OBERLIN, Ohio — “Los extensos cargos formulados por el Departamento de Justicia del presidente Joseph Biden contra Donald Trump bajo la Ley de Espionaje representan otro paso más en la trayectoria que el Partido Demócrata ha impulsado durante siete años para criminalizar la oposición y el debate políticos”, dijo Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, en una reunión ampliada del Comité Político del partido realizada el 12 de junio. La reunión estableció la línea política para el trabajo del PST tras una Conferencia Educativa Internacional celebrada aquí del 8 al 10 de junio.
“Un sector de la clase dominante capitalista está buscando un enfrentamiento decisivo contra Trump y sus partidarios, acciones a las que deben oponerse todos los defensores de los derechos constitucionales en este país”. Independientemente de quién sea la víctima inmediata, dijo el dirigente del PST, los ataques de los gobernantes contra las libertades protegidas por la Constitución de Estados Unidos inevitablemente serán dirigidos contra el pueblo trabajador, incluidos los sindicatos y las organizaciones políticas de la clase trabajadora y los oprimidos.
Durante la conferencia educativa del PST de tres días, 333 personas de siete países participaron en amplias discusiones sobre el programa, la continuidad y la actividad comunistas. Hubo informes plenarios, clases y un acto de clausura en que se destacaron las oportunidades que hoy tiene el movimiento comunista (ver ‘Para elevar confianza de trabajadores en sus capacidades’). Entre los asistentes había miembros y partidarios del PST, de las Ligas Comunistas en Australia, Canadá y el Reino Unido, así como participantes de otros países.
Además de abordar la defensa de las libertades constitucionales, el informe del secretario nacional del partido, adoptado por la reunión directiva del 12 de junio, se enfocó en las siguientes cuestiones:
- La importancia fundamental de organizar a través de los sindicatos la solidaridad con trabajadores que están en huelga, involucrados en campañas de sindicalización y en otras luchas para defender los salarios, horas y horarios sostenibles y condiciones de trabajo seguras.
- Que la lucha por la emancipación de la mujer no puede reducirse a la despenalización del aborto. Para eliminar la condición de segunda clase de la mujer, es fundamental la lucha de los trabajadores para poder formar y mantener sus familias ante condiciones capitalistas en las que hay cada vez menos acceso a empleos estables con salarios que lo permitan. Sobre todo hoy con los crecientes costos de alimentos, vivienda, cuidado infantil, atención médica y otras necesidades básicas.
- La necesidad de una orientación internacionalista proletaria. Una política exterior para la clase trabajadora que ponga los intereses de los trabajadores y agricultores en este país y a nivel mundial por encima de las guerras y los conflictos —impulsados por las ganancias— entre los gobernantes de Estados Unidos y sus rivales capitalistas.
- Que los sindicatos deben tomar la delantera para forjar una alianza entre los trabajadores y los agricultores explotados que luchan para escapar de la esclavitud de deudas impuesta por los bancos y gigantes empresas que dominan la producción de implementos agrícolas, semillas, fertilizantes, pesticidas y otros insumos. El informe reafirmó la demanda, que el PST ha planteado desde hace mucho tiempo, de la nacionalización de la tierra para combatir las consecuencias ruinosas del sistema capitalista de rentas e hipotecas.
- Que para lograr cualquiera de estos objetivos, es necesario que la clase trabajadora y los sindicatos rompan con los demócratas, republicanos y otros partidos de los explotadores y opresores y forjen un partido obrero (labor party en inglés) políticamente independiente basado en los sindicatos, las instituciones defensivas básicas de la clase trabajadora.
- La necesidad de impulsar una lucha revolucionaria de la clase trabajadora para quitarle el poder estatal —incluido el poder para librar guerras— a la clase dominante y establecer un gobierno de trabajadores y agricultores que, según dice la constitución del PST, “abolirá el capitalismo en Estados Unidos y se sumará a la lucha mundial por el socialismo”.
PST defiende derechos políticos
El PST está muy capacitado, dijo Barnes, para explicar la importancia para el pueblo trabajador de oponerse a la caza de brujas política del gobierno federal, impulsada por la administración Biden.
El primer párrafo de la resolución adoptada por el congreso del PST en diciembre de 2022 afirma: “La defensa y ampliación de las libertades protegidas por la Constitución de Estados Unidos está al centro de la lucha de clases hoy día. Los trabajadores y agricultores debemos organizarnos y tomar acción para impedir la arremetida del gobierno federal contra estas libertades… Debemos oponernos a los incesantes intentos de los gobernantes norteamericanos de restaurar la reputación de la policía política del gobierno —ante todo del FBI— y ampliar el uso de esta”.
Esta resolución se encuentra en el libro publicado este año por la editorial Pathfinder, Ya superamos el punto más bajo de la resistencia del pueblo trabajador: El Partido Socialista de los Trabajadores mira hacia delante, de Barnes, Mary-Alice Waters y Steve Clark.
Desde que se fundó el partido en 1919, los miembros del PST nos hemos “distinguido como intransigentes defensores, con base de principios, de todas las víctimas de casos fabricados por el gobierno”, dijo Barnes.
La misma ley de espionaje aplicada por Biden contra Trump fue utilizada en 1918 para encarcelar a Eugene Debs, dirigente del Partido Socialista, por su apoyo a la Revolución Rusa dirigida por los bolcheviques y por su oposición a los objetivos rapaces del imperialismo norteamericano en la Primera Guerra Mundial.
Imagínese a Trump postulándose a la presidencia desde una prisión federal, como hizo Debs en 1920, dijo Barnes. Podría ocurrir.
Él instó a los miembros y partidarios del partido a que refresquen su conocimiento de esa historia. Señaló que 23 años después de que Debs fuera encarcelado, y apenas una semana después del bombardeo de Pearl Harbor por Japón imperial, el titular principal en el Militant del 13 de diciembre de 1941 decía: “Guerra restaura Ley de Espionaje de 1917”.
La misma edición del semanario obrero informó sobre la declaración del presidente Franklin Roosevelt de que enviarían a soldados norteamericanos a combatir y morir en la segunda matanza imperialista mundial en los frentes del Atlántico y del Pacífico. Y esa edición también informó sobre la sentencia de prisión federal dictada contra 18 dirigentes del PST y del sindicato Teamsters, por organizar oposición en el movimiento obrero a la campaña bélica de Washington.
Barnes, en la reunión directiva, recordó a los presentes el tristemente célebre discurso que el senador Joseph McCarthy dio el 9 de febrero de 1950 en Virginia del Oeste, cuando blandió una hoja de papel y alegó: “Tengo aquí en mi mano una lista de 205” nombres de “miembros del Partido Comunista y de una red de espías” que supuestamente trabajaban en el Departamento de Estado. La caza de brujas anticomunista de McCarthy fue así de principio a fin, sin ofrecer prueba alguna sobre los que él llamaba traidores. Mientras tanto, miles de personas fueron despedidas de sus trabajos y sus vidas fueron destruidas por insinuaciones venenosas.
Barnes recordó que en 1973 el PST entabló una demanda judicial federal para poner fin a décadas de espionaje y acoso del FBI contra el partido y la Alianza de la Juventud Socialista. Después de una lucha política que el partido libró durante 15 años, en que fue ganando apoyo más y más amplio, el juez federal de distrito Thomas Griesa dictaminó que el FBI, al recurrir a soplones y repetidos allanamientos de las oficinas del partido, y al instigar despidos, desalojos y otros medios de persecución contra miembros y partidarios del partido, había cometido “violaciones de los derechos constitucionales del PST”. Fue realmente una victoria para todo el pueblo trabajador y los oprimidos.
Barnes destacó un reciente foro de debate, auspiciado por el Militant Labor Forum en Los Ángeles, en respuesta a los ataques del Departamento de Justicia contra las libertades constitucionales. Dijo que fue un ejemplo, digno de emular, de cómo utilizar esta institución del partido. En el foro participaron Norton Sandler, dirigente del PST, y miembros del Partido Socialista del Pueblo Africano, cuyos miembros son objeto de un caso amañado, acusados de actuar como “agentes extranjeros” no registrados de Moscú. Este foro, junto con los que se celebrarán en otras ciudades, ayudarán de manera importante a ampliar la oposición a estos ataques del gobierno. (Ver “Foro en Los Ángeles aborda lucha para defender los derechos constitucionales” en el Militante del 10 de julio).
Crisis del orden capitalista mundial
En su informe a la reunión directiva del PST, Barnes hizo un balance de la situación internacional que enfrenta Washington, la última gran potencia imperialista del mundo. Las acciones de los gobernantes norteamericanos para mantener su masivo poderío militar y su supremacía económica —que sigue predominante pero va relativamente en descenso— intensifican la explotación de los trabajadores en todas partes del mundo. Y aceleran el desorden global del capitalismo y el peligro de una guerra mundial.
La actual política mundial está marcada por el empeño del Kremlin de extender sus fronteras por la fuerza militar y aplastar la independencia y soberanía de Ucrania. La clase gobernante en Beijing —si bien depende mucho del comercio, el crédito y las inversiones por parte del capital financiero norteamericano, europeo y asiático— sigue persiguiendo su meta de establecerse como potencia económica y militar influyente en el Pacífico.
Muchas figuras de las clases dominantes imperialistas habían anticipado que, tras el fin de los confinamientos y cierres de la pandemia, volverían a crecer las inversiones, el comercio y las ganancias. En cambio, dijo Barnes, los patrones enfrentan la estanflación (estancamiento con inflación) y la creciente competencia por mercados. Eso a su vez los lleva a desatar ataques cada vez más duros contra las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores, agricultores y otros productores en todo el mundo.
Ante la guerra de Moscú contra Ucrania, los estados capitalistas y clases dominantes rivales están tomando crecientes medidas para modificar sus alianzas y rearmarse, preparándose para los próximos conflictos militares. La monarquía saudí, aliado de Washington por mucho tiempo, está buscando vínculos más estrechos con los gobernantes de China y anunció que en agosto asistirá a la cumbre de los gobiernos “BRICS”, convocada por los gobiernos de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Por otra parte, los objetivos expansionistas del régimen clerical burgués en Irán, y sus esfuerzos para desarrollar un arsenal nuclear, atizan el peligro de más conflagraciones en Iraq, Siria, Líbano y otros países. El peligro de esta política se ve multiplicado por el objetivo declarado de Teherán de borrar la existencia de Israel.
Barnes subrayó la campaña mediática global que Washington ha desatado con sus alegaciones de que el gobierno chino realiza operaciones de espionaje en Cuba, acusaciones que los dirigentes cubanos han rebatido como “mendaces e infundadas”. Estas mentiras, dijo el dirigente del PST, se enmarcan en la trayectoria de la administración Biden, cuyo objetivo es derrocar la revolución socialista cubana, y que se basa en las acciones tomadas por la administración de Trump y todas las demás administraciones demócratas y republicanas durante casi 65 años.
El propósito de esta brutal política, según explica la resolución del PST de 2022, “es aplastar el espíritu del pueblo trabajador cubano, su revolución socialista y el ejemplo de liderazgo proletario e intransigencia revolucionaria que han sentado para los trabajadores en Estados Unidos, en toda América y a nivel mundial”.
Crisis en capacidad de crear familias
En la batalla por la emancipación de la mujer, dijo Barnes, hay que comenzar por reconocer y dar respuesta a las crecientes crisis sociales y económicas que impiden que los trabajadores puedan crear y mantener una familia. Esto significa luchar por empleos con salarios, horarios y condiciones que permitan dedicar tiempo a la familia: tiempo para actividades sociales compartidas, deportes, recreo, atención a niños enfermos o que necesitan ayuda con sus tareas escolares, ayuda para los ancianos. Tiempo para que los miembros de la familia puedan leer, puedan participar en actividades sindicales, políticas y culturales.
Esta es una lucha que debe ser encabezada ante todo por el movimiento obrero.
Las consecuencias destructivas de la desintegración de la familia en la comunidad negra fueron detalladas en los años 60 por Daniel Patrick Moynihan, entonces funcionario del Departamento de Trabajo y luego senador por Nueva York. Hoy día, esta situación es la que más y más enfrentan trabajadores de todos los colores de piel, idiomas y orígenes nacionales en Norteamérica.
Esta realidad se resumió en un cartelón que portaron en su línea de piquetes los obreros portuarios de Quebec que combatían un cierre patronal en septiembre pasado. Decenas de millones de trabajadores y sus familias, agobiados por el incesante afán de lucro de los patrones, pueden identificarse con lo que decía el cartelón: “Se busca estibadores. Sin cónyuge. Sin hijos. Sin amigos. Disponibles las 24 horas al día, 365 días al año”.
Para poder abrir paso a la participación de la mujer en igualdad de condiciones en la vida económica, social y política, es esencial impulsar un programa obrero destinado a combatir el desempleo y el aumento de los precios —el doble azote del capitalismo— así como el acceso al cuidado infantil y la atención médica universal. También es necesario hacer frente a las crisis sociales y morales más amplias que, producto del capitalismo en decadencia, destruyen a las familias: los opioides y demás drogas mortíferas, el alcoholismo y el juego, así como el aumento en las enfermedades mentales, los suicidios, la violencia doméstica y el crimen.
Sin embargo, dijo Barnes, la trayectoria política de los demócratas, la izquierda de clase media y los dirigentes de mentalidad burguesa de las organizaciones de mujeres va en dirección opuesta. Ellos reducen la lucha por los derechos de la mujer al acceso al aborto, a sus campañas a favor de políticos capitalistas (casi siempre demócratas) y a “romper el techo de cristal” para que más mujeres ocupen puestos profesionales y administrativos bien remunerados.
El movimiento comunista debe hacer campaña para que el movimiento obrero siga la perspectiva de luchar para que la creación de familias sea asequible para la clase trabajadora y otros productores explotados. Esa es nuestra perspectiva como el partido de la vida.
Esa es nuestra continuidad programática con las revoluciones socialistas en Rusia y Cuba: con el ejemplo vivo que estas sentaron y también con los escritos de V.I. Lenin, León Trotsky, Fidel Castro, Vilma Espín y otros dirigentes comunistas. Como han demostrado en la práctica esos ejemplos, la familia seguirá siendo una institución social necesaria para el pueblo trabajador aún mucho después del triunfo de una revolución socialista, subrayó Barnes.
Cuando los trabajadores y agricultores tomaron el poder en Rusia y Cuba, empezó a crecer su confianza, tanto entre las mujeres como entre los hombres, y se produjo un fuerte aumento en las tasas de natalidad. Eso contrasta con la actual caída de los índices de natalidad en gran parte del mundo a niveles que, si no se revierten, llevarán a una disminución de la población.
Después del triunfo de ambas revoluciones, millones de mujeres empezaron a participar y formar parte de la dirección revolucionaria en todos los aspectos de la vida económica, social y política. La despenalización del aborto se llevó a cabo en el transcurso de estas luchas obreras revolucionarias, dijo Barnes.
Profundizar trabajo sindical
Los miembros del PST, junto a otros trabajadores y sindicalistas, están profundizando su participación en las actuales luchas obreras, promoviendo al máximo las oportunidades para propiciar y ampliar la solidaridad. Esta actividad a favor de forjar sindicatos está abierta a todos los miembros del partido, dijo Barnes, según se plantea en la resolución del partido de 2022.
La columna vertebral del trabajo para fortalecer los sindicatos es la actividad en pro de la solidaridad. Barnes señaló el ejemplo de ocho ferroviarios, todos miembros del Local 1373 de la unión SMART-TD, que el mes pasado se sumaron a los piquetes de huelga de los Teamsters en Liberty Coca Cola Beverages, en Filadelfia. Ellos llevaron cientos de dólares en donaciones para el fondo de huelga.
En el transcurso de estas luchas, los trabajadores se vuelven más receptivos a demandas inmediatas, democráticas y transitorias planteadas en el programa comunista, demandas que apuntan al camino necesario para hacer frente a las actuales condiciones.
Reclamos a favor de aumentos por el costo de vida en todos los salarios y beneficios para combatir los aumentos de precios.
Una lucha dirigida por los sindicatos con la demanda de 30 horas de trabajo por 40 horas de paga, con el propósito de combatir los despidos repartiendo el trabajo sin reducir el salario neto.
Por el control obrero de la producción. Por el acceso a los “secretos empresariales” capitalistas. Estas demandas van dirigidas a combatir la aceleración del ritmo de trabajo y las condiciones peligrosas —producto del afán de ganancias— tanto en los centros de trabajo como en situaciones que afectan de manera más amplia a los trabajadores y otros sectores de la población. Hemos visto esto con las consecuencias tóxicas del descarrilamiento de un tren en East Palestine, Ohio, y con un sinnúmero de otros desastres vinculados a centros laborales. Los sindicatos deben ocupar un papel central en las batallas por el control de las condiciones que afectan la salud, el bienestar físico y el futuro de millones de trabajadores.
El PST también hace campaña para que el movimiento obrero fomente la solidaridad con las luchas de los agricultores ante los exorbitantes precios de los insumos, la esclavitud de las deudas y las ejecuciones hipotecarias de sus tierras, edificios y equipos por parte de los bancos. Al mismo tiempo explicamos nuestro programa proletario, incluida la necesidad de nacionalizar la tierra para prevenir las extorsivas compras de tierras y las confiscaciones de propiedades por parte de los bancos y las grandes empresas inmobiliarias.
Los pequeños agricultores son víctimas de partidos y candidatos burgueses que fomentan su dependencia de dádivas de organismos legislativos y agencias del gobierno como única forma de sobrevivir, dijo Barnes. “Muchos agricultores estarán dispuestos a considerar un camino diferente, un camino proletario, a medida que encaren la creciente posibilidad de ser expulsados de la tierra y pasar a engrosar las filas de los trabajadores asalariados”.
A través de sus experiencias, luchando hombro a hombro, un número creciente de trabajadores aprenderá la necesidad de romper con los partidos políticos de los patrones, dijo Barnes. Se los podrá convencer de la perspectiva de construir un partido obrero basado en los sindicatos para luchar por los intereses de la clase trabajadora y todos los explotados y oprimidos en Estados Unidos y el mundo.
Renovación de liderazgo comunista
La revolución socialista y el desarrollo de un liderazgo comunista en Cuba tuvieron un impacto trascendental en el Partido Socialista de los Trabajadores, dijo Barnes. Convenció a nuevas generaciones de trabajadores y jóvenes de disposición revolucionaria por todo el mundo de que continuarían surgiendo liderazgos proletarios del más alto calibre, capaces de organizar a los trabajadores y agricultores para tomar el poder de las manos de los gobernantes capitalistas.
Tras la victoria revolucionaria del 1 de enero de 1959 en Cuba ante la huida del dictador Fulgencio Batista, enormes multitudes de cubanos salieron a recibir a Fidel Castro cuando él encabezó la Caravana de la Libertad, que durante más de una semana atravesó la isla. La mayoría no eran miembros del Movimiento 26 de Julio, dirigido por Castro, dijo Barnes, pero querían sumarse y participar en la revolución.
Unos años después del triunfo, el dirigente revolucionario dijo que él había visto que “cientos, miles de hombres y mujeres tenían sus uniformes rojo y negro del Movimiento 26 de Julio. Pero más y más miles tenían uniformes que no eran rojos ni negros, sino camisas de trabajadores y de campesinos y de hombres humildes del pueblo… ¡Ellos son la fuerza, columna dorsal de la revolución! ¡Puño, brazo, músculo del pueblo revolucionario, de la clase obrera, de los campesinos, de los trabajadores!”
Al igual que Lenin y los bolcheviques unas décadas antes, Fidel Castro reconoció que, para hacer una revolución, es necesario organizar y dirigir a los millones de explotados y oprimidos para que tomen su destino en sus propias manos. Desde el principio, Castro afirmó que el nuevo gobierno revolucionario los incorporaría en la lucha. Y lo hizo.
Al ser expulsadas las últimas figuras burguesas del gabinete de ministros en el otoño de 1959, un gobierno de trabajadores y agricultores dirigido por Castro ya estaba bien encaminado para llevar a la clase trabajadora —ante los enfrentamientos hostiles iniciados por el imperialismo norteamericano y los latifundistas y capitalistas cubanos— a la erradicación de las relaciones de propiedad capitalistas y la creación de un estado obrero a fines del verano y el otoño de 1960.
Como dice el programa de fundación de nuestro movimiento, redactado en 1938 por el exiliado dirigente bolchevique León Trotsky, el gobierno de trabajadores y agricultores en Cuba, dotado de una dirección revolucionaria, fue, y solo pudo haber sido, “un breve episodio en el camino hacia la verdadera dictadura del proletariado”. La clase trabajadora tenía que tomar el poder, o de lo contrario la revolución sería derrotada.
Estas lecciones están relatadas claramente en Dynamics of the Cuban Revolution (Dinámica de la Revolución Cubana), del dirigente del PST Joseph Hansen. También se presentan en Cuba y la revolución norteamericana que viene, Su Trotsky y el nuestro y otras obras de Barnes. Y además en unos 50 títulos sobre la Revolución Cubana publicados por la editorial Pathfinder, libros de Fidel Castro, Che Guevara y otros dirigentes comunistas, muchos de ellos editados por Mary-Alice Waters.
Al ser capaz de reconocer el logro histórico de la Revolución Cubana, la dirección del PST adquirió una comprensión política más clara de los éxitos y fracasos de otras luchas revolucionarias después de la Segunda Guerra Mundial. Estos incluyeron tanto el derrocamiento, bajo liderazgos estalinistas, del dominio capitalista en Yugoslavia y China a finales de los años 40, como los levantamientos en Nicaragua y Granada encabezados por revolucionarios a fines de los años 70 y principios de los 80.
La trayectoria de la dirección cubana forjada por Fidel Castro, dijo Barnes, explica por qué la revolución socialista en ese país sigue viviendo y luchando hasta el día de hoy. El triunfo de esa revolución abrió paso a la renovación del liderazgo comunista más allá de las costas de Cuba, sentando un ejemplo a emular para los partidos obreros revolucionarios en Estados Unidos y todo el mundo.
Al actuar sobre la base de esta continuidad política comunista y en respuesta a las oportunidades en el movimiento obrero y más allá, que son muestras de la pequeña brisa que hoy dan un aliento a la lucha de clases, los miembros del PST están ampliando el alcance del partido y captando a nuevos luchadores a sus filas.