Informe de Durham detalla ataques a derechos

Por Terry Evans
12 de junio de 2023

El informe del fiscal especial del Departamento de Justicia, John Durham, publicado el 15 de mayo, detalla en sus 306 páginas la inconstitucional operación de espionaje y la cacería de brujas por la supuesta “colusión con Rusia” instigada por funcionarios del FBI y la campaña de Hillary Clinton en 2016 para tratar de evitar que Donald Trump ganara las elecciones.

Durante el desarrollo de la campaña, el subdirector del FBI, Andrew McCabe, y el subdirector adjunto de contrainteligencia, Peter Strzok, iniciaron una investigación del FBI de la campaña de Trump sin ninguna evidencia de colusión con Moscú, demuestra Durham. Los responsables del FBI sabían que la investigación se basaba en rumores infundados proporcionados por la campaña de Clinton. Pero prosiguieron de todos modos.

El director de la CIA, John Brennan, proporcionó a Durham notas de una reunión ocurrida el 3 de agosto de 2016 con el presidente Barack Obama, el entonces jefe del FBI James Comey y otros. Brennan escribe que les informó sobre una “supuesta aprobación por parte de Hillary Clinton el 26 de julio de 2016 de una propuesta de uno de sus asesores para difamar a Donald Trump provocando un escándalo afirmando que los servicios de seguridad rusos habían interferido en las elecciones”.

Después de que Trump asumió el cargo, el FBI ayudó a convertir su operación en una investigación indefinida a cargo de un abogado especial que duró dos años encabezada por el ex jefe del FBI, Robert Mueller. Su objetivo era paralizar la presidencia de Trump y encubrir el espionaje que el FBI había realizado contra él. Al concluir, Mueller tuvo que admitir que “no encontró evidencia de que hubo colusión de la campaña de Trump con Rusia”.

Mientras Durham continuaba con su investigación, los demócratas decidieron tratar de eclipsarlo. El inspector general del Departamento de Justicia, Michael Horowitz, “investigó” la conducta del FBI. Concluyó en 2019 que no había evidencia de que alguno de los involucrados “actuó por prejuicios políticos”. Horowitz destacó especialmente a Strzok y Lisa Page, una asistente especial de McCabe.

Durham muestra que esto es una mentira flagrante. Los dos agentes intercambiaron más de 50 mil mensajes atacando a Trump. Y el FBI dice que “perdió” cinco meses de su correspondencia.

Page llamó a Trump “un ser humano repugnante”. Strzok dijo: “Hillary debería ganar 100 millones a 0”. Después, Strzok dirigió su veneno contra los trabajadores que votarían por Trump, diciendo que “obtendrán lo que el público votante se merece”.

Los demócratas han tratado de descartar el informe de Durham como una noticia vieja. El FBI dijo que “ya había implementado decenas de acciones correctivas” para evitar que vuelva a suceder lo que describe Durham. No se preocupen, dice el actual jefe del FBI, Christopher Wray, los responsables de espiar a la campaña de Trump hace tiempo que abandonaron la agencia.

Pretenden cambiar imagen del FBI

Tanto los demócratas como los republicanos saben que la reputación del FBI se ha visto dañada a medida que se han hecho públicas las décadas de espionaje ilegal y actividades de interrupción. Los luchadores por los derechos de los negros, sindicalistas, opositores de las guerras de Washington y grupos políticos, incluido el Partido Socialista de los Trabajadores, fueron los blancos de estas operaciones.

Los demócratas continúan utilizando al FBI, la policía política de Washington para perseguir a Trump y otros enemigos políticos, y le dicen a su base de izquierda liberal y de clase media que esto demuestra que la agencia ha cambiado sus costumbres.

Los republicanos denuncian estos ataques. Se necesita un regreso al FBI “antiguo”, dice Durham, si la agencia de espionaje va a cumplir con su misión declarada de “Proteger al pueblo norteamericano y defender la constitución”. Se refiere al FBI de los años 50 y 60.

Para el pueblo trabajador nunca hubo buenos viejos tiempos. Defender las protecciones constitucionales es incompatible con las tareas de una agencia de inteligencia cuyo propósito es defender el dominio capitalista.

Durham finaliza su informe con una advertencia, citando al ex fiscal general Edward Levi en 1977. “Nada puede debilitar más la calidad de vida”, dijo Levi, “que nuestra incapacidad para dejar claro con palabras y hechos que nuestras leyes no son un instrumento con propósito partidista”.

A Levi se le encargó resucitar la reputación del FBI después de las revelaciones del escándalo de Watergate de la administración de Richard Nixon, incluidas las escuchas telefónicas y los allanamientos contra sus rivales en la política capitalista.

Como parte de su intento de limpieza, Levi también anunció que el FBI estaba terminando su programa Cointelpro de espionaje e interrupción contra el PST. Esto ocurrió tres años después de que el partido lanzara una campaña política y legal para sacar a la luz los hechos y el alcance de los ataques del FBI contra el PST y otros. Esto incluía el archivo del FBI sobre Fred Halstead, un veterano dirigente del PST y su candidato presidencial en 1968.

“Abarca veintinueve años”, dijo Halstead en un evento de 300 personas en Nueva York en 1976. “Estas son solo 533 páginas de cómo me siguieron en todos los lugares a los que fui. De cada trabajo que tenía. De cada apartamento en el que viví. Y hablaron con mis empleadores, los propietarios y los representantes de mi sindicato, e incluso con las personas que entrevisté cuando escribí artículos para el Militante“.

“Si me pueden hacer esto a mí, se lo pueden hacer a cualquiera”, dijo. El FBI se vio obligado a admitir que había recopilado 10 millones de páginas de archivos sobre el PST.

El esfuerzo de Levi fracasó. La batalla política de 15 años del PST ganó el apoyo de miles de personas. Resultó en el fallo de un tribunal federal en 1986 que por primera vez sostuvo que el uso del FBI u otros informantes de la policía que espían a individuos, incluidos los miembros del PST y otros militantes de la clase trabajadora, viola libertad de asociación; que los allanamientos para robar papeles o colocar micrófonos violan la Cuarta Enmienda de la Constitución; que la interrupción encubierta de la actividad del partido y la vida de los miembros del partido descrita en detalle en el fallo del juez Thomas Griesa es ilegal.

“La campaña del partido y la victoria obtenida por el PST”, dice la resolución política adoptada por el partido en diciembre, “ayudó a mantener el espacio político abierto para que todo el pueblo trabajador hablara, se organizara y actuara… dondequiera que las clases explotadas y oprimidas están pensando políticamente, discutiendo y luchando”. Esa resolución está incluida en el libro Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador: El Partido Socialista de los Trabajadores mira hacia adelante.