Libro del mes

Más desorden fiscal con agravamiento de crisis capitalista

24 de abril de 2023
Quiebras bancarias han revivido temor de otra crisis financiera mundial. Biden promete que los billones inverti-dos no afectarán a trabajadores, pero nosotros tendremos que pagarlos.
Quiebras bancarias han revivido temor de otra crisis financiera mundial. Biden promete que los billones inverti-dos no afectarán a trabajadores, pero nosotros tendremos que pagarlos.

El desorden mundial del capitalismo: Política obrera al milenio por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores es uno de los Libros de Mes de abril de la editorial Pathfinder. Escrito en vísperas del siglo 21, cubre los acontecimientos que estremecieron la política mundial entre 1987 cuando los mercados bursátiles del mundo estuvieron a punto de derretirse y la “crisis del peso” mexicano en diciembre de 1994. Estos acontecimientos sentaron las bases para las fluctuaciones y crisis actuales en el orden mundial global. Este fragmento es de “El voto a favor de Ross Perot y la ‘guerra de la cultura’ de Patrick Buchanan: Lo que revelaron las elecciones de 1992”. Copyright © 1999 de Pathfinder Press. Reproducido con permiso.

POR JACK BARNES

Los mercados de valores, de monedas y de obligaciones del capitalismo internacional, efectivamente, como tanto se ha proclamado, se encuentran hoy día más y más interconectados y, parcialmente a raíz de eso, también se están volviendo más inestables. fue hace poco más de cinco años que se derrumbaron las bolsas de valores a nivel mundial. En tan solo un día, en octubre de 1987, la bolsa de valores de Estados Unidos se desplomó cerca de un 25 por ciento. Esta caída estremeció a la burguesía internacional, y el pueblo trabajador percibió que era el presagio de una acuciante crisis social a nivel mundial. fue la primera señal pública aguda de un descenso acelerado en la curva del desarrollo capitalista del período posterior a la Segunda guerra Mundial: la primera señal de que ya era inevitable que se diera una depresión a nivel mundial. . .

Los banqueros depositan su dinero donde anticipan que va a estar más seguro. Pero esas enormes transferencias monetarias van convirtiendo cada vez más a los negocios bancarios diarios en especulaciones, desestabilizando aún más el sistema capitalista mundial.

Todos los días se transfieren cifras inimaginables de dinero de un lugar a otro. La velocidad y la cantidad de transacciones internacionales que se realizan en un lapso de 24 horas, gracias al desarrollo de las computadoras y las telecomunicaciones, resultan abrumadoras. . .

Todavía hasta comienzos de la década del setenta, el comercio monetario anual entre diferentes países era apenas una fracción del comercio mundial. Hoy en día, sin embargo, ningún gobierno o agencia de estadísticas capitalista sabe con exactitud el alcance y el tamaño del comercio monetario, aunque la mayoría de los cálculos públicos sugiere que es más de un billón de dólares diarios.

A medida que declinan las tasas de ganancia, los capitalistas buscan más y más formas de usar dinero para hacer dinero. Las inversiones en fábricas y equipo no les ofrecen un rendimiento suficientemente competitivo, así es que se la pasan inventando nuevos tipos de valores con los cuales comerciar y especular, esto incluye una acelerada especulación monetaria. A lo largo de la historia del capitalismo mundial, los capitalistas han enfrentado, por lo menos en tres ocasiones anteriores, una baja a largo plazo de las tasas de ganancia, y en cada una de esos casos eso llevó a una crisis profunda antes de que se pudiera superar. Sin embargo, la rapidez de las comunicaciones internacionales hoy día, la inmensidad de las sumas monetarias involucradas, y el porcentaje de trabajadores que desde el período de descolonización posterior a la Segunda guerra Mundial han caído bajo el yugo de la explotación capitalista a nivel mundial, vuelven el alcance y la explosividad potenciales de la crisis que viene verdaderamente anonadantes. . .

Los gobiernos y los bancos nacionales ya no tienen tanto control sobre sus monedas. . . Los mercados monetarios mundiales están inundados de dólares. Empresas por todas partes del mundo —incluso muchas que le pertenecen de forma parcial o total al capital norteamericano—, poseen cantidades masivas de dólares. En efecto, cerca del 50 por ciento de toda la riqueza financiera privada en el mundo se posee en dólares, así como también más de la mitad de toda la reserva de divisas que se encuentra en las bóvedas de los bancos centrales en el exterior. Hoy día en Rusia, y hasta cierto punto en Europa oriental, el dólar es la única reserva de valor real.

Al final de cuentas, las clases capitalistas nacionales rivales no pueden controlar los resultados de su competencia agudizante, y no porque sus acciones sean “irracionales”. Las profundas crisis sociales son el resultado de acciones que son completamente racionales para maximizar las ganancias de capitalistas particulares  que compiten con otros capitalistas y con otros capitales nacionales  particulares. Sin embargo, las consecuencias de todas esas decisiones pragmáticas, cortoplacistas, racionales separadas desestabilizan aún más el sistema imperialista mundial.

Los gobiernos capitalistas tratan de amortiguar algunas de estas consecuencias no anticipadas. Por así decirlo, hacen uso de una suerte de socialismo: el socialismo de la burguesía, la socialización de sus pérdidas.

Hoy día, la prensa financiera reprende a los gerentes de la general Motors, diciendo que si fuera un negocio pequeño ya estarían buscando amparo tras declararse en bancarrota, que llegaron a esa situación por haber tomado decisiones a corto plazo y encaminadas a maximizar ganancias, en vez de haber hecho decisiones de inversión a largo plazo. Sin embargo, eso es precisamente lo que hacen todos los dueños de capital, y más aún cuando su tasa de ganancia está bajando y la masa de sus ganancias está estancada. Cuando las tasas de ganancia llegan a un nivel lo suficientemente bajo, los dueños de capital consideran que es mejor recortar costos —“redimensionar”— que invertir en la expansión de capacidad sin poder anticipar que sus utilidades vayan a ser competitivas. Y tampoco es suficiente que los gobiernos capitalistas se esfuercen por mantener bajas las tasas de interés. Los capitalistas no van a tomar préstamos para invertir a menos que las ganancias anticipadas les indiquen que esa es la forma más lucrativa de usar su dinero si se compara a otras opciones, como la especulación monetaria, por ejemplo. . .

El mundo imperialista se seguirá caracterizando por la inestabilidad y la agudización de conflictos. En los años venideros habrán más crisis bancarias y crediticias. Y junto a ellas, seguirá decayendo también la confianza en los liderazgos burgueses de los países imperialistas. Debemos tomar nota de la tendencia actual de que los primeros ministros, los presidentes y otros funcionarios del estado burgués resultan electos con porcentajes cada vez más reducidos de la población con confianza alguna de que dichas figuras políticas puedan revertir la situación.

Este es un hecho económico importante, no solo un hecho político. Porque los trabajadores jamás deben dejarse engañar por el máximo fetiche del dinero: la idea de que existe algo objetivo que determina el valor de una moneda. Eso no tiene nada de objetivo. Bajo el capitalismo, el papel moneda de un estado nacional es tan fuerte como la confianza que la población, que las propias familias de la clase dominante y los banqueros internacionales tengan en la estabilidad y el futuro de esa clase dominante y en la competencia de sus principales dirigentes.