Por más de seis décadas, los gobernantes capitalistas norteamericanos han intentado por todos los medios posibles —desde la invasión por Bahía de Cochinos, a la amenaza de una confrontación nuclear y atentados terroristas, hasta la persistente guerra económica— derrocar la revolución socialista realizada por los trabajadores y campesinos en Cuba. Washington quiere destruir el ejemplo revolucionario de Cuba en América Latina, el mundo y en Estados Unidos.
Millones de trabajadores y agricultores cubanos bajo el liderazgo de Fidel Castro se transformaron a sí mismos cuando en 1959 cambiaron la clase en el poder. Defendieron su revolución con las armas en la mano.
El embargo norteamericano, mantenido por cada administración —demócrata o republicana por igual— ha tenido un impacto devastador para el pueblo trabajador de Cuba. Cuba sufrió apagones por toda la isla del 17 al 20 de octubre, cuando la envejecida red eléctrica cubana, privada de acceso a repuestos y petróleo, colapsó repetidamente. Millones de cubanos se quedaron sin electricidad durante varios días.
El embargo fue agravado por las sanciones adicionales impuestas bajo la escandalosa designación de Cuba como país “patrocinador de terrorismo” por parte de Washington.
El arma principal de la incesante guerra de los gobernantes norteamericanos es el “bloqueo económico, comercial y financiero” contra la isla, dijo el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, ante la ONU el 28 de septiembre. Su objetivo, dijo, es “provocar el colapso de la economía y generar una situación de inestabilidad política y social”.
El embargo impone innumerables obstáculos a la capacidad de Cuba de adquirir alimentos, suministros médicos y equipos a nivel mundial. Bancos internacionales, temerosos de las represalias de Washington, se niegan a prestar los servicios bancarios más elementales.
El movimiento sindical debe emular el ejemplo de la AFL-CIO del estado de California, cuya convención en julio aprobó una moción de protesta contra la administración de Biden por la “inclusión de Cuba en la lista de estados patrocinadores del terrorismo”.
Los sindicalistas en las primeras filas de las luchas que se están desarrollando hoy día tienen mucho que aprender del ejemplo de cómo millones de personas llevaron a cabo su revolución socialista en Cuba. El Partido Socialista de los Trabajadores exige que Washington levante su cruel embargo contra Cuba, saque a La Habana de la lista de “estados patrocinadores del terrorismo” y ponga fin a su interferencia en los asuntos internos de Cuba.