Las fuerzas israelíes siguen ganando terreno en contra de la organización terrorista Hamás en Gaza. Estos logros ofrecen más oportunidades para unir a los trabajadores judíos, árabes y otros en Israel y el Medio Oriente en una lucha común.
Las fuerzas israelíes, con el respaldo de la población del país, están dispuestas a aceptar una pausa a corto plazo en los combates para permitir la liberación de los rehenes en poder de Hamás y sus aliados. Pero a pesar de la presión de Washington y otros gobiernos imperialistas “democráticos”, están resueltos a continuar su campaña para destruir la capacidad de Hamás de lanzar nuevos pogromos.
El reaccionario régimen clerical burgués de Irán lleva años colaborando con Hamás para construir un ejército cuya meta es matar judíos y destruir a Israel. Hamás utiliza a los civiles palestinos en Gaza como escudos humanos y culpa a Israel de sus muertes para ganarse la simpatía del público y obtener fondos de la ONU. La existencia de Hamás es una amenaza para todos los judíos, y es el principal obstáculo para los trabajadores palestinos.
El principal freno a una mayor participación de los gobernantes de Teherán es el pueblo trabajador de Irán, que está cansado de las aventuras expansionistas del régimen en el extranjero y de las amenazas contra Israel.
Las Fuerzas de Defensa de Israel anunciaron el 31 de diciembre que retirarán cinco brigadas de combate de la Franja de Gaza, producto de sus avances.
El número de cohetes disparados por Hamás y la Yihad Islámica hacia Israel ha disminuido de un promedio de 75 por día el 1 de diciembre a 16 por día o menos el 27 de diciembre. El ejército israelí ha destruido kilómetros de túneles que Hamás construyó a un costo de millones de dólares.
Depravación antijudía de Hamás
Los hechos sobre el pogromo de Hamás el 7 de octubre son esenciales para comprender por qué Israel está librando una guerra para derrotar al grupo terrorista. Los escuadrones de la muerte de Hamás mataron a 1,200 mujeres, niños y hombres e hirieron a miles en Israel, en su mayoría civiles. Esto incluye el asesinato de 37 jóvenes menores de 17 años, seis niños menores de 5 años y 25 personas mayores de 80 años. Fue la mayor masacre de judíos en un solo día desde el Holocausto nazi. También mataron a decenas de trabajadores agrícolas tailandeses y ciudadanos árabes de Israel por el “crimen” de trabajar con judíos. Hamás se niega a liberar a los 129 rehenes que se estima que aún retienen a menos que el gobierno israelí detenga su ofensiva.
Las autoridades israelíes han acumulado unos 200 mil videos —muchos filmados por los matones de Hamás— y han tomado 2 mil declaraciones de testigos que dan una imagen de la depravación de Hamás.
Las mujeres fueron un objetivo especial. Muchas fueron violadas antes de ser asesinadas o durante el asesinato. Los matones les mutilaron los genitales y otras partes, incluida al menos una a la que le metieron clavos en los muslos y los genitales.
El costo humano de la guerra ha sido devastador ya que Hamás coloca sus centros de mando y armas dentro y debajo de hospitales, escuelas, mezquitas y edificios de apartamentos. Más de tres cuartas partes de la población civil de Gaza se ha trasladado a barrios superpoblados después de recibir instrucciones de las fuerzas israelíes de salir de las zonas de combate.
El gobierno israelí está facilitando la entrada de más ayuda humanitaria, incluidas miles de vacunas contra rubéola, polio, sarampión y paperas para niños. Y abrió otro cruce fronterizo.
El debilitamiento de Hamás permite que el pueblo trabajador en Gaza denuncie al grupo terrorista. Después de un ataque aéreo israelí el 24 de diciembre, los familiares de los muertos culparon a Hamás, informó AP. “Juro por Dios que era mejor que todo Hamás”, dijo un hombre arrodillado sobre el cuerpo de un familiar.
Existe una repugnancia generalizada hacia Hamás entre los árabes dentro de Israel, quienes representan casi el 20% de los ciudadanos del país. Al menos 19 árabes beduinos se encontraban entre los asesinados el 7 de octubre. También fueron asesinados varios otros residentes palestinos de Israel.
Las granjas de Israel, especialmente cerca de Gaza, enfrentan una escasez de mano de obra después de que miles de trabajadores inmigrantes se fueron del país tras el pogromo. El gobierno israelí suspendió los permisos de trabajo de 130 mil palestinos de la Ribera Occidental.
Miles de israelíes se han ofrecido como voluntarios para recoger las cosechas, incluso en granjas con dueños árabes. “Tenía 16 trabajadores tailandeses, pero nueve se fueron del país debido a la guerra, y tenía 15 trabajadores de la Ribera Occidental que ya no vienen a Israel debido a los bloqueos de carreteras”, dijo el árabe-israelí Marwan Abu Yassin al Times of Israel.
Judíos israelíes, árabes y grupos de inmigrantes filipinos se han sumado al esfuerzo. Un voluntario judío señaló que esto es “muy importante para las buenas relaciones entre judíos y árabes”.
Partidarios de Hamás en EUA
“Este es el momento de agitar, de hacer que los sionistas se sientan muy incómodos en la universidad”, dijo Taher Herzallah, dirigente de Musulmanes Estadounidenses por Palestina, en un evento el 23 de diciembre en San Diego. Su grupo es uno de los que promueven protestas en Estados Unidos para exigir “alto el fuego ya”.
Pero los estudiantes judíos y otras personas están buscando formas de hacer frente a los ataques antisemitas. Una delegación de Estados Unidos y Canadá visitó Israel a finales de diciembre y relató sus experiencias a la prensa.
La estudiante Dinah Elmaleh dijo que una mesa en la Universidad Concordia en Montreal con fotos de los rehenes israelíes fue atacada físicamente por manifestantes “que gritaron ‘muerte a los judíos’”.
A su regreso a Canadá, “les mostraré a todos lo que he presenciado aquí, lo que Hamás le hizo a la gente en Sderot, el sufrimiento de los que tienen familias secuestradas en Gaza”, dijo.
La Voz de América, financiada por el gobierno de Estados Unidos, publicó un artículo el 27 de diciembre titulado “Biden lucha por contener la guerra entre Israel y Hamás mientras el conflicto se extiende en múltiples frentes”.
El artículo señala que aunque Washington le brinda ayuda militar a Israel, sigue presionando al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para que haga una “transición a una fase diferente de la guerra” y muestre “moderación en Líbano” a pesar de que Hezbolá continúa lanzando misiles contra Israel.
Pero ni Washington, ni Londres ni París han podido impedir que el gobierno israelí busque destruir a Hamás. Los gobernantes israelíes —y mucho menos los trabajadores allí— no tienen más remedio que hacer frente al esfuerzo organizado por Teherán para aniquilar a los judíos.