El repunte de la economía en Estados Unidos (incluido un aumento del 3.1 por ciento en el producto interior bruto el año pasado, un aumento en las ofertas de empleo y la reducción de la tasa de inflación mensual) es bueno para la clase trabajadora. Le dará a los trabajadores más confianza para tomar acciones para mejorar su situación y abre más oportunidades para que utilicen sus sindicatos para luchar por mejores salarios, horarios y condiciones de trabajo.
Las acciones recientes incluyen las manifestaciones de asistentes de vuelo el 13 de febrero exigiendo mejores salarios y compensación por todas las horas que trabajan; la huelga “ilegal” de dos semanas de dos mil maestros en Newton, Massachusetts, que ganó aumentos salariales y ajustes por el costo de vida; y la huelga de seis semanas del sindicato automotriz UAW el otoño pasado contra los tres grandes: General Motors, Ford y Stellantis. Los logros obtenidos en esta huelga han inspirado campañas de sindicalización en Volkswagen, Mercedes-Benz, Toyota y diez compañías automotrices no sindicalizadas adicionales.
Es imposible predecir el curso de la economía, pero a pesar del repunte muchos trabajadores siguen insatisfechos. “Por qué están tan desanimados los norteamericanos ante una economía fuerte”, se tituló un artículo en el Wall Street Journal el 7 de febrero. Muchos se sienten “vulnerables a un amplio espectro de amenazas sociales y políticas”, afirmó el periódico.
Un número creciente de trabajadores siente que las crisis sociales y crecientes guerras, desde la invasión de Ucrania por parte de Moscú hasta la matanza de judíos en Israel por parte de Hamás el 7 de octubre, que repercuten en todo el “orden mundial” imperialista liderado por Washington, afectarán sus vidas y las de los trabajadores en todo el mundo.
“Aunque estoy bien ahora, tengo la sensación de que todo podría desaparecer en un segundo”, dijo al Journal Kristine Funck, enfermera de Milford, Ohio.
Funck expresó su preocupación por el aumento del costo de la atención médica, que puede dejar la cobertura fuera del alcance de un número cada vez mayor de trabajadores. El promedio de las primas de atención médica familiar aumentó un 7 por ciento el año pasado y se espera que aumente otro 6 por ciento este año.
Clayton Wiles, de 44 años, camionero de Wilmington, Carolina del Norte, dijo que gana 10 mil dólares más que hace tres años, lo que eleva el ingreso anual de la familia a 58 mil dólares. “Pero los Wiles no pueden permitirse el lujo de reparar su camión averiado y planean recurrir a sus modestos ahorros para jubilación para pagar el seguro médico de sus dos hijos cuando pierdan la elegibilidad para recibir Medicaid este año”, señaló el Journal.
Según una encuesta reciente del Journal-NORC, alrededor del 78 por ciento de las personas en EE. UU. no confían en que la vida de sus hijos será mejor que la suya, un porcentaje récord desde que comenzó esta encuesta en 1990.
Aquellos con empleos con salarios bajos usan hasta el 30 por ciento de sus ingresos en alimentos y otro 30 por ciento en transporte. En enero, el Departamento de Trabajo anunció que se habían añadido 353 mil puestos de trabajo a la economía. Pero está creciendo el número de trabajadores que tienen que trabajar a tiempo parcial y más de un empleo, con salarios más bajos y, a menudo, sin prestaciones.
Los salarios reales disminuyeron de mediados de 2021 a mediados de 2023, cuando un repunte en las luchas sindicales significó que los aumentos salariales comenzaron a ser ligeramente superiores a la tasa de inflación.
Precios están obstinadamente altos
Lo que molesta más a los trabajadores y agricultores son los precios elevados en las tiendas de comestibles. La desaceleración de la tasa mensual de inflación ha tenido poco impacto en esto. En los últimos cuatro años los alimentos han subido un 25 por ciento, la gasolina un 22 por ciento y los alquileres un 19 por ciento. Además, la electricidad ha aumentado un 26 por ciento y el cuidado infantil un 16 por ciento.
Esto lleva a muchos trabajadores a sustituir productos en su dieta por otros más baratos, como carne molida en vez de filete, que ha aumentado un 33%. Y además, los precios suben a través de lo que los patrones llaman “reduflación”, donde se paga el mismo precio por cantidades más pequeñas de alimentos, como los cereales para el desayuno.
Muchos trabajadores están recurriendo a las tarjetas de crédito para pagar sus necesidades. Y se está tardando más en saldar estas deudas. Esto es una bendición para los grandes banqueros, que cobran tasas de interés muy por encima del 20 por ciento sobre los saldos mensuales pendientes, una tasa que sube aún más si no se realiza un pago. La morosidad está aumentando.
Las tasas hipotecarias, que ahora están alrededor del 7 por ciento, desalientan a los trabajadores jóvenes a conseguir un lugar propio para formar una familia. Las tasas hipotecarias estaban por debajo del 3 por ciento antes de la pandemia.
Los trabajadores sienten que la economía está mejorando y que hay espacio para que luchemos por nuestros intereses de clase, al mismo tiempo que los ataques de los patrones significan que tenemos que luchar.