La contraofensiva ucraniana para derrotar la invasión de Moscú es “un poco decepcionante”, se quejó el coronel retirado de los marines Mark Cancian en la cadena radial NPR el 24 de junio. Sus declaraciones fueron típicas de los comentarios hechos recientemente por altos mandos militares y funcionarios de la administración del presidente Joseph Biden.
“El ritmo más lento de lo esperado de la contraofensiva”, dijo Ivana Kottasova en CNN el 4 de julio, significa que el apoyo de Washington “podría volverse cada vez más insostenible si el conflicto se prolonga”.
Estos comentarios reflejan el hecho de que la respuesta de los gobernantes norteamericanos a la invasión de Moscú siempre se ha enfocado en impulsar sus propios intereses imperialistas, a pesar de las lágrimas de cocodrilo que derraman sobre la primera guerra terrestre a gran escala en Europa en casi 80 años. Washington ha aumentado sus vastas fuerzas militares desde el inicio de la invasión de Moscú en preparación para futuros conflictos. Cada centavo gastado en su ejército es para reforzar sus fuerzas para ser usadas contra los trabajadores en el país y contra los rivales de Washington y los trabajadores en el extranjero.
La presión de Washington para que Kyiv se apresure a combatir coincide con la aceleración de la campaña para las elecciones de 2024. Los ojos de Biden están en las urnas.
La razón de la cautela mostrada por las fuerzas ucranianas no es difícil de ver. Moscú tiene una superioridad aérea abrumadora, un ejército y un suministro de armas mucho más grandes y ha minado fuertemente sus defensas. A pesar de esto, el régimen del presidente Vladímir Putin no ha podido lograr avances significativos en más de un año y sigue siendo expulsado de áreas alrededor de Bajmut.
“No podemos usar tácticas carniceras como lo hacen los rusos”, dijo Oleksii Reznikov, ministro de Defensa de Ucrania, al Washington Post. Se refería al sacrificio de las vidas de decenas de miles de soldados reclutados por el régimen de Putin en ataques de oleadas humanas.
Lo que ha sido decisivo para evitar que el régimen de Putin se apodere de Ucrania ha sido la determinación de las fuerzas ucranianas y de los trabajadores, agricultores y otros que se han ofrecido como voluntarios para las milicias territoriales, así como el amplio apoyo de la población civil.
Su moral fue ejemplificada por el cineasta ucraniano Oleh Sentsov, que ahora es soldado y fue herido recientemente.
Sentsov, nacido en Crimea, se unió a millones de trabajadores y jóvenes que salieron a las calles durante el levantamiento de Maidán de 2014. Se enfrentaron a los ataques de matones y policías del régimen pro-Moscú de Viktor Yanukóvich, y eventualmente lo derrocaron. Esa lucha fortaleció la confianza de los trabajadores y su determinación de defender la independencia de Ucrania. También aumentó su preocupación sobre la fiabilidad de los gobernantes capitalistas del país.
Posteriormente, Sentsov se unió a las protestas contra la anexión de Crimea por las fuerzas de Putin ese mismo año. Fue arrestado por cargos falsos de terrorismo y sentenciado a 20 años de prisión.
En una colonia penal de Siberia, realizó una huelga de hambre de 145 días. Una campaña internacional, en la que participó el Militante, ayudó a asegurar su liberación en 2019.
“Desde los primeros días de la guerra”, dijo Sentsov, “me uní a la Defensa Territorial”, ayudando a rechazar las columnas de tanques rusos que convergían en la capital. Funcionarios ucranianos le ofrecieron trabajar en la oficina de prensa “debido a mi nombre famoso”, dijo, “pero ese no era mi camino”. Agregó: “No importa si eres cineasta, conductor de autobús o un simple trabajador, todos somos soldados”.
Miles de voluntarios como él han ayudado a repeler el intento de Putin de ocupar el país. Su moral contrasta marcadamente con el descontento propagado entre los soldados rusos así como sus familias.
En un videoclip del 10 de julio, soldados rusos se quejan de haber sido castigados por un oficial de mando. Dicen que están “encerrados en este pozo por negarse a ir a la línea cero”, el término del ejército ruso para el frente.
En un video del 28 de junio, soldados de otra compañía declaran que se negarían a obedecer las órdenes de volver a la “moledora de carne” del frente.
“Al principio”, dijo un soldado, “teníamos 150 personas. Después de peleas brutales, esto es todo lo que nos queda”, señalando a unos 20 hombres a su alrededor.
Putin teme el impacto que protestas como ésta pueden tener en capas más amplias de la población rusa. El apoyo a la guerra entre los trabajadores rusos nunca ha sido entusiasta y sigue disminuyendo.