Por primera vez en años, los gobernantes capitalistas en Estados Unidos están progresando en restablecer cierta estabilidad en su sistema político bipartidista. Esto no significa que tengan respuestas a la crisis económica y social que enfrenta el pueblo trabajador, desde la persistencia de los altos precios hasta la amenaza de más guerras. De hecho, su despiadado sistema de ganancias es responsable de esta crisis.
Es por eso que la campaña del Partido Socialista de los Trabajadores de Rachele Fruit para presidente y Dennis Richter para vicepresidente de Estados Unidos recibe una respuesta seria cuando explican que los trabajadores deben romper con los partidos de los patrones y construir su propio partido, un partido obrero.
Los logros de los capitalistas en estabilizar al Partido Republicano quedaron claros durante su Convención Nacional del 15 al 18 de julio, en la que, la abrumadora mayoría, incluso los que habían desafiado a Trump en las primarias, se unió en torno a la fórmula de Donald Trump y J.D. Vance.
La plataforma en la convención presentó al Partido Republicano como el partido para los trabajadores. Dedicado “a los hombres y mujeres olvidados de Estados Unidos” y a revertir el “aplastante impuesto” de la inflación “y a construir un futuro más brillante para los trabajadores en Estados Unidos y sus familias”.
Unos días después, el presidente Joseph Biden fue forzado a retirarse como candidato del Partido Demócrata, y a dar su apoyo y cuenta bancaria de la campaña a la vicepresidenta Kamala Harris. La abrumadora mayoría de los líderes de las alas en contienda en el partido, desde Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez en la izquierda socialista hasta Nancy Pelosi y líderes de la vieja guardia como William y Hillary Clinton, expresaron su apoyo. El 23 de julio Harris dijo que ya tenía el apoyo de la mayoría de los delegados a la convención nacional del partido el próximo mes y salió a hacer campaña.
Durante más de un siglo los imperialistas estadounidenses han gobernado a través de estos dos partidos, haciendo que los trabajadores elijan por el “mal menor”. Pero están cada vez más asolados por las divisiones y son menos eficaces. Para defender el dominio capitalista y lidiar con sus rivales extranjeros, los capitalistas necesitan que sus partidos tengan estabilidad y confianza.
En años recientes Washington ha enfrentado una creciente competencia y amenazas militares de Beijing, que busca expandir su influencia en el Pacífico. Desde la invasión de Ucrania por Moscú y el pogromo de Hamás respaldado por Teherán el 7 de octubre que mató a 1,200 personas en Israel, la mayoría de ellos judíos, los desafíos que los gobernantes norteamericanos enfrentan se han intensificado.
Inherente a este mundo inestable son las explosivas consecuencias de una deuda sin precedentes del gobierno, que obliga a los patrones y sus representantes a aumentar la presión sobre los trabajadores para que hagan sacrificios. Esto ha agudizado las desigualdades de clase en todo el mundo y ha llevado a protestas antigubernamentales, desde Bangladesh hasta Kenia, y huelgas a través de América del Norte.
Independientemente de quién gane las elecciones, los capitalistas estadounidenses buscan estabilidad política para defender mejor sus intereses de clase en este mundo volátil. El 22 de julio, el ex vicepresidente republicano Michael Pence agradeció a Biden por su dimisión. Los comentarios de Pence reflejan la conciencia entre un número creciente de figuras políticas de la necesidad de una mayor estabilidad. Pence dijo: “Ahora es el momento en el que los líderes de ambos partidos… envíen un mensaje de fuerza y determinación a los amigos y enemigos de Estados Unidos por igual”.
La piedra angular de la campaña de reelección de los demócratas —la demonización de Trump y sus partidarios como una “amenaza a la democracia”— sigue en el centro de la escena. Harris dice que las elecciones de 2024 son ahora una carrera entre un ex fiscal de California y un delincuente.
Pero este enfoque tiene cada vez menos impacto, especialmente entre los trabajadores. Decenas de millones de personas se oponen al ataque de los demócratas contra las libertades constitucionales. Sus procesos judiciales contra Trump, destinados a encarcelar a su principal rival o dañarlo irreparablemente, están estancados indefinidamente o se están desmoronando.
En los últimos dos años el avance más significativo para el pueblo trabajador ha sido el creciente número de trabajadores que están organizando y utilizando los sindicatos para resistir los esfuerzos de los patrones para descargar la crisis capitalista sobre nuestras espaldas. Los patrones han lanzado ataques contra nuestros salarios, horarios y condiciones de trabajo, junto con la falta de cuidado infantil, atención médica y vivienda asequible. Los huelguistas están haciendo líneas de piquetes y ganando solidaridad. Este repunte en las luchas sindicales también ha estimulado una creciente receptividad a la campaña del Partido Socialista de los Trabajadores.
Republicanos: partido de trabajadores
Por primera vez en varias décadas un dirigente sindical se dirigió a la convención republicana, invitado por Trump. “Estoy aquí hoy porque me niego a hacer las mismas cosas que hicieron mis predecesores”, dijo Sean O’Brien, presidente de los Teamsters, a los delegados que aplaudían. Durante décadas la cúpula sindical ha subordinado los intereses de los trabajadores a la elección de demócratas. O’Brien no endorsó a Trump, pero ve a los republicanos como posible aliados.
El candidato de Trump a vicepresidente, James David Vance, a quien le gusta que lo llamen J.D., creció en Middletown, Ohio, y en Kentucky. Construyó una carrera en la política burguesa escribiendo en su autobiografía Hillbilly Elegy sobre su ascenso desde la clase trabajadora, las dificultades de su familia y presentando a la gente con la que creció como desesperanzados.
Ingresó a los Marines y fue a la Universidad Estatal de Ohio y a la Facultad de Derecho de Yale. “La crisis de inflación de Biden”, dijo Vance, “es en realidad una crisis de asequibilidad”. Describió a las personas que no pueden comprar alimentos, ni pagar el alquiler y mantener a sus familias. “Damas y caballeros, no seguiremos sirviendo a Wall Street. Nos comprometeremos con el trabajador”.
Antes de llegar a ser senador, Vance fue un inversor de capital de riesgo.
Al igual que Trump, Vance busca ganar apoyo de la clase trabajadora contraponiendo los intereses de los trabajadores nativos a los de los nacidos en el extranjero, convirtiendo a los inmigrantes en chivos expiatorios de los problemas del dominio capitalista. La plataforma republicana para 2024 hace un llamado al “mayor programa de deportación en la historia de Estados Unidos”.
Vance había criticado previamente a Trump. Pero su selección para la fórmula de Trump es un nuevo intento de presentar una imagen del Partido Republicano como defensor de la clase trabajadora.
Durante la convención la oficina de Vance elogió sus iniciativas respecto al descarrilamiento del tren de Norfolk Southern y el incendio químico tóxico subsecuente que devastaron las vidas de los trabajadores en East Palestine, Ohio, el año pasado. “El senador Vance nunca dejará de luchar por la gente de East Palestine”, dijo su oficina.
Estas medidas de los dos principales partidos de los patrones darán a los gobernantes capitalistas de Estados Unidos instrumentos políticos más estables.
Pero la profundidad de la crisis del capitalismo y la constante resistencia del pueblo trabajador crean más oportunidades para que la campaña presidencial del PST genere interés y gane apoyo. Los trabajadores necesitamos organizarnos independientemente de los patrones en la arena política y romper con los partidos de los patrones y trazar un rumbo para reemplazar el régimen capitalista con un gobierno nuestro.