El dominio de la política en Turquía durante dos décadas por el presidente Recep Tayyip Erdogan fue sacudido el 31 de marzo cuando su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de base islamista, sufrió una derrota inesperada y sin precedentes en las elecciones municipales. Por primera vez, el opositor laico Partido Republicano del Pueblo (CHP) obtuvo la mayor proporción de los votos en todo el país y el control de las cinco ciudades más grandes, incluida Estambul.
El voto refleja un creciente descontento entre los trabajadores por la crisis económica, y por la creciente centralización de poderes en Erdogan destinada a sofocar a la oposición. El voto también mostró el apoyo a las manifestaciones por los derechos nacionales de los kurdos y a otras protestas públicas.
Refleja la volatilidad política actual, que crece a medida que el “orden mundial” capitalista y las alianzas contrapuestas son sacudidas por la guerra de Moscú contra Ucrania y el pogromo de Hamás contra los judíos en Israel. Estos acontecimientos decisivos aceleran la crisis capitalista mundial, a medida que las clases dominantes en todas partes buscan proteger sus intereses nacionales.
Turquía entra en contacto con ambos conflictos por su posición geográfica. Turquía es miembro de la OTAN liderada por Washington a la vez que corteja a Moscú, Beijing y Teherán, todos ellos adversarios de Washington. Con un pie en ambos campos, Erdogan intenta promover los intereses capitalistas turcos y su propio poder.
Erdogan ha tomado medidas para mejorar las relaciones con las potencias regionales, desde Egipto hasta Arabia Saudita, al tiempo que ha dejado de apoyar a la Hermandad Musulmana y otros grupos islamistas. También buscó establecer mejores relaciones con Israel, pero después del 7 de octubre ha superado a los regímenes árabes vecinos en su demagogia en apoyo a Hamás, calificando al grupo antisemita como un grupo de “liberación”.
Los ataques contra la lucha del pueblo kurdo por sus derechos nacionales bajo el manto de la lucha contra el “terrorismo” ha sido una piedra angular de la política doméstica y exterior de Erdogan. Los kurdos son una nacionalidad oprimida de 30 millones de personas distribuidas entre Turquía, Irán, Iraq y Siria. Los gobernantes turcos y otros de la región han reprimido brutalmente la lucha de los kurdos por la autodeterminación.
En las elecciones para alcaldes y consejos locales, el CHP ganó en 36 de las 81 provincias de Turquía e hizo logros en otros bastiones del gobernante AKP.
La mayor victoria de la oposición fue retener el poder en Estambul, la ciudad más grande de Turquía con 16 millones de habitantes y potencia económica del país. Ekrem Imamoglu, el actual alcalde miembro del CHP, obtuvo más de un millón de votos más que su rival del AKP.
“El período del gobierno de un solo hombre ha terminado hoy”, anunció Imamoglu, un ex promotor inmobiliario, ante una multitud que lo vitoreaba. El político socialdemócrata afirmó: “¡Han ganado mujeres, jóvenes, kurdos, cristianos, sirios, judíos y personas de todas las creencias!”
La votación ocurrió en un momento en que la crisis económica en curso se está profundizando. Los precios de los alimentos se dispararon un 78% al mismo tiempo que crece el desempleo. El valor de la lira se ha desplomado más del 80% en los últimos cinco años.
En la región kurda, el pro kurdo Partido Popular por la Igualdad y la Democracia (DEM), ganó abrumadoramente en los 13 distritos de la provincia oriental de Van. Ganó en varias ciudades del sureste, especialmente en Diyarbakir, la ciudad de mayoría kurda más grande de Turquía.
En la ciudad de Van, las autoridades electorales locales anularon inicialmente la victoria de Abdullah Zeydan como alcalde. Había obtenido más del 55% de los votos, pero le entregaron el puesto al candidato de Erdogan, que obtuvo sólo el 27% de los votos, porque según ellos Zeydan tenia una condena previa por cargos de terrorismo por apoyar los derechos de los kurdos.
A pesar de la prohibición de las manifestaciones, la ciudad estalló en protestas masivas. También hubo manifestaciones pro-Zeydan en varias otras ciudades del país, entre ellas Estambul y Amed. La policía intentó reprimirlas, lanzando gases lacrimógenos y arrestando a 340 personas.
En 2015, Zeyhan fue elegido con un programa pro kurdo, pero el régimen lo encarceló al año siguiente. Estuvo preso hasta enero de 2023, acusado de criticar los ataques aéreos turcos contra el ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán.
Cuando las protestas se extendieron y ganaron apoyo de la oposición, el Consejo Supremo Electoral de Turquía intervino y reinstauró a Zeydan como alcalde de Van. Las protestas se convirtieron en celebraciones.