerra revolucionaria, cuando las mujeres luchaban en la Sierra Maestra junto a Fidel Castro.
“La mayoría de las tareas que realizo en la cooperativa son ‘cosas de hombres’, trabajar un tractor, etcétera”, dijo. “Pero he estado haciéndolo durante 20 años y me encanta. Las mujeres han demostrado que podemos hacer este trabajo”.
Claudia Kaiser-Lenoir contribuyó a este artículo.