Las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2024 y sus resultados reflejaron el creciente descontento de decenas de millones de trabajadores con las condiciones económicas y sociales y las crecientes amenazas de guerra que ellos y sus familias han enfrentado por muchos años.
Estas condiciones empeoraron bajo el presidente Joseph Biden. Aún más, su administración y sus partidarios liberales incrementaron los ataques a las protecciones constitucionales con la persecución de quienes se opusieron a su curso, incluidos los principales oponentes políticos burgueses de los demócratas.
Sin embargo, al igual que los anteriores ocupantes demócratas y republicanos de la Casa Blanca, el recién electo presidente Donald Trump promueve orgullosamente las relaciones sociales capitalistas, el despiadado sistema responsable de estas crisis y guerras, un sistema basado en la explotación de los trabajadores. Ni el republicano Trump ni la demócrata Kamala Harris ofrecen un camino para la clase trabajadora y los oprimidos.
En un mundo imperialista marcado por la creciente inestabilidad, la guerra de Moscú contra Ucrania, el odio antijudío y el pogromo cometido por Hamás en Israel con el respaldo de Teherán, lo que está en juego para el pueblo trabajador es enorme. Y más aún cuando un número creciente de estados capitalistas rivales tienen armas nucleares y arsenales de drones y misiles balísticos.
Trump utilizará la Casa Blanca para gestionar los asuntos de las familias capitalistas gobernantes, desde su ofensiva por ganancias contra la clase trabajadora a nivel nacional hasta la defensa de sus intereses imperialistas en el exterior.
Bajo Trump, los republicanos se están “convirtiendo en un partido que atrae votos de trabajadores de todas las razas”, escribió Aaron Zitner en el Wall Street Journal después de las elecciones. “Los votantes negros y latinos”, señaló, “se inclinaron más hacia Trump” este año que para ningún otro candidato republicano en elecciones previas en más de un siglo.
La prensa liberal reconoció la victoria de Trump. Los gobernantes norteamericanos están deseosos de dejar atrás la campaña electoral. No obstante, los directores del New York Times declararon una renovada ofensiva contra Trump.
Fin de repliegue
Las elecciones ocurrieron en el contexto del asalto de los patrones y su gobierno en Washington durante años. Han suprimido los salarios, puesto a riesgo nuestra seguridad con la intensificación del trabajo y los horarios agotadores, han recortado los seguros médicos y las pensiones y han usado leyes antiobreras para prohibir las huelgas, como lo hizo Biden con los obreros ferroviarios en 2022. Los patrones dependen en ambos de sus principales partidos políticos para llevar a cabo estos ataques.
En los últimos años los trabajadores han enfrentado aumentos de precios y un creciente endeudamiento. Las tasas de fertilidad se han desplomado a medida que más trabajadores tienen dificultades en iniciar o mantener una familia. La expectativa de vida ha disminuido en el país capitalista más rico del mundo.
Durante los últimos tres años, el cambio más importante ha sido el fin del repliegue en que ha estado el movimiento obrero durante décadas. Cada vez más trabajadores están recurriendo a sus sindicatos para luchar.
Cientos de miles han participado en líneas de piquetes, ganando más confianza en sí mismos y en sus sindicatos. Estas luchas demuestran que se puede avanzar cuando los trabajadores se unen para luchar, en vez de depender del político capitalista que ocupe la Casa Blanca.
Los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores —Rachele Fruit para presidente y Dennis Richter para vicepresidente— tuvieron una buena receptividad entre los trabajadores. Han explicado que toda batalla de clase es también una lucha política y señalaron lo que la clase trabajadora es capaz de lograr, incluso la toma del poder político de las manos de los capitalistas.
Desdén de ambos partidos
En marcado contraste, los candidatos demócratas y los republicanos y sus partidos denigran a los trabajadores. El presidente Biden calificó a los partidarios de Trump como “basura”, y antes como “extremistas de MAGA” y “semifascistas”. ¡A decenas de millones de personas!
Harris intentó retractarse de algunos de los comentarios de Biden, pero el mensaje de los demócratas ha sido inequívoco: Trump es un fascista y, si votas por él, tú también lo eres. Y si no votas del todo, o votas por el PST, estás habilitando a las fuerzas de la reacción. Las capas de clase media alta que dominan el Partido Demócrata desprecian a los trabajadores como moralmente inferiores y la fuente de la intolerancia.
En un evento en 2008, Barack Obama dijo que los trabajadores que pierden sus empleos “se amargan, se aferran a las armas, o a la religión, o a la antipatía hacia gente que no son como ellos, o sentimientos contra los inmigrantes”. En 2016, Hillary Clinton llamó “deplorables” a los trabajadores atraídos por Trump.
Este año, Obama dijo a los hombres negros que si no votaban por Harris era una prueba de que tienen prejuicios contra las mujeres.
Pero los trabajadores no se sienten atraídos por Trump porque son reaccionarios sexistas. Están buscando una alternativa a la condiciones que ellos y sus familias enfrentan.
En el sistema bipartidista capitalista, muchos trabajadores votan por el candidato que creen que hará menos daño. Muchos otros no ven ninguna razón para votar. Y un número creciente se está interesando en la alternativa obrera presentada por el PST.
Un camino para clase trabajadora
Trump está tratando de mejorar la imagen del Partido Republicano como un partido para los trabajadores. Pero él es un capitalista inmobiliario en busca de máximas ganancias. Su campaña busca demonizar a un sector de la clase trabajadora —a los trabajadores inmigrantes con y sin papeles— con el fin de convencer a los trabajadores de que esa es la causa del empeoramiento de su situación, y no el capitalismo.
Harris también acusó a los trabajadores inmigrantes de ser el problema, aunque dice que será más amable al castigarlos. Pidió que se incrementarán las sanciones penales para los trabajadores indocumentados.
Los candidatos del PST explicaron que la lucha por una amnistía para los trabajadores sin papeles es una cuestión de vida o muerte para unir a toda la clase trabajadora y fortalecer nuestros sindicatos.
Trump señala aspectos de las condiciones de crisis que enfrentan los trabajadores que los demócratas tratan de ocultar.
Durante la campaña, la única voz que trazó un camino para que los trabajadores nos organicemos para defender nuestros intereses de clase y los intereses de todos los oprimidos por el capital ha sido el Partido Socialista de los Trabajadores. Sus candidatos son sindicalistas, se unen a las líneas de piquetes de huelga y promueven la solidaridad. Han explicado que los trabajadores necesitamos romper con los partidos políticos de los patrones y construir un partido propio, un partido de los trabajadores, que luche para tomar el poder político.
El PST seguirá presentando esta perspectiva obrera y seguirá recibiendo una buena recepción.