Las grandes bajas sufridas por las fuerzas de Moscú durante el esfuerzo de 10 meses para tomar y mantener su tenue control de la ciudad en ruinas de Bakhmut, en el este de Ucrania, están agudizando los conflictos en el seno del mando militar del Kremlin y alimentando la oposición interna a la guerra del presidente ruso Vladímir Putin.
En una entrevista el 24 de mayo con Konstantin Dolgov, un comentarista partidario de la invasión, el jefe del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, descargó su ira contra el alto mando ruso por no proporcionar suficientes municiones para sus tropas en Bakhmut. Admitió que su ejército privado de 85 mil efectivos había perdido decenas de miles de combatientes.
Prigozhin también se quejó de que la invasión había convertido “al ejército de Ucrania en uno de los más poderosos del mundo”.
Para ganar la guerra, exigió al gobierno ruso que promulgara la ley marcial; lanzara otra ola de reclutamiento; y que instituyera el trabajo forzoso para producir armamentos. Esto sería aún más desastroso para el pueblo trabajador que el curso mantenido por Putin.
Un soldado ruso de nombre Ruslan, que llegó a Bakhmut el 8 de mayo con el grupo Wagner, decidió rendirse. Cuando un dron ucraniano voló por encima de él, le hizo una señal sabiendo que el operador del dron lo vería. El operador lo condujo por tierra de nadie hasta las líneas ucranianas.
El video de su deserción fue ampliamente difundido.
Algunos soldados rusos están comenzando a desertar en grupos. El ejército ucraniano dice que unos 20 reclutas del ejército de Moscú desertaron de Svatove en un camión el 25 de mayo.
Prigozhin prevé una “revolución”
Putin justifica su invasión con afirmaciones falsas de que antes de la formación de la Unión Soviética, “nunca hubo una Ucrania”. Culpa al dirigente bolchevique V.I. Lenin por su creación. En realidad, la lucha del pueblo ucraniano por la independencia contra los zares rusos comenzó siglos antes.
Prigozhin dijo que el impacto de la guerra profundizaría la polarización de clases dentro de Rusia que “podría terminar como en 1917 con una revolución”.
Su comparación pasa por alto algunos factores decisivos. En 1917, los trabajadores habían forjado un liderazgo comunista, forjado en batallas y capaz de llevar a millones a tomar el poder en el curso de una rebelión que arrasó al Imperio Ruso durante la matanza de la Primera Guerra Mundial.
El gobierno de trabajadores y campesinos que llegó al poder en octubre de 1917 fue dirigido por el Partido Bolchevique. Defendió el derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas, como Ucrania. La Unión Soviética bajo el liderazgo de Lenin fue fundada como una federación voluntaria de repúblicas autónomas.
Nada de eso existe hoy. La única oposición organizada a Putin es de derecha, que apoya una violencia aún mayor contra Ucrania, incluido un ataque nuclear.
En ambos lados de la guerra, madres de los prisioneros de guerra se ayudan mutuamente a localizar y ayudar a los soldados capturados. “Trabajamos con el entendimiento de que todos los soldados son hijos de alguien, así que nunca hay animosidad entre nosotros”, dijo Alla Makruch a conflictfieldnotes.com. Ella lidera la iniciativa del lado ucraniano. Siguiendo la propuesta de su grupo, el gobierno ucraniano ahora permite que las madres rusas visiten a sus seres queridos en las prisiones ucranianas, pero ninguna ha hecho el viaje.
La contraparte de Makruch, Valentina Melnikova, es la directora de la Unión de Madres de Soldados en Rusia. Ella está presionando a Moscú para que permita que la Cruz Roja Internacional inspeccione las condiciones en las prisiones rusas donde se encuentran los ucranianos.
El régimen de Putin teme que una confraternización como esta pueda conducir a un debilitamiento del apoyo a una guerra que nunca ha sido muy popular.