Tras años de crecimiento de su economía capitalista de estado y fortalecimiento militar, los gobernantes chinos están reclamando una mayor influencia política, lo que está provocando tensiones más agudas con los gobernantes imperialistas en Washington. Los conflictos que se han venido acumulando durante años se han acelerado por las secuelas mundiales de la invasión de Ucrania por Moscú.
En un no tan velado golpe a los gobernantes norteamericanos, el presidente chino Xi Jinping le dijo al presidente ruso Vladímir Putin al final de una visita de tres días a Moscú el 22 de marzo que Beijing y Moscú son los que están produciendo cambios históricos en el mundo.
Xi dijo que “se están multiplicando los intereses comunes” entre los dos países. Ambos firmaron un comunicado sobre la guerra en Ucrania sin hacer mención a la violación por parte de Moscú de la soberanía de Ucrania, culpando más bien a la alianza de la OTAN dirigida por Washington.
Representantes chinos han comenzado a discutir su plan de “paz” para terminar la guerra, con gobiernos de Europa aliados de Washington. El primer ministro español Pedro Sánchez viajó a Beijing e instó a Xi a hablar con el presidente de Ucrania Volodimir Zelensky. El presidente francés Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, planean visitar Beijing esta semana.
Lazos con Moscú
Para Xi, los lazos con Moscú tienen como objetivo fundamental contrarrestar lo que él llama “la contención, acorralamiento y supresión de China” por Washington. La clase capitalista rusa se encuentra en una posición más débil un año después del inicio de la guerra y Putin no tiene otra opción que jugar un papel secundario.
La masiva expansión de las exportaciones chinas llevó a Beijing a lanzar su Iniciativa de la Franja y la Ruta, en busca de mayores ganancias y control de rutas comerciales, a la vez que atraía más cerca de su órbita a rivales capitalistas y regímenes semicoloniales.
Con el fin de promover su influencia política, el gobierno chino negoció un acuerdo entre los gobiernos de Irán y Arabia Saudita, poniendo fin a una animosidad en sus relaciones de siete años. Ambos acordaron tratar de poner fin a la guerra en Yemen donde respaldan a lados opuestos.
En marzo el gobierno hondureño estableció relaciones diplomáticas con Beijing y cortó sus lazos con el gobierno de Taiwán.
Xi también espera reunir apoyo en China en un momento en que la crisis capitalista mundial sigue golpeando los niveles de vida de los trabajadores. Las autoridades municipales están hundidas en deudas después de agotar fondos para acatar con las ordenes de pruebas y confinamiento. A finales de 2022 unos 31 gobiernos provinciales tenían una deuda de 5.1 billones de dólares.
Aumentan las protestas en China
Desde enero miles de personas, incluyendo a muchos jubilados, se han manifestado en Wuhan y otras ciudades para exigir la revocación de recortes a las prestaciones médicas.
El curso expansionista de los gobernantes chinos se está topando con problemas en otros lugares. Muchos de sus proyectos bajo la Franja y la Ruta han dejado a gobiernos con deudas que no pueden pagar. Bajo este programa los gobernantes chinos han eclipsado al Banco Mundial como el mayor prestamista para los países en desarrollo. En la actualidad, una cuarta parte de aproximadamente 1 billón de dólares para el financiamiento de proyectos de la Franja y la Ruta está siendo usado para extender más préstamos, dejando a estos gobiernos aún en más deuda, mientras Beijing trata de rescatar su propio sistema bancario.
Además, muchos de los proyectos de construcción están plagados de defectos. Miles de grietas han aparecido en la planta hidroeléctrica Coca Codo Sinclair en Ecuador, de construcción china con un costo de 2.7 mil millones de dólares, la mayor generadora de energía del país.
Beijing ha incrementado su presupuesto militar a 300 mil millones de dólares, muy por encima de los 22 mil millones en 2000. En años recientes la fuerza aérea china ha realizado cientos de misiones de vuelo en las proximidades de Taiwán.
El pasado agosto, Beijing respondió a la visita a Taiwán de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi con el lanzamiento de misiles, el desplazo de barcos de guerra en el estrecho de Taiwán y con un simulacro de bloqueo de la isla.
La maquinaria bélica de Beijing todavía palidece en comparación con la de Washington, con su presupuesto militar de 80 mil millones de dólares, sus reservas y su control de 750 bases en al menos 80 países por todo el mundo. Los funcionarios norteamericanos están dando pasos para amasar una reserva de armamento gigantesca en Taiwán, con el fin de prevenir una invasión de Beijing.
Los aliados de Washington en la región de Asia y el Pacífico también se están rearmando. El gobierno japonés ha iniciado su mayor programa de armamentos desde la Segunda Guerra Mundial, elevando el gasto militar en un 60 por ciento durante los próximos cinco años. El 13 de marzo, los gobernantes australianos anunciaron un plan de 200 mil millones de dólares para construir submarinos de propulsión nuclear con los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido.
En febrero, efectivos norteamericanos reabastecieron de combustible a cazas de combate japoneses durante ejercicios militares conjuntos sobre la isla de Tinián, en las islas Marianas del Norte, al norte de Guam. Tinián fue desde donde los gobernantes estadounidenses lanzaron los aviones con las bombas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945. “No nos concierne el pasado, nos concierne el futuro”, apuntó el coronel Inadome Satoru, jefe del noveno grupo de vuelo de Japón.