La proliferación de ataques terroristas contra judíos en Israel y en la Ribera Occidental por partidarios de Hamás y la Yihad Islámica —respaldados por el régimen clerical-burgués en Irán— junto con las acciones desalmadas de colonos israelíes derechistas contra palestinos en la Ribera Occidental, han aumentado los obstáculos para la solidaridad obrera en la región.
La ausencia de un liderazgo que señale un camino a seguir es lo que ha llevado a la espiral de violencia. Ese camino empieza con la necesidad de que las organizaciones palestinas y los gobiernos árabes reconozcan la existencia de Israel como un refugio para los judíos —especialmente frente al aumento del antisemitismo en el mundo actual— y que el gobierno israelí reconozca un estado palestino independiente.
El prominente clérigo sunita Maulana Abdul-Hamid, una figura central de la lucha por los derechos democráticos en Irán y por la igualdad de derechos para las nacionalidades oprimidas ahí, ha llamado repetidamente a que se entablen negociaciones. “El gobierno de Israel y el pueblo palestino deberían hacer las paces”, dijo Abdul-Hamid a una gran multitud en Zahedan, en la región iraní de Baluchistán, el 27 de enero.
No hay voces prominentes en Israel y los territorios palestinos que se pronuncien de la misma manera.
El 2 y 3 de julio, las Fuerzas de Defensa de Israel allanaron los centros de la Yihad Islámica y Hamás en Yenín, con drones, misiles y unos mil soldados. Fue su mayor operación en la Ribera Occidental en 20 años. Esta se suma a un operativo realizado el 19 de junio.
Hasta el 15 de julio, al menos 30 judíos israelíes —casi todos civiles desarmados— han muerto en ataques terroristas desde el inicio del año, casi el número total de todo 2022. La gran mayoría de los 147 palestinos muertos este año eran miembros de grupos armados o estaban involucrados en ataques terroristas. Pero algunos eran transeúntes civiles o murieron en enfrentamientos con colonos israelíes.
Al Jazeera entrevistó a un miembro de uno de los grupos palestinos armados en Yenín. Dijo que las negociaciones son una pérdida de tiempo y que no hay una solución política. “No sabemos hacia dónde vamos”, dijo a Al Jazeera. “Solo estamos esperando la muerte”.
Ese punto de vista es un fiel reflejo de la perspectiva reaccionaria de la Yihad Islámica, Hamás y Teherán, que no proponen nada excepto el deseo de destruir a Israel “desde el río hasta el mar” y expulsar a sus habitantes judíos. La mayoría de los palestinos no comparten esa opinión. Son los trabajadores y agricultores palestinos en Yenín y los palestinos e israelíes de toda la región quienes pagan por los interminables ciclos de violencia.
El gobierno israelí sabe que sus operaciones militares contra la Yihad Islámica y Hamás no ofrecen una solución a largo plazo.
La Ribera Occidental, ocupada por fuerzas israelíes desde 1967, ha sido dividida por los gobernantes israelíes en un mosaico de tres áreas: el Área “A”, bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina dirigida por Fatah; el Área “B”, bajo control civil palestino y la autoridad policial israelí; y el Área “C”, bajo control israelí directo.
Israelíes han vivido en la Ribera Occidental por varias generaciones. Actualmente unos 500 mil israelíes viven en aproximadamente 150 asentamientos, en comparación con 350 mil en 2014. Alrededor de 5 millones de palestinos viven allí.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dice que apoyaría un estado palestino. Pero el curso real de su gobierno, incluido el levantamiento de algunos obstáculos para la expansión de los asentamientos, va en la dirección opuesta. Los derechistas en su coalición quieren una expansión aún mayor de estos.
Los derechistas entre los colonos han usado los ataques terroristas como excusas para quemar cosechas y destrozar casas y granjas de palestinos en la Ribera Occidental, mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel y la policía miran hacia el otro lado.
Reconocer a Israel, Estado palestino
Los partidarios de grupos reaccionarios como la Yihad Islámica y Hamás, las fuerzas derechistas en Israel y la izquierda de clase media en Estados Unidos, todos dicen que la “solución de dos estados” está muerta. El presidente palestino Mahmud Abás dice estar a favor de esta pero también de que no buscará conversaciones con el gobierno israelí para tratar de progresar hacia esa meta.
Los últimos ataques terroristas de los islamistas y las acciones de los derechistas entre los colonos muestran una vez más que el reconocimiento de Israel y las negociaciones para llegar a un acuerdo sobre un estado palestino contiguo y soberano es el único camino para progresar.
En 2020, la Casa Blanca bajo el entonces presidente Donald Trump negoció los “Acuerdos de Abraham” en los que los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kosovo, Marruecos y Sudán pusieron fin al boicot contra Israel que habían mantenido durante décadas y establecieron relaciones diplomáticas y comerciales. Pero el presidente Joseph Biden ha mostrado poco interés en ampliar los acuerdos y el proceso se ha estancado. Desde que Moscú invadió a Ucrania, los conflictos entre las potencias capitalistas rivales que intervienen en países de Medio Oriente se han agudizado. Cada una compite por una posición ventajosa y busca nuevas alianzas.
En medio de estos conflictos, el pueblo trabajador de la región seguirá buscando un camino a seguir. Alrededor del 20 por ciento de la población de Israel son ciudadanos árabes. Trabajan juntos, son miembros de los mismos sindicatos, hacen huelga y se unen a las mismas líneas de piquetes.
Incluso en la Ribera Occidental, muchos judíos y palestinos se están conociendo. “Quieren presentarnos como derechistas antiárabes y fascistas”, dijo a la prensa el rabino Leo Dee, cuya esposa y dos hijas fueron asesinadas en un ataque terrorista el 7 de abril. “La verdad es que vivimos muy de cerca con nuestros vecinos árabes y nos llevamos bien con ellos”.
Un liderazgo digno del pueblo palestino impulsaría su lucha por los derechos nacionales ganando aliados entre los trabajadores de todas las religiones y nacionalidades en Israel y la región. Le diría a los pobladores de los asentamientos israelíes que son bienvenidos a permanecer en la Ribera Occidental cuando se convierta en un estado palestino independiente, con los mismos derechos que los ciudadanos árabes exigen dentro de Israel. Un liderazgo que adoptara una postura similar dentro de Israel buscaría atraer a los trabajadores y agricultores palestinos.
Eso abriría la puerta a más luchas conjuntas de los trabajadores, ya sean palestinos, judíos, árabes, kurdos, turcos, persas, sean cuales sean sus creencias religiosas, contra los gobiernos capitalistas y las clases dominantes que los explotan y oprimen.